Sobre el uso de criptomonedas en Cuba, pueden rastrearse en las redes noticias que hacen referencia a pioneros que comenzaron a utilizarlas en fecha tan temprana como 2015, seis años después del surgimiento del Bitcoin. Algunos, quizás desde antes. Pero es a partir de 2019 que diferentes medios de prensa comienzan a registrar noticias que indican una dinámica interacción de los cubanos con el mundo de los activos digitales.
Durante 2021, el aluvión informativo ha sido particularmente intenso y no limitado al ámbito de la prensa. Los Lineamientos resultantes del VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) señalaron la necesidad de profundizar en el estudio de las cripto. El gobierno cubano y el Banco Central en tanto institución regulatoria en el ámbito monetario, emitieron alertas, declaraciones de principios y las primeras regulaciones para el uso de los activos digitales. Es tal el número de cubanos utilizando criptomonedas para los más diversos objetivos, y las innovaciones, oportunidades y aristas de riesgo que generan las prácticas de la cotidianidad, que el fenómeno trasciende el plano personal y amerita un debate más profundo en torno a sus implicaciones.
Para la emergencia y expansión local del uso de las criptomonedas, ha sido determinante en primer lugar el incremento de opciones de acceso a Internet, en curso desde 2013 con la creación de las primeras salas de navegación de Etecsa, posteriormente las zonas WiFi en espacios públicos y las subsiguientes variantes desde el hogar y mediante datos móviles, así como la creciente familiarización de la población cubana con el uso de la tecnología y las redes. Pero también ha contribuido la existencia de un notable número de necesidades insatisfechas: ausencia de opciones formales locales para realizar inversiones financieras; acceso restringido a los cubanos a cuentas y productos bancarios en el extranjero, mecanismos de cobros y pagos internacionales, canales de comercio electrónico y plataformas de mercado de divisas; limitadas opciones para el desarrollo de proyectos personales en el sector privado, acotadas a las sucesivas listas de actividades permitidas a los cuentapropistas desde 2010; y un consumo deprimido, cuya satisfacción depende con creciente frecuencia de los excluyentes circuitos informales o en Moneda Libremente Convertible (MLC).
A lo anterior, se sumó en 2020 el efecto disruptivo de la COVID-19, que terminó de precipitar y acentuar la crisis económica y social que ya gravitaba sobre Cuba. Las medidas para la contención de la pandemia minimizaron las opciones de ingresos en el plano personal y a escala país. La paralización de la actividad económica supuso una contracción del producto en el orden del 10,9%. La Tarea Ordenamiento1 iniciada en el contexto más adverso posible de las dos últimas décadas, ha expresado en el corto plazo las tensiones esperadas del trade off inflacionario, magnificadas por carencias de diseño y ausencia de articulación con una reforma más amplia, fundamentalmente en el ámbito productivo. A su vez, los flujos de remesas experimentaron reducciones asociadas a restricciones a los envíos formales implementadas por el gobierno estadounidense, y como resultado de la caída de los flujos de visitantes, su vehículo más frecuente.
En este contexto de carencias, un creciente segmento de la población comenzó a manifestar un interés por incursionar en plataformas de gestión de criptoactivos ubicadas fuera de Cuba (aunque a un click de distancia en Internet), unas cuantas ya conocidas localmente desde años anteriores. La atención fue acaparada por aquellas que no han presentado barreras de acceso discriminatorio a los cubanos, y han ofrecido opciones de inversiones de entrada tan bajas como el equivalente a 15 dólares. A veces menos. Los incentivos: elevados rendimientos de inversión, y bonificaciones por la creación de redes a través de marketing multinivel.
Muchas de estas plataformas constituyeron obvias estafas y desaparecieron (junto al capital de los inversores), otras fueron incapaces de honrar sus compromisos de rendimiento y cerraron su relación devolviendo el principal aportado (aunque meses después, considérese un perjuicio por costo de oportunidad). Otras tantas se han mantenido operando por meses o años, y continuamente aparecen nuevos oferentes con propuestas más o menos similares. La más conocida de estas compañías, Trust Investing (TI), se mantuvo pagando rendimientos históricos sobre el 20% mensual de la inversión durante unos dos años, transitando en 2021 a condiciones de impago y penalizaciones arbitrarias a los inversores cubanos, lo que probablemente contribuirá a su eventual colapso.
Más allá del elevado riesgo de estafa/insostenibilidad de estos fondos de inversión de alto rendimiento (conocido y aceptado por muchos participantes, ignorado por otros), su popularización representó una fuente de ingresos para muchos, indujo a ganar en educación financiera y manejo operativo de la tecnología asociada al uso de las criptos, y fomentó la creación de redes que constituyen un capital en términos de relaciones con potencial de enfocarse en diversos emprendimientos y en la divulgación de conocimiento. Así, estas plataformas de inversión constituyeron una fuerza de atracción masiva al ámbito de las criptomonedas (solamente en TI participaron más de 230 mil cubanos), y contribuyeron a la creciente comprensión de las ventajas de su utilización como medio de pago, reserva de valor, posibilidades de monetización2 y medio de inversión, en las peculiares condiciones monetario-financieras de Cuba.
Por tal motivo, los usos locales de las criptomonedas han transitado rápidamente (aunque se mantiene) hacia empeños y usos más allá de la inversión pasiva en plataformas de gestión. Las criptos comienzan a ser guardadas en billeteras personales como reserva de valor de conveniente liquidez, ya sea mediante una variante de monetización o su uso como medio de pago directo. La volatilidad cambiaria es controlada mediante el uso de stablecoins3 como el Tether, o incluso aprovechada para la obtención de Bitcoin, Ethereum, Litecoin (por mencionar algunas) en contextos de baja de precios y su venta en el alza.
Parte de la inversión se ha reorientado hacia el trading (comercio) en plataformas con mayor reconocimiento formal, donde el usuario ejerce un mayor control sobre sus fondos y decisiones, y la operatoria exitosa requiere una dinámica incorporación de conocimientos. La creciente familiarización con las criptos ha abierto, a su vez, nuevas avenidas que sortean las restricciones al envío de remesas mediante transferencia y las pocas opciones de llegada mediante viajeros que aún se mantienen4. Parte de estas remesas ocurren mediante envíos directos entre billeteras privadas con ínfimas comisiones y son monetizadas localmente en grupos de confianza en Whatsapp o Telegram, mas también se ha generado un notable número de Fintechs5 (por ejemplo, DUC, Qbita, Criptopagoscuba, Qvapay), algunas de las cuales permiten convertir las criptomonedas (remesas o rendimientos de inversión) a divisas y enviarlas mediante transferencias internacionales formales a cuentas en MLC. Tropipay, uno de los más importantes operadores de envíos de remesas a Cuba, implementó a su vez un servicio de depósito a través de criptomonedas, si bien actualmente aparece como “temporalmente deshabilitado”.
Estas transferencias constituyen no solamente una preciada fuente de acceso formal a la divisa, sino que ofrece recursos en las condiciones preferidas por las autoridades cubanas: disponible en cuentas en el exterior para honrar los compromisos del país, y retenidas localmente en cuentas personales cuyo único destino posible hoy es el consumo en el circuito MLC.
A su vez, se han generado dinámicas interesantes, como son la independencia financiera para muchos cubanos en el consumo de bienes y servicios en internet, así como las recargas de celulares, la compra de software profesional, el acceso a Amazon, Netflix, productos de Home Depot, reservas en Airbnb, con el auxilio de plataformas como Bitrefill.com. También se ha propiciado un creciente conocimiento en torno a Fintech más cercanas a mecanismos de pago tradicionales: mediante diversos mecanismos las criptomonedas pueden utilizarse para fondear divisas en tarjetas de débito operativas online y físicamente, en Cuba y el resto del mundo. En el caso de Albo (mexicana), por ejemplo, el uso podría limitarse por requisitos de residencia para su obtención, no obstante, iniciativas como la de Qvapay ofrece a cubanos residentes en Cuba, tarjetas Mastercard. Este tipo de mecanismo de pago de alcance local e internacional ha resultado sumamente anhelado y esquivo de obtener por la mayoría de la población cubana en general, y el sector privado en particular.
Otros usos derivados de las dinámicas con criptomonedas pueden apreciarse, como el del mercado de arte, donde artistas locales y otros entusiastas se han beneficiado de la venta de obras y materiales mediante la emisión de NFT (Tokens no fungibles) y desarrollado interesantes proyectos6, en el ámbito de los juegos en red, con la obtención de recompensas en criptomonedas (por ejemplo, Axie Infinity), e incluso en el pago local de bienes y servicios, si bien este último es protagonizado por entusiastas que, tras una lectura atenta al marco regulatorio, encontrarían elementos disuasorios a promocionar sus ofertas abiertamente en una moneda diferente al peso cubano (CUP).
Por otra parte, sondeos realizados a miembros de la comunidad de TI7 revelan aristas interesantes sobre los grupos sociales y objetivos perseguidos al involucrarse en iniciativas relacionadas con las criptomonedas. La mayoría de los participantes son jóvenes, hombres (más del 94% según estudio de Rory Curtin), y blancos (más del 94%, según estudio de Rory Curtin, más del 80% según estudio de Ángela Peña et.al, ver nota), lo que sugiere que en el fenómeno cripto local se replican dinámicas de exclusión vinculadas a la raza y al género presentes en otros ámbitos, como el acceso a las remesas y las divisas, las actividades del sector privado en términos de liderazgo en el negocio o el acceso las ocupaciones mejor remuneradas, y la posición frente al uso del patrimonio. Más del 60% de los miembros han concluido estudios universitarios, y se mantienen laboralmente vinculados en el sector privado o estatal, con leve predominio de este último (54% según estudio de Ángela Peña et.al). A su vez, los encuestados por Curtin (2021) refirieron que las criptomonedas que gestionan tienen como destino principal la inversión, la independencia en torno al consumo de bienes y servicios online y durante viajes al exterior, y que los recursos monetarios inicialmente destinados a su obtención provenían de ingresos laborales y ahorro. Ninguno de los miembros recibió remesas para financiar su inversión inicial, y si bien una encuesta a una muestra más amplia pudiera arrojar resultados diferentes, el grupo sondeado en el estudio consultado presenta una dinámica coherente con el comportamiento de grupos sociales emergentes que dispone de recursos propios para emprender8.
Lo cierto es que el acceso y uso de las criptomonedas, han generado redes y espacios de aprendizaje colaborativo, que han permitido trascender el uso como inversión pasiva y transitar hacia la diversificación de fuentes de ingresos. A su vez, ha generado oportunidades de acceso formal a la divisa (mediante la monetización formal9 en MLC y el uso de nuevos medios de pago online y físicos), empoderamiento de individuos de bajos ingresos a partir de la generación de habilidades y capitalización de redes, acceso independiente al consumo de bienes y servicios online, disponibilidad de recursos y medios de pago para el consumo en el extranjero (no solo de bienes finales, sino de insumos y activos productivos que entran al país para integrarse a emprendimientos privados), incentivos a la creación de Fintech orientadas a la satisfacción de necesidades específicas al contexto cubano, y nuevos canales para el acceso de divisas frescas para el país.
Ello no ha pasado inadvertido para las autoridades. La “masividad” de la participación en plataformas de gestión de criptoactivos y el altísimo riesgo que conlleva determinaron la emisión de alertas del Gobierno y el BCC, con la notable distinción de desaconsejar a la población su participación en estas iniciativas, en lugar de establecer una prohibición. Por otra parte, trascendió el despliegue de un operativo que ha mantenido bajo investigación por meses a los más conocidos líderes de la comunidad local de Trust Investing, sin que haya trascendido oficialmente a la luz pública el motivo preciso de su detención.
Continúa…
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Notas:
1 Se refiere al paquete de medidas orientadas a reformar el entorno monetario y cambiario. Iniciada formalmente en enero de 2021, supuso la retirada de circulación del CUC y una devaluación del tipo de cambio oficial del CUP con respecto al USD, además de incorporar en su diseño una modificación generalizada de salarios, pensiones y precios, eliminación de subsidios.
2 El término hace referencia a la conversión de la criptomoneda a moneda doméstica o divisas.
3 Son criptomonedas con valor estable, a partir de una paridad previamente establecida con otro activo. El más frecuente es el dólar estadounidense.
4 Sobre los impactos de las restricciones en los flujos de remesas a Cuba, consecuencias para los hogares y emprendedores, y el uso de las criptomonedas como canal alternativo, pueden consultarse los trabajos de Denisse Delgado (2020) y (2021).
5 Se refiere a empresas que ofrecen servicios financieros innovadores, mediante el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones.
6 Véase Rodríguez Y. (2021).
7 Si bien las muestras encuestadas son pequeñas y podrían contener sesgos asociados a las características de grupos específicos dentro de la comunidad de TI, los resultados son coincidentes con la realidad, según el criterio de líderes de la comunidad cubana de TI posteriormente consultados. Véase el trabajo de Ángela Peña y otros profesores del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana citado en (Expósito & Pradas, 2021) y una síntesis del estudio de Rory Curtin en (Curtin, 2021).
8 Véase Espina (2020).
9 Se refiere a un proceso de intercambio de criptomonedas por divisas a través de cualquier plataforma que brinda estos servicios, e involucra una transacción internacional formal hacia la cuenta bancaria del beneficiario de los fondos.