La Habana, 1 de febrero de 1971, 11.34 A.M. Lunes
Compañeros y compañeras…
Los he convocado a esta reunión de urgencia porque nos ha llegado información de que los Estados Unidos acaban de lanzar al espacio una nave llamada Apolo 14. A bordo viaja el comandante Alan Shepard y su misión es aterrizar en la luna —ya lo han hecho tres veces— para instalar una sofisticada estación de espionaje. El hecho es que esta acción, este acto hostil e inconsulto, no puede quedar sin respuesta. Así lo ha hecho saber el Compañero Fernández, que gentilmente controla nuestras inquietudes y pensamientos.
Está claro que el objeto social de nuestra empresa no es enviar milicianos a la luna. Aún no hemos podido ni arrancar el Studebaker del director para ir a buscar el almuerzo. Por cierto, les recomiendo que vayan adelantando con un pan con algo, porque el mecánico está de mal humor. Responderemos con lo que mejor sabemos hacer: planos y geométricos logotipos. Mañana lunes sería un buen día para terminar el logo de la Oficina Territorial de Normalización. El que empezamos en octubre pasado, hace tres meses. Y que debemos presentar en la reunión del próximo miércoles. Si lo presentamos el martes…
—Rigo… permítame decirle…
—Sí, Gustavo…
—Que ese logo lo empezó Sánchez Ricardo… no sé si recuerda. Ya sabe que desertó, que se fue en una lancha. No sorprendió a nadie, por cierto. Comía con tenedor en el comedor obrero, se imagina. Y ahora nadie quiere tocar el logo, porque pudiera estar contaminado desde el concepto, ideológicamente hablando. ¿Quién quiere ser el heredero de un traidor a la patria? Nadie.
—Lo hacemos desde cero entonces.
—En ese caso estaría para abril o mayo. Y ya no serviría como respuesta a las acciones hostiles del Imperio.
— Compañeros ¿Hay algún logo que esté medio terminado?
— Pérez tiene casi listo el de la Oficina Nacional de Capacitación. No lo ha entregado porque se llevaron su cartabón y el curvígrafo. El barco que debe traer los repuestos y las plantillas de metacrilato desde Checoslovaquia se ha retrasado por las condiciones del tiempo. Los bocetos están… pero el logo, para presentarlo, no.
—¿Entonces… el trabajo está paralizado porque nadie puede trazar una línea recta? ¿35 proyectistas que meriendan dos veces al día, repiten almuerzo y no paran de hablar de mi secretaria no pueden terminar un maldito logo? ¿Qué es esto? ¿Un rezago del pasado, o que cosa es?
— Rigo… no se altere. Podemos terminar ese mismo, que es el que está más adelantado… Si todos juntos empezamos a dibujar lo tendríamos para mañana. Para presentarlo en el Vespertino.
—¡Pero ese logo es de otra empresa!
—Da lo mismo. Nadie se va a dar cuenta de nada. Uno mira las líneas rectas, el estilo futurista, se le incorpora algo sofisticado… la espiral de Eurípides, por ejemplo… creo que es de Arquímides. —¿No es cierto ingeniero? —Si si… r = a+bθ. Exactamente. Usamos los colores del planeta Tierra visto desde la luna, verde y azul. A nadie le va a quedar duda de que el logo es una respuesta contundente a la beligerancia del enemigo. Por lo menos al Compañero Fernández no le va a quedar ninguna.
—Perfecto. No entiendo casi nada de lo que me estás contando, pero confío en ti como en el hombre nuevo. Confío en este nuevo colectivo, en el carro nuevo que viene en otro barco para nuestro nuevo director. Sé que no es fácil porque nosotros mismos estamos bastante usados. El viejo Studebaker ya no da más de sí. De las escuadras no queda una en buen estado, no hay minas ni portaminas, ni papel carbón. A la secretaria no le entra el ruso por mucho que lo intente. No es fácil compañeros. Y ya ven como el enemigo nos obliga a cambiar los planes, día a día. Enero fue un mes caliente. Vieron el intento de asesinato contra Salvador Allende, la fundación del MAS en Venezuela, el golpe de estado en Etiopía… hasta la sentencia contra Charles Mason —el que asesinó a la rubita bonita aquella. Un desastre. Pero ese el “Viejo Mundo”. Mañana tendremos un nuevo día, un nuevo logotipo y la satisfacción de haber respondido enérgicamente y a tiempo a una provocación imperial. Gracias compañeros. Merienden y ¡manos a la obra!