En la sociedad primitiva se atribuía la enfermedad a una caída en desgracia ante los dioses. Para recuperar el favor divino era preciso “purgarse”. La palabra farmacia, que usamos en la actualidad, proviene del griego farmakon, que significa “purificación espiritual a través de la purga”. De este modo, los fármacos serían los principales agentes facilitadores de esta purificación.
El primer listado de medicinas de la historia conocido procede de un médico sumerio. En él se puede leer lo siguiente:
“A quienes aflige el mal de garganta désele sal disuelta… Para apretones o retortijones del vientre es buena la orina. La corteza de sauce en polvo baja la fiebre. No olvidéis que en todos los males del cuerpo es bueno proceder con suavidad porque remedian las palabras los males a los que no llega la ciencia”.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. Sin embargo, estas herramientas sanitarias utilizadas sin los conocimientos adecuados pueden convertirse en verdaderos tóxicos. Pero, ¿qué es un medicamento? ¿Qué lo diferencia de un veneno? ¿Salvan o matan las medicinas? A responder estas preguntas, estaremos dedicando las siguientes líneas.
Medicamentos y venenos
Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE) un medicamento es “una sustancia que administrada, interior o exteriormente, a un organismo animal, sirve para prevenir, curar o aliviar una enfermedad y corregir o reparar las secuelas de estas”.
El Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos agrega al concepto anterior un elemento: los llamados principios activos. Se entiende como principio activo a una sustancia o mezclas de sustancias que dentro de un medicamento ejercen una “acción farmacológica, inmunológica o metabólica…”
Mientras tanto, un veneno sería, según la primera acepción del RAE una “sustancia que, introducida en un organismo, es capaz de producir graves alteraciones funcionales e, incluso, la muerte”.
Cabría preguntarse, entonces, si es posible que un medicamento produzca alteraciones “graves […] en el organismo”. O si un veneno no sería capaz de “prevenir, curar o aliviar una enfermedad y corregir o reparar las secuelas de estas”.
Inyección letal
Quizás el ejemplo más elocuente de que los medicamentos pueden ser utilizados para matar es el “coctel de fármacos” que se utiliza en la inyección letal. Esta formulación fue utilizada por primera vez en 1977 y se debe a un médico, el Dr. A. Jay Chapman, quien la propuso como una alternativa a otros métodos “menos humanos” para inducir la muerte, una vez fuera decretada en el contexto de condenas.
Los protocolos convencionales de ejecución por esta vía contemplan la administración consecutiva de tres fármacos. Primero se administra el tiopental sódico (3-5 gr.), con el objeto de inducir la anestesia y, por ende, la pérdida de conciencia. Después el bromuro de pancuronio (40-100 mg), que ocasiona una parálisis de los músculos del aparato respiratorio. Finalmente el cloruro potásico (100-160 mEq), que da lugar a una parada cardíaca.
Se trata de tres medicamentos de uso común en los hospitales. El tiopental sódico es ampliamente utilizado en la anestesia general, para mantener al paciente dormido en cirugías de corta duración.
Por otro lado, el bromuro de pancuronio es un relajante muscular. Sin este grupo de medicamentos la anestesiología y los cuidados intensivos serían imposibles. De hecho, todas las intervenciones quirúrgicas que requieren anestesia general precisan alguno de los medicamentos de esta familia. Una parte importante de los pacientes de terapia intensiva también se benefician de estos fármacos.
Finalmente, el cloruro de potasio es indicado para tratar decenas de enfermedades. Se trata un componente imprescindible en los sueros y las sales de rehidratación oral, que salvan millones de vida en todo el mundo.
Medicamentos en suicidios e intentos suicidas
Los fármacos también se usan en todo el mundo con fines de intoxicación voluntaria. Dicha práctica comenzó a tener auge en la segunda mitad del siglo veinte. En la actualidad cerca del 50% de los suicidas del mundo han usado esta vía para poner fin a sus vidas.
En general cualquier fármaco administrado o consumido en dosis inadecuadas puede potencialmente representar un riesgo para la vida. En la práctica médica diaria los que más comúnmente se observan son las benzodiacepinas, como el diazepam; antidepresivos, como la amitriptilina, entre otros.
Sin embargo, como ya dije, no son los únicos potencialmente peligrosos. Un analgésico tan común como el paracetamol es muy popular e Inglaterra y Gales para estos fines. Cada año se contabilizan 32 mil sobredosis en estos países y el fármaco ha reportado una tasa de mortalidad de 0.4%.
Venenos que salvan
El arsénico
Así como hay medicamentos potencialmente peligrosos, existen sustancias consideradas “venenos” que se utilizan en la práctica médica para salvar vidas. El primero al que quiero referirme es el arsénico. El llamado “rey de los venenos” o “veneno de los reyes”, por su potencia y discreción fue el preferido de los Médici y los Borgia para eliminar a sus enemigos. También durante mucho tiempo se especuló que habría sido utilizado para matar a Napoleón Bonaparte.
Sin embargo, esta sustancia se utiliza con fines médicos desde la antigua Grecia. Además, actualmente tiene indicación en el tratamiento de pacientes con una forma específica de leucemia. Un estudio cubano demostró que más del 80% de los enfermos donde se utilizó la sustancia experimentaron mejoría luego de un mes de tratamiento.
Alcohol
Aunque el alcohol no es precisamente una sustancia venenosa, tiene una relación directa con varias de las más importantes causas de muerte en Cuba y es, sin dudas, potencialmente tóxico. Por otro lado, según un informe publicado en 2018 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2016 murieron más de 3 millones de personas a consecuencia del consumo nocivo del alcohol, lo que representa 1 de cada 20 muertes.
De todas las muertes atribuibles al alcohol, el 28% fueron lesiones, causadas por accidentes de tránsito, autolesiones y violencia interpersonal; el 21% trastornos del sistema digestivo, como la cirrosis hepática; el 19% enfermedades cardiovasculares, y el resto enfermedades infecciosas, cánceres, trastornos mentales y otras afecciones.
Sin embargo, esta sustancia hace miles de años se utiliza como anestésico y analgésico. Por otro lado, la medicina contemporánea sería impensable sin el uso del alcohol. Provoca la muerte de los microorganismos y sus variaciones se usan para la desinfección de la piel y del equipamiento médico.
Por otro lado, el alcohol es utilizado como el antídoto en las intoxicaciones por metanol o alcohol de madera. En algunos casos, incluso, está indicada su administración por vía intravenosa.
Botox
Botox es una toxina producida por una bacteria el Clostridium botulinum. La misma responsable del botulismo, una enfermedad rara, pero grave, que puede provocar dificultad para respirar, parálisis muscular y hasta la muerte.
Sin embargo, esta misma toxina tiene amplios usos en la medicina que van más allá de su conocida utilización con fines estéticos. El botox también está indicado en enfermedades caracterizadas por movimientos involuntarios, llamadas distonías; en la hiperhidrosis, que es la sudoración excesiva de las palmas de las manos y las axilas, y hasta en la migraña.
Serpientes, monstruos y tarántulas
El captopril y la víbora del hoyo
Algunos de los más terribles venenos del mundo animal han servido de inspiración para la creación de medicamentos. Es poco conocido, por ejemplo, que el captopril se deriva del veneno de la Bothrops Jararaca Jaracussa, también conocida como la víbora brasileña del hoyo.
Este medicamento fue aprobado en 1981 y es el primero de una familia de fármacos utilizados en la hipertensión arterial. Un estudio del año 2013 muestra que los fármacos de esta familia representan el 53% de todos los hipotensores consumidos en Cuba.
La exenatida y el monstruo de Gila
La exenatida es un fármaco sintético derivado de un compuesto identificado en el veneno del monstruo de Gila (un tipo de lagarto venenoso encontrado principalmente en regiones de Estados Unidos y en México).
Fue aprobada para el tratamiento de la Diabetes tipo II. En la actualidad, está siendo estudiada para su posible aplicación en el tratamiento de pacientes con Parkinson.
Además de los ejemplos anteriores ya se han aprobado medicamentos derivados del veneno de caracoles marinos y de la tarántula. Este es un campo de investigación en constante desarrollo.
Cuestión de dosis
Como se ha visto, hasta los medicamentos de uso más común, mal administrados, pueden acabar con la vida de cualquier persona. Del mismo modo, los venenos más temibles han servido para la creación de algunos de los fármacos más útiles en la medicina moderna. ¿Dónde radica entonces la diferencia?
La clave está en una frase del alquimista, médico y astrólogo suizo Paracelso: “Todas las sustancias son venenos, no existe ninguna que no lo sea. La dosis diferencia un veneno de un remedio”.
Paracelso tenía razón: cualquier compuesto químico, según su dosis, vía, velocidad de administración y fines puede ser un veneno o un medicamento salvador. Es muy importante tenerlo en mente cada vez que vayamos a manipular alguna de estas maravillosas herramientas terapéuticas.