¡Ah! La gente hace preguntas, perdidos en la confusión,
y yo les digo que no hay problemas, solo soluciones.
John Lennon Watching the Wheels
El año 2021 fue muy difícil, convulso. El pico de la pandemia de COVID-19; el peso del bloqueo y las más de 240 nuevas sanciones de Estados Unidos contra Cuba; la escasez en su punto más alto; cortes de electricidad; la factura de una Tarea Ordenamiento a destiempo, del mal manejo del presupuesto y la falta de una estrategia coherente y clara para sortear las dificultades; el 11 de julio y sus repercusiones.
En medio de tan adversa situación el Gobierno cubano tuvo el tino de abrir el espectro de formas de gestión en la economía para ciudadanos cubanos y, “al tibio amparo” de la Resolución 63 de 2021, se dio paso a la creación de las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas, las ya famosas mipymes.
La estancia en el que fuera mi centro laboral por treinta y seis años, digamos que dejó de ser agradable y productiva por lo que decidí, con 59 años, salir de la academia en un contexto que no hizo más que corroborar mis razones para dejarla.
Al alivio que sentí le añadí la suerte de que un amigo había fundado una mipyme de comercio electrónico y me tenía un puesto de administrador. Recuerdo la ceremonia en un bufete de abogados. Aquel primer ensayo no resultó del todo, pero conservo el agradecimiento por el gesto, y la experiencia que pude adquirir en el trayecto.
Desde hacía años venía estudiando el tema de las energías renovables y sus posibilidades para Cuba. Por otra parte, tenía acumulado, por mi tesis doctoral y trabajos específicos, bastante información sobre procesos de descentralización, autogestión y, sobre todo, me motivaba la idea de las fábricas recuperadas en Argentina: “Producir sin patrones”. Que traducido al marianense (mi idioma natal) quería decir, trabajar sin aguantarle paquetes a nadie.
Tuve la suerte de encontrar tres profesionales, además amigos leales y con los mismos intereses, por lo que decidimos presentar los documentos al Ministerio de Economía y Planificación para fundar nuestra empresa. El MEP tiene habilitada una plataforma online en la que se le da seguimiento a todo el proceso, que funciona sin contratiempos. Estos últimos sobrevienen en los espacios institucionales reales, donde se hace el papeleo.
Una de las paradojas de nuestra realidad: vivimos en un sistema centralizado que funciona a la inversa. Lo que debía estar descentralizado de hipercentraliza, lo que debería estar centralizado funciona, cuando funciona, en la anarquía. Pero, en general, la PAE (Plataforma de Actores Económicos) funciona.
Nuestro primer acuerdo fue darnos autonomía, pero consultarlo todo utilizando la tecnología disponible. Desde mayo de 2022 que comenzamos el proyecto nos hemos reunido presencialmente en seis ocasiones, y hemos resuelto todos los problemas que hemos enfrentado.
La marca nos llevó tiempo y esfuerzo, buscando en las redes sociales, en las bases de datos internacionales, incluso, indagando en un fondo de marcas europeo por aquellas que estaban en tiempo de “silencio”, como se denomina el período de dos años que una marca debe pasar hasta que se compruebe que no existía otra anterior. HAXBER Energías es el acrónimo de los nombres de los socios y el propósito de nuestra gestión. Ya está en el proceso de acreditación en las instituciones habilitadas a tales efectos.
En épocas difíciles hay personas capaces de darlo todo sin siquiera conocerlo a uno. El diseño de nuestra identidad fue el resultado de un gesto tremendamente altruista de un prestigioso diseñador, quien se enamoró del proyecto y decidió acompañarnos. Gracias, hermano.
El MEP nos aprobó un objeto social más amplio del que habíamos propuesto, lo cual nos hizo ampliar los marcos del proyecto original, así como rediseñar los sectores de negocio y las fases de crecimiento y desarrollo de la empresa en el mediano y largo plazos.
Finalmente, en julio de 2022, se nos aprobó la creación de una empresa para la “fabricación, comercialización, instalación y mantenimiento de equipos, tecnologías y medios asociados a las fuentes de energía renovables”. Se daba inicio a un proceso que concluyó, casi milagrosamente, en diciembre de ese año. Espero que alguien con más espíritu positivo pueda escribir sobre el viacrucis en que se convierte la tramitación en Cuba. Me pregunto, si existe la experiencia de la “ventanilla única” para la inversión extranjera, ¿será tan imposible implementarlo para las empresas cubanas? ¿Somos tan diferentes?
Uno de los retos de HAXBER está en el modo de funcionar. Tenemos una sede oficial, pero hemos preferido desafiar la noción de que el trabajo solo ocurre en una oficina. En realidad, es donde menos ocurre. Los contactos de negocio se realizan in situ, donde se planea ejecutar una obra, con los clientes directos. En otros casos, convertimos la red gastronómica en oficina ad hoc. Un poco de privacidad, un buen servicio de catering y propuestas concretas es todo cuanto se necesita. Sobran los ejemplos de negocios multimillonarios que se han firmado en la servilleta de un bar.
Todas las empresas deben trabajar con un sistema contable certificado y aprobado por nuestras instituciones. Algunas empresas han transferido su contabilidad a entidades privadas y cooperativas que brindan esos servicios. Nosotros, tras evaluar la amplia gama de posibilidades, nos decidimos por un sistema modular, que funciona en la nube y al cual todos los socios y trabajadores podemos acceder desde nuestros dispositivos electrónicos.
Bien mirado, preferimos arriesgarnos a las fluctuaciones de la conectividad en Cuba, pero nos ahorramos millones en horas malgastadas en reuniones sobre cifras directivas y planes técnico-económicos, además de practicar algo que exigimos constantemente: TRANSPARENCIA. No existe secretismo en la empresa, la información está disponible todo el tiempo para todos los trabajadores. Es práctica cotidiana la archiconocida frase “donde se cae el burro, se le dan los palos”. (Aunque ahora mismo me preocupa que alguien me acuse de promover el maltrato animal).
Una primera experiencia interesante fue a la hora de firmar el contrato para el sistema. Fue con una entidad estatal y tengo la mejor opinión del servicio y de la calidad del sistema. Me dicen que tenía que traer “el certifico” que me autorizaba a firmar el contrato. El sentido común indicaba que si en las escrituras (documento indispensable) dice claramente quién es el dueño de la empresa, entonces por qué razón tendría nuestra asesora legal que emitir un documento autorizando al dueño a firmar los documentos de su empresa. Luego me percaté de que es el procedimiento para las entidades pertenecientes al Estado. Claro, el dueño es el Estado, y éste faculta a un director para que actúe en nombre de esa entidad. Y, otra vez, me recordaba de Marx y su noción de la igualdad.
El sistema trabaja por módulos, y ciertamente resulta útil y operativo. En el módulo referido a la nómina surgió otra paradoja. Ante la pregunta de quién va a trabajar la nómina, la respuesta era obvia: quien operara el sistema y tuviera los permisos de modificación. Pues no, en ese momento tuvimos un productivo debate que volvió hacia las nociones sobre el sentido común. Supuestamente, para trabajar la nómina en una microempresa con solo tres empleados —cada uno con funciones muy específicas y operativas— era necesario un jefe o una jefa de personal.
De pronto estábamos hablando de una oficina (que pagara renta, electricidad, aire acondicionado, mobiliario, teléfono, Internet, agua y demás) con recepcionista, secretaria, pantrista, dos custodios… y los salarios correspondientes, así como su seguridad social, vacaciones e impuesto por empleo de fuerza de trabajo. Todo eso, para que hubiera un jefe de personal que llevara la nómina en un sistema de acceso remoto colectivo.
Nos dimos de bruces con una creciente fuerza de trabajo flotante, “de sobra”, para los tecnócratas de uno y otro ismo. Las nuevas tecnologías, la dinámica empresarial y laboral en general hacen imprescindible un cambio de paradigma de la organización del trabajo. No se trata de despedir y descalificar fuerza de trabajo, sino de generar empleo realmente útil, tanto para el emprendimiento de que se trate, como para la sociedad en general.
La corta experiencia que tengo en el mundo empresarial me ha corroborado algo que había experimentado antes en la academia. La forma de funcionamiento de las estructuras institucionales, y la formación que reciben como cuadros prepara muy bien a nuestros funcionarios como expertos en lo que “no se puede”, y en disciplinas como “justificacionismo” y la “trabatología”. Los tropiezos son diarios, la ligereza con que se esgrimen prohibiciones es impresionante. Se han multiplicado aquellos a quienes Silvio llamara “los delimitadores de las primaveras”.
Sin embargo, tengo la experiencia vívida de personas en las instituciones del Estado, académicas, del empresariado, con una amplitud de horizontes y unas ganas de trabajar y transformar las de cosas para bien. No puedo menos que ser optimista. La confianza que tengo en las posibilidades de esa transición hacia una matriz energética sustentable y con soberanía tecnológica está basada, en gran medida, en esos maravillosos seres humanos que me he ido encontrando a lo largo del camino que emprendimos en mayo de 2022.
Termino esta entrega con la idea de Lennon en su canción “Watching the Wheels” al comienzo:
Estoy sentado aquí viendo las ruedas girar y girar,
realmente me encanta verlas rodar.
Ya no más vueltas de carrusel,
solo tuve que dejarlo ir.
Ya hablaremos de negocios, para ir cerrando.
♦ Lea la Primera parte de esta serie.
♦ Lea la Segunda parte de esta serie.
♦ Lea la Tercera parte de esta serie.
♦ Lea la Quinta parte de esta serie.
Excelentes análisis …con visión de posibilidades…en medio de la oscuridad prevaleciente…en este “archipiélago de certezas”….
Abzo. Ovidio
Gracias Ovidio. Qué alegría me das. Estoy convencido de todo lo que se puede lograr. Abrazo
Excelente análisis, soy solo una futura cliente, quisiera poner panel en casa, podría hacerlo a través de uds? Gracias