Una de las siete villas fundacionales de Cuba, la otrora Santa María del Puerto del Príncipe, festeja este viernes los 510 años de su fundación.
En el programa de celebraciones de la hoy llamada Camagüey resalta la Semana de la Cultura, que se extenderá hasta el miércoles 7 de febrero.
El megaevento integra una serie de presentaciones artísticas, evocaciones de sucesos tradicionales y agendas académicas, entre ellas el importante Simposio Desafíos en el Manejo y Gestión de Ciudades.
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Organizada por la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, la edición XVI del evento tuvo lugar hasta este viernes en el salón Eusebio Leal Spengler del Centro de Convenciones Santa Cecilia.
Con la convocatoria de la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales Cubanas y el acompañamiento de la Unesco, al foro asistieron invitados de Uruguay, México, Ecuador, Francia y Cuba, quienes fueron informados sobre el plan maestro de la ciudad y los trabajos de rehabilitación y conservación
En 2008, el centro histórico de Camagüey fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
Una de las atracciones de las celebraciones por los 510 de Camagüey ha sido la primera edición Feria de Arte y Artesanía en el recinto expositivo de la urbe.
Auspiciado por el Fondo Cubano de Bienes Culturales del territorio, el evento cuenta con dos corredores dedicados a las artes aplicadas y otro a las artes visuales donde confluyen expo-ventas de artesanías y trabajos en vivo de los participantes cubanos y extranjeros.
La feria se enriquece con expositores de Rusia, Perú, México, Panamá y de 10 provincias cubanas, con presentaciones de productos y rondas de negocios.
En esta oportunidad destacan las manifestaciones de cerámica, orfebrería, juguetería, calzados, bisuterías, textil, juguetes infantiles, mobiliario y plantas ornamentales, entre otros surtidos.
La inauguración del bazar fue enaltecida con la visita del conocido pintor Maykel Herrera, oriundo de la llamada Ciudad de los Tinajones, y con la actuación del Ballet Folklórico de Camagüey
La Semana de la Cultura Camagüeyana contempló a su vez la Lectura del Bando, una acción que tiene su origen en el período colonial, mediante la cual las autoridades españolas regulaban las festividades populares, con marcado énfasis en el San Juan.
Contemporáneamente, esa tradición anuncia las pautas de comportamiento para la jornada festiva, con la alocución desde un balcón de la sede del gobierno municipal.
En el discurso correspondiente a este año, la presidenta del Gobierno local, Dixamy Rodríguez “apeló a la civilidad, a pensar en nuestras esencias y a respetar el legado”, refieren reportes de prensa.
El programa cultural incluye también un encuentro de escritores locales e investigadores de la historia de la región camagüeyana, además de conciertos y funciones de ballet.
Igualmente está prevista una gran exposición de artes plásticas en la edición 34 del Salón de la ciudad, y un concurso de interpretación musical que lleva el nombre de Patricio Ballagas, una de las voces líricas más importantes del parnaso cubano del siglo XX.
No faltarán la entrega de obras públicas, entre ellas algunas de corte cultural, talleres científicos y recorridos por museos.
Ilustres lugareños
Además del citado Ballagas, Camagüey ha sido cuna de insignes figuras de la cultura y la ciencia nacionales.
La poeta y dramaturga Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), el médico e investigador Carlos Juan Finlay (1833-1915), el poeta Nicolás Guillén (1902-1989), la patriota Ana Betancourt (1832-1901), el filósofo y educador Enrique José Varona (1849-1933) y el escritor Severo Sarduy (1937-1993) son algunos nombres ilustres de la ciudad.
Una ciudad que huyó del mar
El relato habla que Diego de Ovando, conquistador y encomendero monárquico, a nombre del Rey, leyó el pregón del adelantado Diego de Velázquez que declaraba instalado el Ayuntamiento, formado por un alcalde, dos regidores, un escribano y un aguacil.
Ese es el día uno de Santa María del Puerto del Príncipe, una de las siete primeras villas de Cuba, nacida para la historia el 2 febrero de 1514, día de la virgen de La Candelaria, en el cacicazgo de Mayanabo, Punta de Guincho; actualmente Nuevitas, en la costa norte del centro de la isla.
Se constituyó también la estructura de mando: una parroquia, cuyos funcionarios reales eran un tesorero, un contador, un factor y un veedor.
A los indios siboneyes, pobladores del lugar, se les obligó a levantar bohíos de yagua y guano que servirían de ayuntamiento, iglesia y viviendas para los 55 españoles solteros que ocuparían el territorio.
Dos años después, según el manuscrito de Balboa Troya, habitaban la villa 97 castellanos.
Su ubicación marina, de cara al Atlántico, tuvo, sin embargo, que ser sacrificada. La falta de fuentes de agua potable, los mosquitos y las tierras no muy aptas para los sembradíos, convirtieron al nomadismo a Santa María del Puerto del Príncipe.
En marzo de 1516, los pobladores se mudaron al cacicazgo de Caonao, obligando a los indígenas al trabajo agrícola esclavo. No tardaron en sublevarse en enero de 1538. Los siboneyes quemaron la villa y los vecinos se vieron forzados a abandonar el Caonao.
El 6 de enero de 1538, al mediodía, después de una marcha forzada durante la noche para huir de sus perseguidores, los españoles finalmente llegaron al cacicazgo de Camagüebax.
Fueron tratados generosamente por los nativos, que le entregaron terrenos para construir sus viviendas
Las extensas llanuras alejadas del mar, casi en el medio de la isla, facilitaron la explotación minera del oro, principalmente, el desarrollo de la agricultura y sobre todo de la ganadería.
La demografía de entonces testimonia el esplendor de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe. Unos 13 mil personas habitaban la localidad hacia la primera mitad del siglo XVIII.
El lugar mediterráneo de su florecimiento traicionaba el original nombre marino, pero renunciar al mar no fue una mala decisión.
En 1903, en una Cuba ya republicana, la ciudad fue oficialmente retitulada como Camagüey, en honor a sus ancestros precolombinos. Desde entonces, ese ha sido su nombre, aunque ya la región era conocida de esa manera y hoy también se nombra así a toda la provincia.