Hace tres años, el 2 de septiembre de 2021, murió mi abuela Milagros. Nunca perdimos la fe en que se recuperara, pero los daños de la COVID-19 eran irreversibles. Cuando mi madre me llamó para contarme, tuve que decirle a mi abuelo Enrique; uno de los momentos más duros de mi vida. Recuerdo, me pidió que no llorara, que fuera fuerte para que pudiera ser fuerte él. Vinieron días de silencio, de un vacío escalofriante…
Sin embargo, en medio de la tristeza, mi abuelo tuvo instantes muy breves de sosiego. Fueron flashazos, literalmente segundos, lo que se demoraba Omara Durand devorando metros en la pista del Japan National Stadium, sede del atletismo en los Juegos Paralímpicos de Tokio.
En las oscuras madrugadas de Mantilla, Omara fue un pequeño rayo de luz que entró por la ventana del cuarto solitario de mi abuelo, donde poco antes de las carreras ponía una silla para sentarse con una taza de leche hirviendo y la esperanza de que las victorias seguras de la santiaguera le ahogaran las penas.
Poco tiempo después de terminados los Juegos de Tokio, tuve el privilegio de conversar largo y tendido con Omara y Yuniol Kindelán, su guía y compañero en las peripecias atléticas. Luego de descubrir un montón de anécdotas de sus carreras, les conté del fallecimiento de mi abuela y de la paz que encontró mi abuelo con cada zancada de ellos. Quedaron asombrados…
“Es el tipo de historias que nos motivan a seguir, a esforzarnos, a entrenar para darle a la gente al menos una alegría, una satisfacción”, me dijeron emocionados. Meses después, en un documental de la Televisión Cubana sobre la actuación de Omara y Yuniol en Juegos Paralímpicos, fueron ellos quienes recordaron el pasaje de mis abuelos como uno de los momentos más inspiradores de su trayectoria.
Hoy, Omara y Yuniol siguen siendo dos grandes ídolos de mi abuelo, un apasionado enfermizo del deporte con tantos referentes como años vividos. Y si están en un pedestal no es porque hayan contado su historia en televisión, sino por la historia que ellos mismos vienen escribiendo en las pistas de todo el mundo desde hace más de una década.
No hace mucho, hurgando en archivos, encontré que Omara Durand, desde 2011 hasta 2023, participó en 45 carreras y no quedó primera solo en dos: los heats clasificatorios de los 200 y los 400 metros de la cita del orbe de Dubai 2019, donde terminó ganando las dos pruebas en la final. Ese dominio es sencillamente avasallador y le mejor es que no tiene para cuando acabar.
En los Juegos de París 2024, Omara de nuevo ha provocado el desvelo de Cuba, detenida en plena madrugada para ver a una de las mejores corredoras del movimiento paralímpico en la historia. En Saint-Denis impuso su ley en la vuelta al óvalo, con paso firme y endemoniado y sincronización exquisita junto a Yuniol Kindelán, los sellos de dos corredores que avanzan por la pista como un solo cuerpo.
Llevaban tiempo sin correr por distintas molestias físicas, pero en 24 horas triunfaron en tres carreras de 400 metros, rebajando sus cronos (en la final hicieron 53.59 segundos) y sin acusar la falta de rodaje competitivo. “Muy feliz con mi medalla de oro número nueve en Juegos Paralímpicos, la estoy disfrutando muchísimo. Lo que hemos hecho es con tremendo esfuerzo, con el corazón, y gracias a eso salió el resultado”, apuntó Durand a la prensa acreditada en la cita parisina, donde ha tenido infinidad de reflectores encima.
“Salimos a buscar el oro, salimos a ganar, a dar un espectáculo, a dar un show para la gente que nos sigue, para todas las personas que nos admiran mucho. Sentimos la energía positiva de la grada y eso también nos anima a hacer una buena carrera”, añadió Kindelán, quien ha estado con Omara en 7 de sus 9 coronaciones paralímpicas.
El rendimiento de ambos en París han puesto en alerta a las oponentes, quienes quizá se concentren ahora solo en pelear por la plata y bronce. “Todas las atletas que corren conmigo se estimulan por enfrentarme, me caen atrás para mejorar los tiempos. Eso me hace crecerme. Para mí todas las rivales son buenas, a todas las respeto y la última palabra es en la pista”, dijo Omara sobre sus contrarias en la categoría T-12 (débiles visuales).
Tras su primer triunfo en la capital gala, Durand no va a parar. Por delante le quedan los exámenes de 100 y 200 metros, modalidades de velocidad pura en las que ella siempre ha mostrado su mejor versión, corriendo con el corazón: “Es agotador el trabajo que tenemos que hacer, pero estamos preparados para todas estas carreras. Ahora tenemos 24 horas para recuperarnos, no tenemos preocupación, nos sentimos fuertes, nos quedan seis carreras y las seis carreras las vamos a ganar”.