“Con habilidad y suspicacia probada, Laura Lis ejercita la lírica que fluye. Sus piezas son un arrebato a la emoción y un homenaje a las credenciales que verdaderamente importan”.
Andrés Isaac Santana, crítico de arte
El arte visual contemporáneo en Cuba se revitaliza sostenidamente; nuevos artistas nutren este cuerpo artístico en permanente mutación y de una pujanza sorprendente. Es el caso de Laura Lis Peña, quien comenzó su andadura por las piezas de joyería escultórica y el tratamiento del cuerpo como metáfora del universo. Ahora se mueve a otras expresiones más complejas y ambiciosas. El suyo ha sido un comienzo acelerado y muy provechoso en pocos años.
Laura Lis viene del mundo del deporte de alto rendimiento. Fue atleta de primer nivel en Cuba e internacionalmente, pues a finales de los noventa resultó ser la figura más destacada del equipo femenino de Vela 470 (1998 a 2001), además de pionera y campeona nacional en Kitesurf en los años 2003 a 2009; también sobresalió en esquí acuático y concluyó estudios superiores de Cultura Física en la universidad cubana del deporte. Una lesión, cuando se preparaba para competir al máximo nivel mundial, le impidió continuar en la actividad del músculo. Fue cuando el arte vino en su auxilio.
Desde niña, Laura Lis había experimentado la urgencia de crear formas volumétricas con sus manos; dibujaba y soñaba con decoraciones interiores en su casa. Esto permaneció en ella como un sueño pendiente, o como algo dormido que podía despertar algún día. En conversaciones previas a la redacción de este texto, la joven artista reveló que su hogar y sus padres, cada uno a su modo, fueron fundamentales a la hora de crear la sensibilidad, los deseos y la necesidad de expresarse por medio de los signos.
Y es que el interés por el arte no surge necesariamente en escuelas especializadas o en academias; la familia puede ser decisiva. Así lo confirman muchos creadores autodidactas cubanos. El crítico Gerardo Mosquera cree que los artistas en Cuba surgen como la hierba indócil que crece aleatoriamente en cualquier rincón de campos y ciudades. Es realmente un asunto de vocación, y como dijera Octavio Paz: “Al descubrir nuestra vocación nos descubrimos nosotros mismos. Es un segundo nacimiento”.
La lesión y el retiro obligado del deporte sumieron a Laura Lis en una situación de cierto desvalimiento y desconcierto provocados por la pérdida de un norte en el que emplear su desbordante energía. Fue entonces que se manifestó en ella el sustrato sensible y latente ya mencionado. Despertaron aquellas reminiscencias de la infancia y bebió del influjo de la actividad indetenible y experta de su esposo, Dagoberto Rodríguez, uno de los integrantes del reconocido trío artístico Los Carpinteros (disuelto ya como grupo), quien resultó ser un apoyo fundamental en todos los órdenes, un mentor, un guía y un abrecaminos insuperable.
Aquel fue el momento de reinventarse. El arte se le insinuó a Laura Lis como una posibilidad para probar la determinación y firmeza cultivadas en el aprendizaje de las competiciones deportivas. De cualquier manera, estaba en el umbral de otro universo, tan o más competitivo que el anterior.
Si el cuerpo fuerte y sano, entrenado y capaz, le propiciaba una sensación de libertad muy peculiar, el arte le ofreció otra perspectiva de ese sentimiento, la de la creación de ámbitos e imágenes que solo dependían de su espíritu creador y su imaginación. De una libertad pasó a otra, bien distinta, pero libertad al fin. Ahora creaba objetos y artefactos salidos de su mente y talento; era como una capacidad demiúrgica, la libertad espiritual total que solo se alcanza en el arte, según Lezama Lima.
La joyería (que estudió en Madrid) se presentó no solo como una actividad muy interesante y absorbente, sino que fungió como la puerta de entrada a la creación artística. El trabajo con el metal, la cera perdida, el esmalte cristal y la cerámica fueron el inicio práctico. Una vez dentro de la creación de joyas, se percató que estaba muy próxima a la gestación de formas esencialmente artísticas.
Vale mencionar que no han sido pocos los grandes maestros de la historia del arte que han incursionado en la orfebrería, lo cual evidencia que las fronteras entre artesanía y arte se han vuelto cada vez más porosas.
En 2019 la Gallería Nazionale delle Marche de Urbino realizó la exposición “Scultura aurea”, en la que nombres como Pablo Picasso, Alexander Calder, Salvador Dalí, Giorgio De Chirico, Georges Braque y Lucio Fontana, entre otros, estuvieron representados con joyas de su autoría. Por otra parte, algunos creadores como Gío Pomodoro han participado en importantes eventos con muestras de joyas, en su caso específico en la Bienal de Venecia de 1956, cuando este era muy joven.
El trabajo de Laura Lis siempre ha estado guiado por su necesidad de expresarse a través de los símbolos. Conceptuosa por naturaleza, cualquier creación plástica necesita para ella de una reflexión genésica y una definición previas. Sobre su despegue, dijo: “Siempre he tenido la idea de que cada joyero es un escultor”. Y no se engañaba. Sus primeras muestras denotaron el dominio nato y neto de las formas tridimensionales. Quizás sin saberlo comenzó a moverse en una actividad especializada cuya tradición hundía sus raíces en las culturas aborígenes taínas. Los habitantes originales de Cuba fueron grandes artistas de colgantes e idolillos labrados en piedra y metales preciosos.
Así surgieron las primeras muestras de pequeñas esculturas semejando joyas, o viceversa. En 2017 Laura Lis expuso “Asimétrica”, en la galería El Apartamento, de La Habana, dos años después, como parte de la XIV Bienal de La Habana, presentada como “Asimétrica-Acción Concreta Mínima”, en el Teatro Nacional de Cuba, en una suerte de homenaje al gran pintor concreto Pedro de Oraá, quien expuso algunas de sus obras en dicha ocasión.
El arte en una escala mayor nimbaba sobre su cabeza. De hecho, en ese instante su eslogan fue “arte para llevar”. Era palpable la influencia del abstraccionismo concreto y del cinetismo, en particular de la obra de Loló de la Torriente. Así lo explicó Laura Lis: “La figura de Loló me cautivó muchísimo, me sentí identificada con ella; fue otra artista autodidacta, como lo era yo, lo que me la hacía muy cercana”.
Todo aquel aporte sustancial y experimental del arte concreto cubano de la década de los cincuenta del pasado siglo lo trasladó la joven artista a unas pequeñas piezas ornamentales de excelente factura e inspiración. El homenaje a Loló quedó plasmado en estas obras delicadas y expresivas.
La muestra “Votiva”, realizada en 2021 en el espacio Plus Artis Madrid, fue el paso siguiente que enfrentó la artista desde una perspectiva signada por la emotividad. La pausa por pandemia de la COVID-19 le sirvió para pensar y preparar adecuadamente esta nueva propuesta. El público asistente estaba muy vinculado al arte y ella aprovechó esa circunstancia.
En esta exposición, dibujos, ideas y notas se entremezclaban con la orfebrería. “De la idea a la materia. El accesorio para el cuerpo y el cuerpo en el accesorio. Esta serie comienza a manifestar una entidad propia, un cuerpo de obra potente que excede los límites de la joyería y se expande al registro escultórico”, tal y como afirmó en un preciso texto la crítica de arte María Alejandra Gatti.
Ese mismo año, en la muestra “Pulso vital”, Laura Lis apeló, entre otros recursos, a la numerología, a partir de un collar que representaba la vida completa de una persona, una suerte de historia de vida encarnada en números ensartados en la pieza. También expuso bocetos de sus obras para ofrecer el proceso artístico como parte de la artisticidad resultante. Sin dudas, 2021 fue el año en que se materializó el momento decisivo en la creatividad de la artista.
La muestra o colección “Color luz”, presentada con notable éxito, coincidiendo con la importante Feria de ARCO, en el espacio de su esposo en Madrid, trajo a colación las siguientes palabras de la experimentada crítica de arte Beatriz Gago: “Laura Lis resuelve sus diseños a propósito del cuerpo, pero sin conformarse con metáforas evidentes. La visualidad de las piezas se construye a partir del desarrollo del espacio […], que va más allá de la mera fascinación decorativa y genera una experiencia compleja de socialización”. Como se puede apreciar, la crítica especializada comenzó a seguir de cerca su trayectoria, lo cual ha ido in crescendo hasta el presente.
Lo importante de esta muestra es que ya, casi sin percatarse de ello, Laura Lis estaba más en el ámbito de las artes visuales propiamente dicho que en el de la artesanía de las joyas. Había transitado un camino bastante corto que la colocó de lleno en la gestación de formas desde el concepto. La alquimia de ideas y referentes, la concepción del arte escultórico en piezas de pequeño formato como verdaderas ofrendas, fue trazando un expedito y rectilíneo itinerario hasta llegar al vasto universo del arte contemporáneo.
Su imaginación está a prueba de cualquier duda; ella sabe combinar formas y elementos diferentes en busca de su significación, es capaz de dotar de sentido a lo más insignificante, capta la relación entre imágenes y objetos enfatizando el mensaje. Es decir, transforma las sensaciones en visión y la visión en objetos artísticos. Son signos que nos invitan al viaje fascinante de la fantasía, puentes entre su tentativa de expresar y nuestra posibilidad de comprender, esa zona en la que se resuelve buena parte de la aventura del arte.
Ahora, ya con más calma y seguridad en sí misma, Laura Lis se prepara para participar en tres grandes eventos en el próximo mes de noviembre: la XV Bienal de La Habana, la Bienal de Venecia y la Bienal de El Cairo; en estos dos últimos como parte de proyectos colectivos.
En la cita habanera estará presente con el proyecto “Maternidades”, cuyo núcleo conceptual son los senos de las mujeres. “Es un discurso sobre la mujer madre, sus sacrificios y entrega, pero también desde la estética y contemplación de esta parte del cuerpo que nos lleva a nociones sobre la feminidad”. Los senos serán puffs de tela que permitirán que los espectadores, al sentarse, puedan sentir el símil de la atracción de ese símbolo maternal durante la infancia.
En la Bienal de Venecia será parte del proyecto colectivo “Curar las Aguas”, en el prestigioso Centro Cultural Palazzo Pizzani Revedin. Y en la Bienal de El Cairo participará con un video arte referente a la acción del lavado de cerebros.
Sin duda, se han alineado los astros para Laura Lis, tres en uno. Talento, imaginación y energías le sobran a esta artista para seguir su andadura en el vasto y complejo mundo del arte.