Los desastres naturales se combinaron de manera insólita a finales de año para Cuba. La temporada ciclónica dejó un registro de dos huracanes que golpearon directamente al territorio nacional. Cuando estaba por terminar este periodo, que se extiende entre el 1 de junio y el 30 de noviembre, dos fuertes sismos sacudieron buena parte del país, a los que se agregó un tercero que en las postrimerías de diciembre volvió a poner en guardia a la zona oriental.
A fines de junio se avisaba sobre la inminencia de una temporada ciclónica “muy activa”. La primera alarma se levantó con la formación del huracán Beryl, el primero que alcanzó la categoría 5 este año. Su paso por el sur de Cuba no produjo grandes afectaciones, sin embargo, localidades del oriente como Guamá, Niquero o Manzanillo reportaron marejadas y tormentas severas, asociada a sus bandas de alimentación.
Las alarmas volvieron a emitirse tres meses después, cuando el huracán Helene pasó entre el cabo de San Antonio y la península de Yucatán.
En Pinar del Río hubo afectaciones en el servicio eléctrico, la agricultura y la vivienda. También fueron notables los acumulados de lluvia.
En sentido general, Helene fue el ciclón tropical más catastrófico de este año, y el segundo más mortal que ha impactado a Estados Unidos, por detrás de Katrina, aquel mortal huracán de 2005, según recordaba el Instituto Cubano de Meteorología (Insmet) en su resumen del año.
Para Cuba, en cambio, el mes de octubre reportó los mayores perjuicios debido. Tres organismos tropicales amenazaron directamente el territorio nacional.
A principios de mes, el huracán Milton impactó el Cabo de San Antonio, con vientos e inundaciones en zonas como el Surgidero de Batabanó y Mayabeque. Además, provocó fuertes lluvias en Isla de la Juventud, Pinar del Río y Artemisa.
Días después llegó Oscar, un organismo que tuvo apenas tres días de duración, pero que de entrada golpeó el Oriente del país con categoría 1. Al abandonar tierra, pocas horas después, el sistema era una tormenta tropical. Impactó por un punto cercano a la ciudad de Baracoa, Guantánamo, y salió degradado por la costa norte, cerca de Gibara, Holguín.
Los mayores daños a su paso se reportaron en tres municipios montañosos de Guantánamo, sobre los cuales el fenómeno atmosférico se mantuvo casi 24 horas. Azotó la zona con fuertes vientos de unos 130 kilómetros por hora e intensas lluvias que produjeron insólitas inundaciones.
Las autoridades llegaron a estimar en cerca de 600 mm las lluvias caídas solo entre Imías y San Antonio del Sur. Según informaciones proporcionadas a la Asamblea Nacional en diciembre, 65 278 clientes quedaron sin servicio eléctrico, ya que se registraron cuantiosos daños en transformadores, postes y líneas de alta tensión; además, hubo miles de viviendas afectadas: 12 mil, de las cuales 10 mil continuaban sin solución en diciembre.
Este ciclón dejó 7 muertos, y cuantiosos daños en infraestructuras, como puentes fracturados, viales obstruidos por árboles caídos y ríos desbordados que ocasionaron inundaciones sin precedentes.
Dos semanas después de la entrada de Oscar a territorio cubano, el seis de noviembre, otro huracán volvía a preocupar a los cubanos, aunque esta vez los avisos estuvieron concentrados en la zona occidental. Se trataba del onceno ciclón de la temporada y fue bautizado como Rafael. Tenía categoría 3 cuando atravesó la isla por Artemisa.
Además de abundantes daños en la agricultura, la red eléctrica fue seriamente afectada en algunas zonas. Según Granma, las autoridades totalizaron 200 mil clientes afectados en Artemisa, 700 mil en La Habana y 100 mil en Mayabeque. La cifra de transformadores afectados superó los 600 y a más de 2000 se elevó la de los postes caídos. 1500 casas quedaron afectadas en Mayabeque por sus vientos, otras 1812 sufrieron daños en La Habana y unas 1930 en Artemisa, según datos suministrados por el Gobierno.
En Total, según el Insmet, 2024 dejó 18 Tormentas con nombre, 11 alcanzaron la categoría de huracán y 5 llegaron a ser de gran intensidad. Fue una temporada “por encima del promedio, histórico teniendo un momento de pausa durante el pico climatológico, para luego tener un récord de formación ciclónica en los meses finales”, según la fuente referida.
Sismos
En cuanto a sismos, todo se había mantenido sin contratiempos hasta octubre. La red de estaciones del Centro Nacional de Investigaciones (CENAIS) estuvo registrando pequeños movimientos telúricos en la zona oriental e, incluso, en lugares poco frecuentes, como la localidad de Santa Marta, en el municipio matancero de Cárdenas, en mayo.
A fines de año se sucedieron dos sismos en las cercanías de Pilón, en Granma, que estremecieron a buena parte del país e incluso hubo reportes insólitos de perceptibilidad en zonas como Florida, en Estados Unidos.
Todavía era temporada ciclónica cuando el 10 de noviembre el CENAIS registró un fuerte movimiento telúrico. Fue registrado sobre las 10:50 am y su magnitud alcanzó los 6 grados. La noticia acaparó la atención de todos, pero el asunto no quedó ahí. Un segundo temblor, que superaba en potencia al anterior, sucedió en menos de una hora. Tenía 6.7 grados de potencia.
Las consecuencias fueron diez personas heridas y miles de viviendas dañadas, según ratificaba un informe del gobierno presentado en la Asamblea Nacional. Los derrumbes de techos y paredes, el agrietamiento de columnas y paredes y la fractura de viales fueron algunas de las consecuencias mostradas en las imágenes que enseguida llamaron la atención de usuarios en las redes sociales.
Según un trabajo publicado por los investigadores Enrique Arango y Manuel A. Iturralde-Vinent en Cubadebate, en Pilón y su entorno han ocurrido los sismos más fuertes de los últimos 90 años en Cuba.
Hasta el 16 de diciembre se habían registrado más de 8400 réplicas en la zona cercana a los epicentros de los sismos el mes anterior. Más de un centenar fue perceptible, con magnitud mayor a 2.5, incluido uno de magnitud 4.1. “Este comportamiento es normal después de dos sismos de esas magnitudes. Mientras mayor es la magnitud de un terremoto mayor es el tiempo réplicas”, escribía Arango en Facebook.
Casi al cerrar el año, otro sismo, con 6.1 grados de magnitud, volvió a estremecer al oriente cubano. Su centro fue reportado a 35 kilómetros de Chivirico, en Santiago de Cuba, y apenas unas horas después de ocurrido ya se habían registrado más de 200 réplicas. Los años, según autoridades, alcanzaron al menos a unas 90 viviendas.