Desde hace varios años, Cuba se enfrenta a una tormenta perfecta de crisis demográfica y socioeconómica, marcada por el éxodo masivo, el envejecimiento acelerado y la creciente incapacidad gubernamental para satisfacer las necesidades básicas de los cubanos.
En el centro de esta crisis palpita la desestructuración del tejido social, donde las familias se desintegran por la estampida migratoria y una población anciana en ascenso se enfrenta a la soledad y la desesperanza, tal como hace notar un reportaje de la agencia española EFE.
Las ONG: un soporte protagónico en tiempos de zozobra
En la misma medida en que se profundiza la insolvencia estatal para atender las carencias de colectivos vulnerables, organizaciones no gubernamentales (ONG) como el Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo (CCRD) han ampliado sus programas para brindar apoyo a las personas más afectadas por la crisis.
El CCRD, una de las mayores ONG en Cuba, ofrece cursos de capacitación y emprendimiento, servicios médicos y psicológicos, campamentos de verano, talleres sobre violencia de género y derechos humanos, y programas de atención a la adolescencia y a la comunidad LGTBI.
La directora ejecutiva del CCRD, Rita García, señala a EFE que la demanda de estos servicios ha crecido significativamente en los últimos años, lo que refleja la magnitud de la crisis social y económica.
El CCRD atiende diariamente a 120 familias en Cárdenas, Matanzas, proporcionándoles alimentos, asistencia en el hogar y apoyo emocional.
La entidad también gestiona una finca de agricultura ecológica, plantas de biogás y purificadoras de agua, contribuyendo a mejorar la calidad de vida de las comunidades locales.

La desesperanza y su impacto psicológico
La migración y la crisis económica han generado un creciente sentimiento de desesperanza en la población cubana, especialmente entre los jóvenes y los ancianos.
Muchos jóvenes no perciben proyectos de vida en la isla y optan por emigrar en busca de mejores oportunidades. Muchos ancianos, por su parte, se enfrentan a la soledad, el abandono y la falta de recursos para cubrir sus necesidades básicas, una situación más acentuada entre quienes no cuentan con parientes emigrados.
En medio de este difícil escenario, el CCRD ha puesto en marcha iniciativas de apoyo psicosocial, como espacios de teatro, pintura y bailoterapia, para ayudar a las personas a enfrentar la depresión y el sentimiento de soledad.
Rita García destaca que “la desesperanza es el tema más difícil que hay” y que es crucial brindar apoyo emocional y psicológico a las personas afectadas por la crisis.
Igualmente, subraya que la legalidad sigue también rezagada en el campo de los derechos de los trans. “Es una comunidad muy golpeada, sola, que se siente desprovista de acompañamiento de leyes” , considera García.
Una sangría demográfica imparable
La migración en Cuba ha alcanzado niveles sin precedentes, superando con creces las crisis migratorias de Mariel en los años 80 y la Crisis de los Balseros en 1994.
El fenómeno “ ha desestructurado todo, todo, todo. La familia, los amigos, los compañeros de trabajo,… la sociedad en general”, dijo a EFE García, presbítera gobernante de la Iglesia Presbiteriana Reformada de Cárdenas.
La falta de alimentos, medicinas y combustible, los prolongados apagones diarios, la inflación descontrolada y la ausencia de perspectivas económicas han provocado una ola migratoria que ha zarandeado profundamente la estructura social del país.
Flashazo: La senectud de Plaza de la Revolución y el retroceso poblacional de Cuba
Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Cuba perdió más de 300 000 habitantes en 2024, lo que representa una disminución significativa de la población total.
El vicejefe de la ONEI, Juan Carlos Alfonso Fraga, informó recientemente que la población actual es de poco más de 9.7 millones de personas, una cifra alarmante en comparación con años anteriores.
Por su parte, las estimaciones del economista y demógrafo Juan Carlos Albizu-Campos son aún más sombrías.
El experto estima que la población de la isla se redujo a 8.62 millones de habitantes en julio de 2024, lo que representa una disminución de 18% en solo dos años (2022-2023).
Esa discrepancia con las cifras oficiales refleja la complejidad de medir con precisión la magnitud de la emigración, en un contexto donde el gobierno ha retrasado la realización de un censo oficial, el último de ellos hecho en 2012 y cuestionado por especialistas independientes por su metodología.
Entretanto, la emigración afecta principalmente a jóvenes en edad productiva y reproductiva, lo que agrava aún más la crisis demográfica y reduce la capacidad del país para mantener su fuerza laboral y garantizar el reemplazo generacional.
Uno de cada cuatro cubanos tiene ya más de 60 años, en parte por la migración de jóvenes
El envejecimiento de una nación sin stop a la vista
El envejecimiento de la población es otro desafío crucial que enfrenta Cuba. Según la ONEI, el 24,4 % de la población tiene 60 años o más, y se proyecta que esta cifra aumente a 30 % para 2030. Las provincias de Villa Clara, La Habana y Sancti Spíritus son las más envejecidas del país.
Esa tendencia se debe a la baja tasa de natalidad, que ha estado por debajo del nivel de reemplazo desde 1978.
En 2024, Cuba registró solo 71 000 nacimientos, la cifra más baja en décadas. Ello agudiza el problema del envejecimiento poblacional, que plantea desafíos económicos significativos, ya que reduce la proporción de personas en edad laboral y aumenta la demanda de servicios de atención médica y social.
El director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (Cedem), Antonio Aja Díaz, advierte, por su parte, que un país con una cuarta parte de su población envejecida es “más complejo de maniobrar” .
Futuro inmediato, desafíos
Cuba se enfrenta a una serie de desafíos interconectados que requieren soluciones integrales y sostenibles. Analistas consideran fundamental que el Gobierno implemente políticas económicas que fomenten el crecimiento, la inversión y la creación de empleo, al tiempo que se garantiza el acceso a alimentos, medicinas y otros bienes básicos.
Asimismo, resaltan la necesidad de abordar el problema del envejecimiento de la población mediante políticas que promuevan la natalidad, apoyen a las familias y garanticen una atención adecuada a los ancianos, pero para ello es necesario una economía que crezca vigorosamente y no la actual, en plena recesión, o con un crecimiento decimal, en el mejor de los casos.
A su vez, la creación de entornos amigables para los adultos mayores, con espacios verdes y zonas comunes que faciliten la interacción social, es esencial para mejorar su calidad de vida y reducir el sentimiento de soledad.
En declaraciones al periódico Granma, Rachel Lambert Correoso, investigadora del Cedem, estima que, si bien es cierto que el país presenta una situación económica compleja, con dificultades para la inversión en infraestructura, se pueden concebir espacios para que esas personas tengan un envejecimiento sano.
Por último, los expertos señalan que resulta crucial fortalecer la sociedad civil y apoyar a las ONG que trabajan en la primera línea para brindar asistencia a los colectivos vulnerables.
Estas organizaciones desempeñan un papel fundamental en la atención de las necesidades básicas de la población y en la promoción de los derechos humanos.
Para dotar todos estos programas, manifestó García a EFE, en el CCRD se han convertido en “cazadores” de financiación, principalmente proveniente de Europa, Canadá e iglesias de EE.UU.
Sin embargo, en el actual contexto internacional ello también supone un gran desafío. Al respecto, la activista y religiosa advierte que en los últimos meses los fondos han caído “mucho” porque las donaciones están centrándose en las guerras, con Palestina y Ucrania a la cabeza.