En un fallo sin precedentes en Brasil, la Sala Primera del Tribunal Supremo condenó este jueves al expresidente Jair Bolsonaro por intento de golpe de Estado en 2022.
Por primera vez en la historia del país, un exjefe de Estado es sancionado por delitos que atentan contra el orden democrático.
Cuatro de los cinco jueces de un panel del Supremo Tribunal Federal votaron a favor de una condena, y lo sentenciaron a 27 años y tres meses en prisión. Esto, sin embargo, no significa que será encarcelado de inmediato y por ahora permanecerá bajo arresto domiciliario.
Después de dar a conocer la sentencia, el panel del tribunal tiene hasta 60 días para publicar el fallo. Una vez que lo haga, los abogados de Bolsonaro disponen de cinco días para presentar mociones de aclaración.
La decisión judicial pone fin a un capítulo turbulento marcado no solo por la crisis política nacional, sino también por la polémica influencia internacional del presidente de EE.UU., Donald Trump, cuya presión intentó obstaculizar la labor de la ley judicial en Brasil.
La trama golpista y la condena del Supremo
El Tribunal Supremo consideró probado que Bolsonaro, quien actualmente cumple arresto domiciliario con una tobillera electrónica, encabezó una trama criminal cuyo propósito era desestabilizar el Estado de derecho mediante la abolición violenta de las instituciones democráticas.
Los cargos incluyen intento de golpe de Estado, daño calificado y amenaza grave, además del deterioro del patrimonio público.
Junto a Bolsonaro, fueron condenados siete integrantes del llamado “núcleo central” de la conspiración, entre ellos altos exfuncionarios como el exministro de Defensa Paulo Sergio Nogueira y el exministro de Justicia Anderson Torres.
Para los jueces del Supremo brasileño la maniobra golpista no fue obra de alborotadores aislados, sino de una estructura jerárquica que cooptó a las Fuerzas Armadas con el objetivo de perpetuar el poder del entonces mandatario aun después de su derrota electoral frente a Lula Da Silva.
El juez Alexandre de Moraes, relator del caso, enfatizó que los actos ocurridos el 8 de enero de 2023 no fueron simple provocación, sino un atentado serio y coordinado contra la sede de los Tres Poderes, mientras que Cristiano Zanin, presidente de la Sala Primera y exabogado de Lula, aseguró que las pruebas demuestran un plan para quebrar el Estado de derecho desde dentro.

El factor Trump en la crisis brasileña
El proceso contra Bolsonaro, ya de por sí complejo y divisorio dentro del escenario político de Brasil, fue influido también por la activa intervención de Donald Trump, quien llegó a calificar al ahora condenado como “un gran amigo y un gran caballero”.
Durante meses, el gobernante republicano respaldó públicamente a su aliado y exmandatario brasileño, e incluso aplicó aranceles comerciales de 50 % como presión política.
Sin embargo, ni esta influencia ni los intentos de su entorno para presionar políticamente pudieron torcer la decisión del Poder Judicial brasileño.
Trump consideró el proceso judicial como una persecución política e intentó confluir a la comunidad internacional en defensa de Bolsonaro, quien a su vez negó insistentemente la legitimidad de la victoria de Lula.
Este jueves, Trump se mostró “sorprendido” por la condena al exmandatario brasileño, en su opinión “un buen presidente” de Brasil, en tanto; el secretario de Estado, Marco Rubio, adelantó que “Estados Unidos responderá como corresponde a esta caza de brujas”.
Trump concreta aranceles del 50 % a Brasil y Lula repudia la “motivación política” del hecho
Bolsonaro, un legado turbulento
Desde sus inicios como diputado en 1991, Jair Bolsonaro mostró un estilo combativo y polémico, marcado por discursos misóginos y racistas, y por una nostalgia explícita por la dictadura militar brasileña (1964-1985), cuyo legado defendió con frases polémicas sobre la tortura y el uso de la violencia.
El “error fue torturar y no matar” a los disidentes, según dijo antes de llegar al Palacio de Planalto, aupado por la oligarquía, los evangélicos y una clase media desencantada de la corrupción de la izquierda, cuyo líder, Luis Inacio Lula da Silva, fue sacado del juego político tras una trama judicial de la cual, luego de cumplir meses de cárcel, terminó siendo absuelto.
Como presidente (2019-2022), Bolsonaro despreció sistemáticamente a las instituciones, minimizó la gravedad de la pandemia de COVID-19 que mató a unos 700 mil brasileños, y promovió políticas que incrementaron la deforestación en la Amazonía.
Además, su mandato estuvo marcado por el enfrentamiento constante con la izquierda y el descrédito a los sistemas electorales y judiciales.
Tras perder las elecciones de 2022, Bolsonaro y su círculo más cercano iniciaron una campaña sistemática para deslegitimar el resultado electoral y, junto con sectores ultraderechistas, intentaron impedir la transición democrática.
Ese movimiento culminó el 8 de enero de 2023 con el asalto violento a las sedes del gobierno y tribunales, lo que selló su destino ante el tribunal.

El clan Bolsonaro y la resistencia electoral
El clan familiar Bolsonaro, con su esposa Michelle y sus cinco hijos, permanece muy activo políticamente.
Flávio, senador, y Eduardo, diputado que reside en Estados Unidos, siguen defendiendo la figura de su padre. Este último sostiene una campaña ante el gobierno de Trump que no ha logrado desarticular el proceso judicial en Brasil.
Pese a la condena y su arresto domiciliario, Bolsonaro mantiene su discurso de resistencia y ha seguido prometiendo continuar la lucha política, incluso anunciando su intención de competir en las elecciones de 2026, aunque estará inhabilitado.
Mientras, sus seguidores se han manifestado a su favor en las principales ciudades de Brasil, al tiempo que sus detractores han mostrado su apoyo a la decisión del Tribunal Supremo y pedido el encarcelamiento del exmandatario.