“¿Quieren consolidar nuestro liderazgo y credibilidad en el hemisferio? ¡Reconozcan que la Guerra Fría acabó! ¡Levanten el embargo!” pidió Barack Obama al Congreso en su último discurso del Estado de la Unión, correspondiente a 2016. Al hablar del rol de su país en el mundo, la mención a Cuba vino incluida en la parte donde comentaba los frutos de la proyección internacional de su Administración, “una aproximación más inteligente, una estrategia paciente y disciplinada que usa cada elemento de nuestro poder nacional”.
La nueva solicitud contra esa política de guerra económica vino al final de un párrafo dedicado a describir cómo la Casa Blanca ve lo alcanzado en su normalización con La Habana.
“Cincuenta años de aislar a Cuba han fallado en promover la democracia, haciéndonos retroceder en América Latina. Por eso restauramos las relaciones diplomáticas, abrimos la puerta a los viajes y el comercio, y nos posicionamos para mejorar la vida del pueblo cubano” dijo Obama, poniendo otra vez a la isla más grande del Caribe como la llave para asentar la primacía y respeto de su país en Latinoamérica, un punto compartido por la ex Secretaria de Estado y candidata presidencial demócrata Hillary Clinton desde un podio de la Universidad Internacional de La Florida, en Miami.
La coalición militar internacional que actúa en Siria, el acuerdo nuclear con Irán, el pulso económico con China y la lucha contra la epidemia de Ébola en África Occidental fueron otras de las prioridades en política exterior que tuvieron espacio en ese discurso. Ya en diciembre de 2015, el presidente de EE.UU. había enlistado la normalización con el gobierno de Raúl Castro como uno de los diez principales logros de su Administración a lo largo de ese año.
Obama puede presentar avances como el incremento de los viajes a Cuba, a pesar de las restricciones legales a las actividades turísticas, tal como advierte regularmente el Departamento de Estado. El número de visitantes estadounidenses al archipiélago caribeño creció más de 70{bb302c39ef77509544c7d3ea992cb94710211e0fa5985a4a3940706d9b0380de} durante los primeros doce meses de la reconciliación.
En comercio, los resultados son diferentes. Ya en los primeros días de 2016, el gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, reconoció que el acercamiento diplomático no levanta el intercambio económico, pues las reglas del bloqueo no permiten una expansión en la compra de productos estadounidenses por parte los importadores cubanos.
La normalización convierte a la isla en un punto atractivo para otros socios e inversores, que conceden créditos y envían delegaciones de alto nivel, procedentes de vecinos regionales como México y Brasil, o países lejanos con vista larga, como Rusia u Holanda.
El levantamiento del bloqueo en el Congreso es una solicitud caída en oídos sordos, como demostraron las votaciones de la Cámara de Representantes para sabotear el lado económico del acercamiento. Los senadores Jeff Flake (republicano) y Patrick Leahy (demócrata) enviaron en diciembre de 2015 una carta a la Casa Blanca con una hoja de ruta, sugiriendo profundizar o perfeccionar los cambios ya hechos desde el Ejecutivo.
“El progreso continúo en el terreno regulatorio representa la mejor estrategia para los cambios flexibles en Estados Unidos y Cuba” escribieron en la misiva, proponiendo la eliminación por decreto de las restricciones financieras aún en vigor y sugiriendo que se autorice el comercio directo con empresas estatales cubanas, como “alternativas prácticas que permitirían a los exportadores estadounidenses usar los canales comerciales existentes que dan acceso a los cubanos” a productos del mercado Made in USA.
“Según las nuevas medidas Cuba puede comprar, adquirir determinados tipos de insumos, equipos, materiales en EE.UU. ¿Cómo, si todavía de acuerdo con las regulaciones vigentes está prohibido el acceso a créditos privados? ¿Cómo vamos a comprar, en efectivo, por adelantado? Nadie comercia así” comentó esta semana (y previo al posicionamiento de Obama) la directora de Estados Unidos en la cancillería habanera, Josefina Vidal, al ser entrevistada por la Agencia Cubana de Noticias.
“La apertura del presidente Obama con Cuba fue histórica, pero para hacerla irreversible, la política necesita producir resultados, especialmente en el campo del comercio” opina el investigador norteamericano William LeoGrande, coautor de un libro acerca de las negociaciones secretas y los intentos de normalización entre Washington y La Habana a lo largo de la Guerra Fría.
LeoGrande cree que en el primer año de la reconciliación “el progreso en el frente comercial ha sido rezagado y, a menos que ambas partes consigan beneficios económicos significativos antes de que Obama deje el cargo, el momentum hacia el levantamiento del embargo y la total normalización de las relaciones podría perderse”.
En su discurso de cierre del año 2015, el presidente cubano Raúl Castro precisó como “lo esencial ahora es que el presidente Barack Obama utilice con determinación sus amplias facultades ejecutivas para modificar la aplicación del bloqueo, lo cual dará sentido a lo alcanzado y permitirá que se produzcan sólidos progresos”.
Obama termina su mandato al mediodía del 20 de enero de 2017. Con casi un año y una semana entre el Estado de la Unión y el fin de su presidencia, la actual Administración marcha contra reloj hacia la consolidación de su legado.