Cuba reconoció este miércoles un “incremento en todos los territorios del país” de los casos de dengue, chikunguña y oropouche, tres enfermedades transmitidas por insectos que están repuntando con fuerza en la isla por la conjunción de las condiciones climatológicas y la crisis económica.
En declaraciones a la televisión estatal, la viceministra de Salud Pública, Carilda Peña, afirmó que solamente en la última semana el sistema sanitario detectó 13 071 casos febriles, posiblemente relacionados —a causa de los síntomas— con alguna de las tres enfermedades, lo que supone cerca de un 0,14 % de la población total.
Agregó que hubo hasta siete nuevos pacientes en estado crítico, aunque la cifra actual se ubica en solamente uno. Peña no aportó datos totales de enfermos pese a que el brote se prolonga desde hace semanas.
No obstante, se trata de la primera ocasión en la que las autoridades sanitarias difunden cifras de infectados en el actual brote, coincidiendo con un mayor debate social sobre el tema.
En el caso del dengue, la funcionaria afirmó que en la isla hay una incidencia de casos positivos de 24,3 por cada 100 mil habitantes. Esto significa que en el país, de 9,7 millones de habitantes, hay unos 2 360 afectados por esta enfermedad.
También alertó de que hay un predominio del serotipo 4 del dengue, que es más propenso a convertirse en hemorrágico (y también en mortal) si el infectado ya ha pasado la enfermedad con otra cepa. “Estamos preparados para asistir”, aseguró.
Según las autoridades, en 2025 tres personas diagnosticadas con dengue han fallecido.
Actualmente, de acuerdo con la viceministra de Salud, el chikunguña circula en 12 de las 15 provincias de Cuba.
Peña no compartió el dato de circulación del dengue y del oropouche.
La semana pasada afirmó que estos estaban presentes en doce de los quince territorios. Estas cifras son poco propensas a oscilaciones bruscas.
La viceministra adelantó que “en alrededor de 15 a 20 días” el Gobierno desplegará coches fumigadores “en los lugares de mayor afectación”.
El aumento de estas enfermedades se produce en medio de una profunda crisis económica, que se refleja en prolongados apagones diarios, irregularidades en el abastecimiento de agua, escaso transporte público y la dolarización parcial de la economía.
Esta situación incide directamente en la propagación de los insectos que transmiten estas enfermedades, porque, por falta de combustible —el Estado no tiene divisas para importarlo—, se han reducido las fumigaciones y no se recoge con frecuencia la basura, que se acumula durante días en las calles.
Las cifras reales son difíciles de estimar porque muchos centros médicos cubanos no tienen las pruebas para determinar el tipo de virus y porque muchos cubanos no acuden a los hospitales por el deterioro de los servicios sanitarios y la falta de medicinas, como pudo comprobar EFE la semana pasada en Matanzas, una de las provincias más afectadas.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés) emitieron a finales de septiembre una actualización de alerta de viaje por la presencia del chikunguña en Cuba.
De acuerdo con estadísticas de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en la última década, Cuba ha notificado en dos años distintos más de 3 mil casos de dengue.