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Por Cesar Quishpe Vasquez, Investigador, Universidad de Navarra.
La COP30 que se celebra en Belém este mes de noviembre 1 llega en un momento crítico para las ciudades. El cambio climático ya no es un escenario lejano, sino una realidad que afecta a la salud, la movilidad y la calidad ambiental urbana.
España no es una excepción: olas de calor más intensas, contaminación persistente y demanda creciente de espacios verdes están redefiniendo las prioridades públicas. Comprender qué representa la COP30 y cómo puede impulsar políticas urbanas saludables es clave para avanzar hacia ciudades resilientes y sostenibles.
La relevancia global de la COP30
La conferencia reúne a las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático entre el 10 y el 21 de noviembre de 2025. Se celebra coincidiendo con el décimo aniversario del Acuerdo de París, y veinte años desde el Protocolo de Kioto, lo que subraya la necesidad de pasar de declaraciones de intención a resultados concretos que impacten en la vida de las personas.
La presidencia brasileña ha definido como prioridades fortalecer el multilateralismo, acelerar la implementación del Acuerdo de París y vincular la acción climática con la vida cotidiana de las comunidades.
El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) organiza la COP30 en seis ejes: transición energética, gestión de ecosistemas, sistemas alimentarios, resiliencia urbana e hídrica, desarrollo humano y social, y catalizadores como financiación, tecnología y capacitación. Este marco abre espacio para abordar temas urbanos como calidad del aire, infraestructura verde, movilidad sostenible y participación ciudadana.
La visión europea y española
La Unión Europea ha actualizado su Contribución Determinada a Nivel Nacional, proponiendo una reducción de emisiones netas entre el 66,25 % y el 72,5 % para 2035 respecto a 1990. Este compromiso no solo exige mitigación, sino también adaptación, transición energética justa y atención a los colectivos más vulnerables.
En España, estos objetivos se traducen en legislación nacional y planificación urbana, situando a las ciudades como actores esenciales para cumplir con los compromisos climáticos.
Impactos urbanos del cambio climático
El cambio climático afecta a las ciudades tanto a través de fenómenos extremos como en la vida cotidiana. El aire contaminado, la pérdida de vegetación, el calor urbano y el ruido impactan especialmente a las personas más vulnerables. En España, factores como tráfico denso, parque automovilístico envejecido y olas de calor frecuentes generan entornos urbanos menos saludables.
Al mismo tiempo, el interés en soluciones basadas en la naturaleza ofrece oportunidades para regenerar espacios urbanos, incrementar biodiversidad y generar beneficios sociales tangibles.
Ciencia e innovación para ciudades saludables
La investigación aplicada es clave para orientar la acción urbana. Desde la Universidad de Navarra y el Instituto BIOMA, el proyecto OPTIGREEN combina sensores móviles, modelización y datos satelitales para evaluar cómo la vegetación urbana puede mejorar la calidad del aire y el confort térmico.
Este enfoque permite identificar zonas críticas, como calles con acumulación de contaminantes o barrios expuestos a altas temperaturas, y diseñar intervenciones con un impacto directo en la salud urbana. Además, se alinea con estrategias globales centradas en salud y clima así como iniciativas europeas como el Green Deal, que tiene como fin lograr la neutralidad climática para 2050 a través de un paquete de iniciativas políticas que transforman la economía en una sociedad más sostenible, justa y próspera
Oportunidades y limitaciones
Las decisiones adoptadas en Belém pueden definir marcos de financiación internacional, fortalecer la adaptación urbana y orientar inversiones hacia monitoreo ambiental, movilidad sostenible e infraestructura verde. Esto permite reducir desigualdades territoriales, mejorar la calidad del aire y promover entornos más habitables. La digitalización y las redes de sensores facilitan traducir evidencia científica en políticas públicas efectivas.
Sin embargo, las negociaciones globales presentan limitaciones. La atención suele centrarse en energía, industria o agricultura, dejando a los retos urbanos con menor visibilidad, pese a que las ciudades concentran la mayor parte de la población y de las emisiones. El monitoreo ambiental se convierte entonces en un instrumento de justicia climática: permite identificar las zonas más afectadas y fomentar la corresponsabilidad ciudadana.
La COP30 representa una oportunidad histórica para conectar la acción climática global con transformaciones urbanas tangibles. Mediante investigación científica, innovación tecnológica y planificación inclusiva, ciudades como Pamplona pueden convertirse en referentes de resiliencia, salud y sostenibilidad.
Cesar Quishpe Vasquez es investigador en la Universidad de Navarra.
1 La cumbre concluyó el 21 de noviembre de 2025, un día antes de la publicación de este artículo en OnCuba.
Este artículo fue publicado en The Conversation. Lea el original.












