Mi columna esta semana
es gris, color de cemento.
Si eres albañil, lo siento,
pero aquí “el que pierde gana”.
Ser constructor en La Habana
o en Santiago, Pinar, Ciego…
en toda Cuba, es un juego
altamente peligroso
que pone al país nervioso
y que vuelve al tuerto ciego.
Construir sin materiales,
reparar, reconstruir,
inventar más que invertir,
aliviar daños y males.
Escándalos vecinales
que hacen sufrir de antemano.
Cualquier albañil cubano
tan solo por ejercer
su oficio comienza a ser
a la vez héroe y villano.
¿Cuánto cuesta? ¿Cuánto cobras?
Somos yo y mis ayudantes.
Yo soy de la escuela de antes.
¿Albañil? Maestro de obras.
Falta cemento. Con sobras
de loza hago maravillas.
Falta arena. No hay gravillas.
Necesito un pañolero.
Y un plomero. Un carpintero.
Faltan recebo y cabillas.
Piedras, cemento y arena.
Agua, bloques y ladrillos.
Prepárate los bolsillos.
Empeña esas dos cadenas.
Manos sucias. Bocas llenas
del vocablo “construcción”.
La “candonga” y el MICONS
haciéndose competencia.
Paciencia, señor, paciencia.
Nada que no arregle un ron.
Hace unos días, Librada,
la de la calle Aguilera,
mandó a hacer una escalera
y le quedó jorobada.
Pero bueno, eso no es nada.
Buscó otro. Aumentó el control.
Pero entre el cambio, el alcohol
y el escaso material
una escalera “normal”
se volvió “de caracol”.
Y cómo provocan canas
y dejan venas abiertas
los cortadores de puertas,
los que mutilan ventanas.
Los días duran semanas.
Las semanas duran meses.
Los meses duran a veces
años o lustros enteros.
Y se esfuman los dineros.
Y siguen las escaceses.
Extraños correveidiles.
Las suciedades que aumentan.
Y vecinos que le mientan
la madre a los albañiles.
Pequeñas guerras civiles.
El barrio entero implicado.
Gritos. Golpes. Mal estado.
Y el de la re-construcción
pagando la depresión
del albañil contratado.
Y el albañil, tipo serio,
se pone sentimental
Su “pura” murió. Fatal.
Y él viene del cementerio.
Teatro del No. Misterio.
Crisis. Puerta giratoria.
El albañil y su historia
salpicada de tristeza.
“¿Quién es la vecina esa
para ofender mi memoria?”
Tú, en medio. Y el albañil
sentimental y ofendido,
tremendamente dolido,
obreramente gentil.
“No hagas caso, está senil”,
le mientes. Punto final.
Pero si la original
meseta era en plano recto,
¿el llanto ha obrado este efecto?
¡La meseta es diagonal!
Es cierto: esto aburre, cansa.
Es cierto: es interminable.
Es cierto: se hace infumable.
Es cierto: ni el tiempo alcanza.
Pero romperé una lanza
A favor del albañil:
porque pedantes hay mil,
sabihondos hasta el maltrato,
y es que aquí, en Cuba, hasta el gato
se cree ingeniero civil.
Es tan grande este universo
de peones y constructores
que describirlo, señores,
requiere tremendo esfuerzo.
Se me ocurre hacer en verso,
sin requiebros gansteriles,
con guiños casi infantiles
y respeto y proyección,
una clasificación
de los tipos de albañiles.
Está el Albañil-Koala
que se pasa todo un año
para hacer un simple baño
o una ampliación de la sala.
La situación sigue mala.
Se complicó la escalera.
No hay recebo. No hay madera.
El que paga está nervioso
pero el tipo, el perezoso,
parece que ni se entera.
Y el Albañil-Karaoke
que hace temblar el asfalto
con la música bien alto,
altísima… “Y no me toque”,
“Y bueno, no se equivoque”,
“la música ayuda al tajo”.
“Son canciones de trabajo”.
“No seas tan aburrida”.
“Esto no es trabajo, es vida”.
Y tú: “¡Váyase al carajo!”
Y el Albañil-Chimenea
que fuma en toda la casa,
por donde quiera que pasa
hasta que el aire escasea.
La clienta se marea.
El patio es un quemadero.
Se quejan los dueños, pero
nada hay que el vicio mitigue:
el albañil los persigue
mendigando un cenicero.
¡Viva la albañilería!
Albañil: llana y nivel.
Albañil: pala y cordel.
Albañil: lápiz y guía.
En tu casa y en la mía
la espátula y la plomada,
la casa siempre mojada,
la carretilla, los guantes.
Ya nada es igual que antes:
“tu cuadrilla”, “tu brigada”.
Y a su lado el carpintero.
Sierra, serrucho, segueta,
guantes, berbiquí, paleta,
escuadra, mazo, sombrero,
cepillo, lima, dinero,
tenazas, banco, sudor,
lápiz, garlopa, calor,
clavos, puntillas, martillo.
Y… “a este le falta un tornillo”.
Toma: el destornillador.
Y a su lado está el plomero
un trabajador profundo
que en otras partes del mundo
le llaman “el fontanero”.
Otra vez jerga y dinero:
sifón, caños, tubería,
empalme, cruceta, guía,
juntas, roscas, grifos, codo,
y válvulas para todo.
¡Viva la fontanería!
Boquillas, abrazadera,
llave de paso, muñón,
tanques de agua, suspensión,
cisterna, cubo, manguera.
Este alicate es “de afuera”
Este latiguillo es oro.
Y el cobre que es un tesoro
y la vieja llave inglesa,
y el charco bajo la mesa
y todo huele a inodoro.
Y los dueños preocupados
pues las paredes no crecen
pero “se desaparecen”
los materiales comprados.
Hay robos disimulados
y robos de “dame un chance”.
Y por más que yo me lance
a contarlo con holganza
una décima no alcanza,
tendré que hacer un romance.
En todas las construcciones
ya privadas, ya estatales,
aunque sea papá Estado
o sean particulares
los que con pesos o fulas
contraten, gestionen, paguen,
como por arte de magia
se pierden los materiales,
un vecino hace la obra
y otros se sirven “su parte”,
ladrones de guante blanco,
ladrones que ni usan guantes,
cabillas, piedras, cemento,
agua, arena, todo vale…
y para evitar los robos,
cadena de vigilantes…
El dueño vigila al tipo
que le compra materiales
y el que compra, al albañil
que vigila al ayudante
y el ayudante vigila
al capataz, no confiable,
y el capataz todo el día
se mantiene vigilante
hasta con el jefe de obra
porque no confía en nadie,
y Nadie también vigila
al vecino y a sus padres
y los padres del vecino
al perro de dientes grandes
y el perro vigila al gato
y el gato al que vende guantes
y este al que reparte el agua
y el aguador al compadre
que ejerce de pañolero
sin control de qué reparte
y el pañolero al del pan
y al que encofra el alquitrabe
y el del alquitrabe a Dios
y Dios, disfrazado de aire,
a Marx y Marx a Liborio
y Liborio a no se sabe,
el caso es que todo el mundo
vigila porque no saben
quién, de tantos implicados,
se roba los materiales,
cemento, recebo, arena,
hasta el agua, esto es de madre,
una obra que era de un mes
lleva un año, vaya “clave”,
qué fula, tremendo truco,
cuándo acabarán… ¡quién sabe!
Y es constante la vigilia
y la adrenalina aumenta
Y sin que te dieras cuenta
te ha crecido la familia.
¡Auxilio! (Y nadie te auxilia).
¡Auxilio! ¡El tiempo corriendo!
¡Auxilio! Yo no lo entiendo.
¡Auxilio! Estoy arruinado.
¡Auxilio! Esto es demasiado.
¡Auxilio! ¡Estoy construyendo!