Cuando se habla de La Habana, de la mayor urbe cubana que recién este sábado celebró su aniversario 505, suelen venir a la mente sus lugares más icónicos, más célebres.
Desde el añejo centro histórico, con su imponente Catedral, hasta la monumental Plaza de la Revolución y el concurrido muro del Malecón, acaparan postales y recuerdos como símbolos de la capital, como emblemas más fotogénicos y turísticos.
Sin embargo, La Habana es mucho más.
La Habana es también sus barriadas más modestas y periféricas, las comunidades alejadas de los sitios más céntricos y cosmopolitas, pero no por ello menos habaneras.
Tal es el caso del reparto Poey, en el municipio Arroyo Naranjo. Hablamos de un barrio que desde sus orígenes fue el hogar de familias humildes, y que aun antes de que comenzara a poblarse —allá por la década de 1930— tuviera alguna que otra choza en medio de la manigua que era.
Desde los primeros tiempos del reparto Poey ha llovido mucho, casi un siglo. En este tiempo la barriada fue transformando su fisonomía, integrándose al entorno urbano de la zona, pero no ha perdido la esencia humilde de su gente ni ha estado inmune al azote del tiempo y las crisis.
Para muchos residentes en la capital cubana, esta barriada —que es también un Consejo Popular de Arroyo Naranjo— quizá no sea un lugar familiar, o siquiera conocido. No obstante, para quienes la conocen y, sobre todo, la habitan, no puede pensarse La Habana sin incluirla.
Cercano de otros barrios como Santa Amalia, Barrio Azul y Los Pinos, y de vías como la Calzada de Bejucal, Poey exhibe hoy una imagen parecida a la de otras comunidades habaneras. Una donde se alternan viviendas en mejores y peores condiciones, calles y edificaciones públicas —como el Centro Deportivo Ciro Frías— en mal estado y otros efectos de la crisis.
Así nos lo muestra este domingo Otmaro Rodríguez en otro recorrido fotográfico por la capital y su gente. La de que hoy nos presenta no es la que suele retratarse por su aniversario, sino la que muchas veces se olvida, se pasa por alto en fechas conmemorativas, pero que, como otros sitios más conocidos y evocados, merece atención y memoria porque también es La Habana.