¿La historia de una ciudad tan añeja como Jerusalén contada en solo 3 minutos de animación? Parece imposible; pero no lo es. En el Museo Torre de David lo consiguen. Es lo primero que verá el visitante, antes de iniciar un recorrido por la inmensa ciudadela, caminando sobre piedras de 4 mil años, testigos del paso de civilizaciones por esta ciudad deseada por todos y poseída por muchos.
Ubicado en uno de los lugares más emblemáticos de Jerusalén, uno de sus principales baluartes defensivos históricamente y residencia de sus gobernantes, el Museo Torre de David, inaugurado en 1989, reabrió sus puertas esta semana. Lo hizo luego de una inversión de 50 millones de dólares, diez años de planificación del proyecto y tres de obras constructivas en esta mitad de la ciudad que debería ser palestina; pero que no lo es. Israel la ocupó en 1967 y se la anexó unilateralmente en 1980.
En sus 20 mil metros cuadrados y a través de diez galerías temáticas, el museo narra, a través de vídeos, maquetas y mapas interactivos que se mezclan con piezas milenarias, la historia de la Ciudad Santa, sus orígenes y los estrechos vínculos con las tres principales religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e islamismo.
“Ningún otro museo puede contar la historia de Jerusalén en un entorno tan distintivo”, explica Eilat Lieber, directora y curadora jefe del Museo Torre de David. “La arquitectura icónica, los enormes muros de piedra y las salas de guardia crean un entorno único para este museo que se convertirá en la puerta de entrada a esta ciudad única”, acota.
Una de las joyas del museo es la maqueta de Jerusalén hecha para la Exposición Universal de Viena, en 1873, y expuesta en una sala con efectos lumínicos de última generación. Considerada entre las más fidedignas hasta la fecha, la pieza estuvo perdida durante más de cien años, hasta ser encontrada por un grupo de arqueólogos de la Universidad Hebrea en una institución religiosa en Ginebra, Suiza.
El museo alberga modelos a escala de los tres lugares más icónicos de la Ciudad Vieja de Jerusalén: el Domo de la Roca, sagrado para el islam; la Iglesia del Santo Sepulcro, el lugar más santo para la cristiandad y el Segundo Templo, lugar venerado por el judaísmo, construido por Herodes el Grande y destruido por los romanos alrededor del año 70 de nuestra era y del que solo se conserva un enorme muro de piedra: el Muro de las Lamentaciones.
La ciudadela de la Torre de David, hoy museo, con sus altos muros y su inconfundible minarete, será sin duda un lugar muy concurrido por turistas y peregrinos. Será sin duda una buena forma de adentrarse en la historia de Jerusalén antes de recorrer sus callejuelas y recovecos.