El pasado lunes al filo del mediodía, cuando el Sol estaba en su punto más alto, millones de personas en Sudamérica detuvieron sus rutinas para mirar al cielo. La Luna se interpuso entre el Sol y la Tierra; la luz natural se hizo tenue y la temperatura bajó un par de grados abruptamente. Estaba ocurriendo un eclipse solar.
Ser testigos de tal fenómeno es algo inusitado, pues el evento dura tan solo un par de minutos y solo se hace posible verlo desde un mismo lugar del planeta cada 375 años aproximadamente.
La experiencia resulta única cuando se asiste a un eclipse total de sol. Así sucedió en una franja geográfica de 90 kilómetros de ancho, que incluya a localidades puntuales de la Patagonia chilena y argentina, y se ensombreció totalmente. De forma parcial, el eclipse se pudo disfrutar en el resto de esos países y, además, en Perú, Bolivia, Uruguay, Paraguay y zonas del sur de los océanos Atlántico y Pacífico, y la Antártida.
Un eclipse solar ocurre cuando la Luna se interpone entre el Sol y nuestro planeta, bloqueando totalmente la luz solar. Ella, 400 veces más pequeña que el Sol y 400 veces más cerca de la Tierra, se alinea entre los dos astros, logrando por un momento ese efecto tan formidable.
De hecho, la Tierra es el único del sistema solar donde ocurre esa armonía geométrica de forma tan singular. Por su parte, el eclipse lunar aparece cuando la Tierra se interpone entre el Sol y la Luna, generando una sombra en forma de cono que oscurece a esta última.
El Doctor en Astronomía Juan Facundo Albacete Colombo vivió en primera persona el eclipse total de Sol. El también investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina, cuenta a OnCuba algunos pormenores del fenómeno.
“Disfrutar de un eclipse es una conexión distinta a la habitual que tenemos con el cielo. El del pasado lunes tuvo características muy particulares y favorables, ya que se produjo en horas del mediodía, donde aparentemente la Luna tenía un tamaño angular 2 % más grande que el Sol. Eso permitió cierto tiempo de oscuridad, de sombra total. En este caso, fueron dos minutos y diez segundos. No es poco para lo que generalmente duran los eclipses. El recorrido fue del oeste hacia el este y con centro en plena mitad de la provincia de Río Negro”, precisó el catedrático.
“El momento de la totalidad se produjo a las 13:00, hora local, por lo que teníamos el Sol encima de nuestras cabezas. Eso permitió disfrutar de un espectáculo sin par por el simple hecho de ver cómo el cielo se oscureció a plena luz del mediodía y, a su vez, el hecho de ver una luz similar al atardecer en todo el cono de la penumbra. O sea, un atardecer, pero sin Sol en el horizonte y una noche sobre nuestras cabezas”.
Desde el punto de vista científico, Albacete, profesor de la Universidad de Río Negro y miembro de la Asociación Argentina de Astronomía, expuso que durante “un eclipse total de Sol es posible hacer mediciones de cómo reaccionan las capas superiores atmosféricas y el cambio abrupto de la radiación. Pasamos de una radiación plena a una prácticamente de cero. Eso interrumpe las placas atmosféricas inferiores y hace que en la superficie los vientos roten. Hay otros muchos efectos que se experimentan sobre la atmósfera a baja y alta altura: desde que se altera el clima local hasta la influencia en el comportamiento de la fauna”.
Un estudio muy particular que se hace es medir cómo se comporta la corona solar y el campo magnético. Se trata de la capa más externa del Sol, compuesta de plasma, que se extiende más de un millón de kilómetros desde su origen sobre la cromosfera. Puede observarse desde la Tierra durante un eclipse solar total.
“Cuando se estudia al Sol como un todo —afirma Albacete—, una parte fundamental que se observa es la corona solar, pues de ella emanan constantemente gases y partículas al espacio”.
Aunque el Sol está a 150 millones de kilómetros de la Tierra, las corrientes de partículas conocidas como vientos solares pueden llegar hasta nuestro planeta. Observar esa corona durante el eclipse permite predecir cómo se comportará el clima espacial.
“Entender cómo está en este momento el Sol y poder hacer predicciones de los modelos que estudian su evolución magnética en el tiempo es fundamental para resguardar los satélites del clima espacial y, con ello, las comunicaciones en el planeta”, precisó finalmente el astrónomo.
El próximo eclipse total de Sol ocurrirá el 4 de diciembre de 2021. Será complejo verlo en vivo y directo, pues el epicentro esta vez será la Antártida. Mas, aunque sea difícil llegar hasta el continente más austral de la Tierra, el profesor Juan Facundo Albacete Colombo nos confirma que desde ya varias expediciones se preparan para asistir en primera fila al espectáculo más extraordinario de la astronomía.
Nota del autor
Las fotos fueron tomadas en las inmediaciones del Planetario Galileo Galilei de la ciudad de Buenos Aires, donde el Sol solo fue cubierto en un 75 %.