Para hoy te propongo que hablemos de relatos, narraciones cortas o simplemente cuentos de temas relacionados con el cubano menos urbano, el más bucólico, específicamente ese o esos que interesaron a Onelio Jorge Cardoso.
Algunas de las más clásicas narraciones de este escritor están contenidas bajo el título Cuentos Completos, publicado por Ediciones R en 1962. La edición es sencilla, pero encierra el atractivo de su visualidad: tiene diseño de Tony Évora y dibujos, también en su interior como separadores, especialmente creados en 1961por el pintor René Portocarrero.
El libro reúne historias como “Los Carboneros”, narración que, si bien escrita desde mediados de los cuarenta, encierra la maestría narrativa de su autor y su gusto por reproducir el tono de la oralidad para mostrarnos sus grandes preocupaciones reiteradas: la lucha del hombre de campo por su sobrevivencia, la tozudez ante su circunstancia.
En todos estos relatos se pueden disfrutar los olores a salitre, manigua, guácima y carbón y permiten descubrir imágenes de una melancólica poesía como la del caballo de coral que cabalga por debajo de las aguas y que el narrador solo ve al final de la historia de igual nombre. No sé si tú lo recuerdas, pero este cuento empieza así:
Éramos cuatro a bordo y vivíamos de pescar langostas. El “Eumelia” tenía un solo palo y cuando de noche un hombre llevaba entre las manos o las piernas el mango del timón, tres dormíamos hacinados en el oscuro castillo de proa y sintiendo cómo con los vaivenes del casco nos llegaba el agua sucia de la cala a lamernos los tobillos.
“El Caballo de coral” integra Cuentos Completos y el año pasado cumplió sesenta de haberse publicado. Pasa también con otros relatos del libro: “La lechuza ambiciosa” y “Memé”, otro clásico en eso que se llama la cuentística de Onelio Jorge Cardoso, un hombre oriundo de Calabazar de Sagua, municipio de Villa Clara, que por muchos años estuvo también ligado a la radio, que entonces era como ahora ligarse a los medios de Internet.
A diferencia de “El caballo de coral”, “Méme” aborda otro asunto que también se le da muy bien a Cardoso y mucho que refleja la cultura, no solo de los campos y pueblos pequeños de la Isla, sino, incluso, de las ciudades más grandes: las creencias, los milagros, ese tipo de situaciones que hablan de alguien que, tras pasar 20 años postrada en un asiento, de pronto vuelva a caminar.
Es lo que pasa con Memé, quien un día recupera las fuerzas de sus piernas y camina. Se ha bebido el agua bendita que su marido trajo desde Trinidad luego de haberle rogado que lo hiciera. Pero, el marido sabe algo que no conoce Memé; y el lector, incluso, puede suponer algo que no sabe ni el marido ni nadie más.
Cardoso murió en La Habana, en 1986, en el mismo mes en el que había nacido: mayo. Antes de que este conjunto de relatos, Cuentos completos, libro con 229 páginas, viera la luz, tenía tres obras publicadas (una en México y dos en Las Villas, la última de ellas en 1960) y gozaba de 48 años para la fecha.
Ya entonces era un autor conocido y su prestigio estaba sustentado en premios como el Nacional de Literatura Alfonso Hernández Catá, que recibiera en 1945. El Hernández Catá llegó a ser un certamen de gran prestigio en su época que también había ido a las manos de grandes narradores como los cubanos Lino Novás Calvo y Carlos Montenegro, o el dominicano Juan Boch, porque su convocatoria era internacional.
Pero, de ellos, es a Onelio Jorge Cardoso a quien recordamos hoy, el autor de otro cuento clásico: El cuentero. Habrás escuchado alguna vez aquello de: Una vez hubo un hombre por Mantua o por Sibanicú que le nombraban Juan Candela y que era de pico fino para contar cosas.