Es falso que las mascarillas quirúrgicas alberguen minúsculas larvas o nanoparásitos, como aseguran usuarios de redes sociales junto a videos que supuestamente desvelan la existencia de estas partículas vivas a las que algunos de ellos denominan “morgellons”.
A través de grabaciones de escala microscópica o la que permiten los aumentos de la cámara de un teléfono móvil, circulan en YouTube, Twitter y Facebook imágenes de video que muestran aparentes “partículas animadas” en forma de hebras de color oscuro moviéndose en medio de los tejidos de los barbijos.
Una de las publicaciones, muy compartida en Facebook, es un video argentino difundido con el título “¿Morgellons dispersados por Chemtrails?”, en referencia a unos supuestos nanoparásitos controlados a través de ondas electromagnéticas.
El autor de esa grabación realiza una prueba con luz ultravioleta que, según él, deja ver rastro de micromateriales metálicos en los cubrebocas al compararlos con el efecto óptico que esa misma luz revela en el papel moneda o en la ropa.
Según esa hipótesis, los presuntos nanoparásitos serían dispersados por medio de “chemtrails” -supuestas fumigaciones sobre la población de compuestos químicos, virus y otros organismos desde aviones dedicados expresamente a ello, según una teoría conspirativa desmontada ya por la agencia EFE.
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También se comparte en Twitter un video disponible en YouTube bajo el título, en inglés, “Fibras animadas encontradas en mascarillas azules”. En su descripción, el autor afirma que la grabación demuestra cómo los cubrebocas están plagados de fibras que “se animan cuando se respira”, algo “preocupante”, porque “pueden entrar fácilmente por la boca y las fosas nasales”.
Sin embargo, lo cierto es que no hay evidencia alguna de que las fibras que se ven en las grabaciones virales correspondan a parásitos o algún tipo de organismo vivo y expertos consideran que pueden ser fibras textiles que se mueven por factores externos.
Consultada por EFE, la iniciativa Vacunaamiga de la Universidad Nacional de Colombia explicó a través de un correo electrónico que “estos supuestos nanoparásitos que muchas personas dicen ver en las mascarillas y en los hisopos para la recolección de pruebas PCR son en realidad pequeñas e inocuas fibras textiles”.
“Probablemente se muevan por diversos factores ambientales o por fenómenos electrostáticos”, añaden los expertos de esta plataforma contra la infodemia adscrita al Centro de Pensamiento Medicamentos, Información y Poder de esa universidad pública.
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“Morgellons”: el significado real de una controvertida enfermedad
Preguntados por el término “morgellons”, los especialistas aclararon que esta es “una condición médica” y descartaron cualquier vinculación entre las mascarillas quirúrgicas y la teoría de que “las personas expulsan de su cuerpo este tipo de fibras”.
“No hay nada que haga pensar que las mascarillas pudiesen generar este trastorno, que en realidad es un polémico desorden que parece más de tipo psiquiátrico que dermatológico”, concluyeron.
De hecho, según Mayo Clinic, uno de los centros médicos más prestigiosos de Estados Unidos, “la enfermedad de Morgellons es una afección cutánea inexplicable y controvertida”.
“Poco frecuente” y “prácticamente inexplicable”, esta enfermedad “se caracteriza por la aparición de pequeñas fibras u otras partículas que salen de llagas en la piel”, explica este centro médico, antes de señalar que los afectados “a menudo informan sentir como si algo reptara sobre la piel o las picara”.
Sin embargo, “algunos médicos consideran que esta enfermedad es un delirio de infestación” y la tratan como un trastorno mental, precisa Mayo Clinic en su descripción de esta enfermedad.
El nombre “morgellons” significaba “pequeñas moscas” en provenzal antiguo y fue acuñado para denominar esta enfermedad en 2002 por la bióloga estadounidense Mary Leitao —que lo tomó a su vez de una dolencia descrita en el siglo XVII por el escritor inglés Thomas Browne— cuando dio difusión al caso de un hijo suyo y afirmó haber encontrado extraños filamentos en heridas de su piel.
Según subraya la Organización Mundial de la Salud (OMS), las mascarillas azules tradicionalmente habituales en quirófanos y hospitales son unas de las más efectivas para la población en general frente al coronavirus causante de la COVID-19.
De hecho, tras la puesta en marcha de las campañas de vacunación, países que habían recomendado suspender su uso, como es el caso de Estados Unidos, han vuelto a aconsejarlo para frenar el avance de nuevas variantes del virus, como la Delta.