A las personas que ya han pasado la COVID-19 podría bastarle con una sola dosis de las vacunas de Pfizer y Moderna (basadas en ARN mensajero), pues tras el primer pinchazo tienen una rápida y mayor respuesta de anticuerpos, según investigadores estadounidenses.
El artículo sobre el tema ha sido incluido en un repositorio de estudios científicos, lo que supone que aún no ha pasado la preceptiva revisión de sus datos por otros expertos, para poder ser publicado en una revista científica. Sus autores consideran que cambiar la política para dar a las personas que ya ha sufrido la enfermedad una sola dosis de vacuna “no tendría un impacto negativo” en su cantidad de anticuerpos, “les evitaría un dolor innecesario y liberaría muchas dosis de vacunas que se necesitan urgentemente”.
Liderado por microbiólogo Florian Krammer del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, el estudio también apunta que los curados de la COVID-19 experimentan más efectos secundarios al recibir la vacuna, aunque son leves.
La investigación se realizó con 109 personas de las que 68 no habían pasado la enfermedad y 41 sí la habían sufrido, las cuales recibieron este año la primera dosis de vacuna. Los resultados indican que la respuesta de anticuerpos a la primera dosis de la vacuna en individuos con inmunidad preexistente “es igual o incluso supera” a la encontrada en quienes no han pasado la COVID y que han recibido ya una segunda dosis.
Estas observaciones están en consonancia con el hecho de que la primera dosis de la vacuna sirva de refuerzo en las personas infectadas de forma natural, “lo que justifica la actualización de las recomendaciones de vacunación para considerar que una sola dosis es suficiente para alcanzar la inmunidad”.
Coronavirus: número de vacunas aplicadas en todo el mundo ya es superior al de los contagios
Después de primer pinchazo, quienes no habían pasado el SARS-Cov-2 crearon respuestas de anticuerpos IgG “variables y relativamente bajas” entre los nueve y doce días posteriores a la vacunación. Sin embargo, los individuos con respuestas inmunitarias preexistentes al coronavirus “desarrollan rápidamente títulos de anticuerpos uniformes y elevados a los pocos días de la vacunación”, escriben los autores.
Los anticuerpos de los vacunados con inmunidad preexistente no son solo entre diez y veinte veces más altos, sino que también superan “en más de diez veces” la media, tras la segunda dosis, de los que no habían sufrido la COVID-19. El equipo considera que “los estudios de seguimiento en curso mostrarán si estas diferencias tempranas en las respuestas inmunitarias se mantienen en el tiempo”.
El estudio también observó la frecuencia de reacciones locales, tanto relacionadas con la inyección como sistémicas después de la primera dosis, para lo que participaron 231 individuos (148 seronegativos y 83 seropositivos).
En general, ambas vacunas son bien toleradas, sin efectos secundarios que requieran atención médica adicional, pero 159 de los vacunados que completaron la encuesta después de la primera dosis experimentaron algún tipo de esas reacciones (66 % seronegativos y 73 % seropositivos).
Los efectos más comunes fueron los síntomas localizados en el lugar de la inyección (dolor, hinchazón y eritema), que se produjeron con igual frecuencia independientemente de haber pasado o no la enfermedad y que se resolvieron espontáneamente a los pocos días de la vacunación.
Sin embargo, los vacunados con inmunidad preexistente experimentan efectos secundarios sistémicos con una frecuencia “significativamente mayor”, como fatiga, dolor de cabeza, escalofríos, fiebre y dolores musculares o de articulaciones.
Un estudio similar se desarrolla en Cuba con personas convalecientes de la COVID-19, que tuvieron un cuadro clínico leve o fueron asintomáticos. En el mismo se emplea el candidato vacunal Soberana 01, el primero en recibir autorización en Cuba para pruebas en seres humanos, y persigue «estimular los niveles protectores de anticuerpos neutralizantes frente a una posible reinfección», según informó recientemente la agencia Prensa Latina.
Realizan en Cuba ensayo clínico en convalecientes de la COVID-19
El Dr. Rolando Ochoa, especialista en Inmunología del Instituto Finlay de Vacunas, explicó que la formulación de Soberana 01 utilizada en la prueba “es más sencilla y segura, de acuerdo con las características del grupo poblacional estudiado”. El ensayo clínico involucra a 30 voluntarios, de 19 a 59 años de edad.
El experto argumentó que la vacunación se realizó en convalecientes de la enfermedad, “quienes presentan bajos niveles de anticuerpos neutralizantes y, por tanto, pueden ser susceptibles a la reinfección”.
Por su parte, el Dr. Arturo Chang, especialista del Instituto de Hematología e Inmunología, dijo que el estudio sigue “la premisa de que esas personas ya fueron vacunadas de manera natural (mediante el contacto con el virus), por lo cual esta dosis sería un refuerzo a la inmunidad del individuo”.
El también investigador principal del ensayo, que se extiende por 28 días, explicó que, “aunque lo convencional en los ensayos de fase I es que se escojan personas sanas y jóvenes, la diferencia con este es que, al trabajar con una población que ya estuvo en contacto con el virus, permitió incluir voluntarios con alguna patología crónica, pero que estén compensados”.
Chang aseveró que hasta el momento “no hay ningún evento adverso grave” y adelantó que “de lograr resultados positivos en esta fase probablemente pasarán a un ensayo clínico con un mayor número de sujetos para evaluar la inmunogenicidad, eficacia y efectividad del producto”.
EFE / OnCuba