El Senado de los Estados Unidos acaba de aprobar un paquete de indemnización financiera a los diplomáticos que han padecido el llamado “Síndrome de La Habana”, un misterioso conjunto de síntomas que afectó por primera vez a funcionarios estadounidenses en Cuba en 2016, y después extendido a China y a la propia capital, Washington DC.
El proyecto bipartidista, llamado Ley de Ayuda a las Víctimas Estadounidenses Afligidas por Ataques Neurológicos (HAVANA, por sus siglas en inglés), autorizará la compensación a los diplomáticos, incluyendo agentes de Inteligencia, los que han informado síntomas como dolores de cabeza, náuseas, pérdidas de audición, vértigo y problemas cognitivos y de memoria.
“Demasiadas víctimas del ‘síndrome de La Habana’ han tenido que luchar contra la burocracia para recibir atención por sus lesiones debilitantes. El personal estadounidense que ha sufrido estos ataques mientras sirve a nuestro país debe ser tratado de la misma manera que trataríamos a un soldado que sufrió una lesión traumática en el campo de batalla”, dijo en un comunicado la senadora republicana de Maine, Susan Collins, una de las promotoras de la ley.
A partir de finales de 2016, decenas de empleados de la embajada de Estados Unidos en La Habana, Cuba, y más tarde en Guangzhou, China, reportaron estos síntomas, que fueron identificados inicialmente como causados por unos presuntos ataques acústicos, una teoría luego desechada por la ciencia. Un grupo de diplomáticos de Canadá en La Habana también se quejó de lo mismo. Se calcula que estos misteriosos hechos han afectado a más de 130 personas.
Hasta ahora no hay una explicación clara sobre lo sucedido y varios de los afectados tuvieron que abandonar sus trabajos sin una compensación financiera. Recientemente, algunos miembros del grupo enviaron una carta al liderazgo político alegando que las víctimas no estaban recibiendo la atención adecuada.
Cuando comenzaron a registrarse estos casos, el expresidente Donald Trump señaló a Cuba como responsable, algo que las autoridades cubanas han refutado reiteradamente. La Isla realizó su propia investigación sobre los hechos y se ha mantenido en contacto con científicos internacionales, incluidos estadounidenses, que han estudiado estos incidentes de salud.
Los investigadores cubanos descartan la tesis de ataques deliberados y tampoco apoyan la etiqueta de “Síndrome de La Habana”, a la que consideran condicionada políticamente. Se inclinan por la idea de que los afectados son personas que enfermaron por distintas causas, dada la amplia variedad de síntomas, aunque reconocen la necesidad de continuar las investigaciones para comprobar esta o cualquier otra hipótesis.
Funcionarios estadounidenses, en cambio, insisten en la teoría de los ataques y han señalado con el dedo a otros adversarios. A Rusia, por ejemplo.
Este miércoles antes de salir de gira por Europa, donde se encontrará con el Vladimir Putin, el presidente Joe Biden dijo que abordará la situación con su colega, en el marco de una agenda que abarca también presuntos ataques informáticos, tanto al proceso electoral como al sector económico de Estados Unidos.
El año pasado, a pedido del Departamento de Estado, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina investigaron el síndrome y concluyeron que una radiación de microondas era la causa “más plausible” de las dolencias de los estadounidenses y canadienses, conclusión de la que discrepó la Academia de Ciencias de Cuba. Pero el informe no especuló sobre si la exposición de los diplomáticos a la radiación había sido intencional, producto de armas manejadas por enemigos de Estados Unidos.
No obstante, los senadores que propusieron ahora la nueva ley volvieron a enarbolar la idea de que los síntomas eran provocados por un arma —que hasta ahora la ciencia ha sido incapaz de determinar—, y enfatizaron que era necesario “un enfoque de todo el gobierno para determinar qué es esta arma y quién la empuña para prevenir futuros ataques y proteger a los estadounidenses”, reveló Collins.
La ley HAVANA daría al director de la CIA, al secretario de Estado y a otros jefes de agencias estadounidenses la libertad de brindar apoyo financiero y médico adicional a quienes padecen problemas de salud persistentes derivados del supuesto síndrome. Pero no estableció los detalles de cómo ello se hará.
Otra revisión
Por otro lado, además de seguir con una revisión de la nueva política estadounidense hacia la Isla, el secretario de Estado, Anthony Blinken, dijo en una audiencia senatorial sobre el presupuesto de su ministerio, que Washington también está llevando a cabo una revisión “profunda” para llegar al fondo de quién o qué causó los presuntos ataques a los diplomáticos.
Si Washington tuviera sospechas de que algún gobierno, incluido el de Rusia u otros, “está involucrado en esto, se lo plantearía a ellos”, dijo Blinken, pero precisó que, en este momento, Estados Unidos aún no sabe con seguridad qué o quién está causando estos incidentes.
“Estamos en medio, bajo la dirección del presidente, con el Consejo de Seguridad Nacional a la cabeza, de la coordinación de una revisión de todo el gobierno, incluida la comunidad de inteligencia, el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa, para tratar de llegar al fondo de qué los causó, quién lo hizo, si alguien lo hizo y, por supuesto, nos preocupamos por las personas que puedan haber sido víctimas de ello”, afirmó Blinken.
De momento no está claro cuándo concluirá la revisión, ni si algunos detalles de la misma serán revelados, entre ellos quién sería, en caso de confirmar alguno, el eventual responsable por los presuntos ataques a los diplomáticos estadounidenses.