El gobierno cubano aseguró que jamás ha permitido que la Isla sea utilizada para acciones contra diplomáticos extranjeros y se mostró dispuesto a cooperar para esclarecer unos “incidentes” que afectaron a la salud de funcionarios de la Embajada de Estados Unidos en La Habana.
El Ministerio cubano de Relaciones Exteriores (MINREX) replicó así, en un comunicado, al anuncio del Departamento de Estado de EE.UU. de que en mayo exigió la salida de dos diplomáticos cubanos en Washington como consecuencia de dichos “incidentes”.
Estados Unidos no ha aclarado en qué consistieron los hechos, pero según la cadena CNN, que citó fuentes oficiales, al menos dos diplomáticos estadounidenses tuvieron que ser trasladados a su país el año pasado para recibir tratamiento tras sufrir “un ataque acústico” con “dispositivos de sonido”.
Según ese medio, “los empleados afectados no estaban en el mismo lugar al mismo tiempo, pero sufrieron una variedad de síntomas físicos desde finales de 2016 que se parecían a una conmoción cerebral”. Como resultado, algunos de ellos sufren pérdida de audición permanente.
CNN informa que el Departamento de Estado lo planteó al gobierno cubano y envió personal médico a La Habana, pero no ha podido determinar exactamente qué sucedió.
“Puede ser muy grave”, dijo un funcionario a CNN. “Hemos trabajado con los cubanos para tratar de averiguar qué está pasando, insisten en que no lo saben, pero ha sido muy preocupante y problemático”.
La cancillería cubana, en el texto difundido la noche de este miércoles, “enfatiza categóricamente que Cuba jamás ha permitido ni permitirá que el territorio cubano sea utilizado para cualquier acción en contra de funcionarios diplomáticos acreditados ni sus familiares, sin excepción”.
Además, “reitera la disposición a cooperar para lograr el esclarecimiento de esta situación”.
De acuerdo con el comunicado, el pasado 17 de febrero el MINREX fue informado por la Embajada de EE.UU. en La Habana y el Departamento de Estado “sobre la presunta ocurrencia de incidentes que causaron afecciones a algunos funcionarios de esa sede diplomática y sus familiares”.
“Cuba tomó con suma seriedad este asunto y actuó con celeridad y profesionalismo para el esclarecimiento de esta situación, iniciando una investigación exhaustiva, prioritaria y urgente por indicación del más alto nivel del gobierno cubano”, prosigue el texto.
La Habana “transmitió a la Embajada estadounidense la necesidad de compartir información y propuso establecer cooperación entre las autoridades competentes de ambos países”.
También, entre otras medidas, se “ampliaron y reforzaron las medidas de protección y seguridad a la sede, su personal y las residencias diplomáticas”, afirma la cancillería de la Isla.
En Cuba, la mayoría del personal diplomático y sus familias habitan viviendas que pertenecen al Estado cubano y existe una normativa muy restrictiva para que los extranjeros que residen temporalmente en la Isla puedan alquilar casas particulares a cubanos de forma privada.
El 23 de mayo, el gobierno estadounidense comunicó al cubano que dos de sus funcionarios en Washington debían abandonar el país, una “injustificada e infundada decisión” que motivó una protesta formal.
El MINREX aseguró que la Isla “cumple con todo rigor y seriedad” la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 en lo referido a la protección de la integridad de los agentes y sedes diplomáticas, y defendió que Cuba es un “destino seguro para visitantes y diplomáticos extranjeros, incluidos los estadounidenses”.
Comienzo de la polémica
Estos hechos se convirtieron en noticia después de que la portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, ofreciera a la prensa una críptica explicación sobre los “incidentes” sufridos por diplomáticos de Estados Unidos en La Habana y que provocaron, a su vez, que Washington pidiera a Cuba la salida de dos de sus funcionarios en ese país.
La vocera dio la información en su rueda de prensa diaria, tras ser preguntada por los “incidentes”. Nauert precisó que hace meses que el Gobierno estadounidense investiga lo ocurrido, aunque no explicó en qué consiste la “variedad de síntomas físicos” sufridos por los diplomáticos, atendiendo a la política del Departamento de Estado de no dar detalles cuando se trata de la salud de ciudadanos estadounidenses.
Tampoco precisó cuántos funcionarios estadounidenses dejaron la Embajada de La Habana como consecuencia del suceso o si han sido reemplazados. Solo confirmó que la vida de los afectados no corrió riesgo.
Nauert no dijo qué agencia del Gobierno lidera la investigación de lo ocurrido, pero una fuente oficial del FBI confirmó a la CBS que el Buró participa en las pesquisas.
La vocera subrayó varias veces que el gobierno de Donald Trump “se toma muy seriamente” estos “incidentes” porque el Ejecutivo cubano “tiene la responsabilidad de proteger” al personal diplomático estadounidense “por la Convención de Ginebra”.
Preguntada por qué la expulsión de los funcionarios cubanos se produjo en mayo de este año si los “incidentes” ocurrieron en 2016, la portavoz se limitó a contestar que “toma tiempo” determinar lo ocurrido porque requiere “exámenes médicos”.
Las relaciones entre Cuba y Estados Unidos se encuentran en un momento de incertidumbre, luego de que en junio el presidente Trump anunciara un retroceso en el acercamiento entre los dos países promovido durante la administración Obama.
El cambio de política anunciado por Trump en Miami no está aún en vigor, pero su aplicación debe afectar los viajes de los estadounidenses a Cuba y las posibilidades de negocios para las empresas norteamericanas en la Isla. Sin embargo, la embajada en La Habana continuará abierta.
El gobierno cubano lamentó la “retórica hostil que rememoró los tiempos de la confrontación abierta con nuestro país”, pero insistió en su voluntad “de continuar el diálogo respetuoso y la cooperación en temas de interés mutuo”, así como “la negociación de los asuntos bilaterales pendientes”.
EFE / OnCuba