La aerolínea JetBlue había convocado a una especie de sorteo para elegir los empleados suyos que subirían los escalones del Airbus A320 con el propósito de descender luego en Santa Clara. Los interesados debían presentar una carta donde expresaran motivaciones e intereses para visitar la ciudad cubana. Finalmente procesaron 80 solicitudes, para solo escoger a unos pocos.
Pero Yara Erosa, ciudadana estadounidense, desde el departamento de reservaciones de JetBlue, sabía que su destino era visitar Cuba.
Lo sabía y lo quería, porque juró, desde el momento en que despertó de un coma, producto de un accidente automovilístico cuando tenía 19 años, que no iba a morir sin conocer el país donde sus abuelos se hicieron las grandes personas que recuerda, el país que sus padres dejaron atrás en la niñez y no han vuelto a visitar nunca.
Yara no había venido a esta Isla, pero es cubana. Nació en New Jersey, un 14 de febrero hace 38 años, en medio de un país gigante con el sello de primera potencia mundial, y en un tenso diferendo con la Cuba que ella añoraba. Diferencias económicas y, sobre todo, políticas, le habían tendido a su familia la mala fortuna de no volver jamás y a ella la imposibilidad de conocer lo que le habían enseñado a amar desde muy chica.
El martes 23 de agosto a las 4 y 30 de la tarde su teléfono sonaba con la identificación de la aerolínea en la pantalla y a las 4 y 40 supo que había sido elegida. Aunque más bien se sentía predestinada, no pudo evitar el grito de emoción. Y lo hizo como lo hacen los de aquí: !C… me voy pa’ Cuba!
Lo demás resultó un conteo regresivo donde sobraron las tensiones. No tenía pasaporte, pues hacía mucho no traspasaba las fronteras de Estados Unidos. Debió solicitarlo en tiempo record, hora y media de camino a Miami para ello, un día de espera y finalmente listo: pasaporte y visa en mano. Lo demás era esperar el día del vuelo.
Este 31 de agosto fue parte de la delegación de trabajadores de JetBlue, periodistas y políticos que vinieron a sellar otro momento histórico en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre EE.UU. y Cuba, y vino, quizás, representando a esa generación de cubanoamericanos que quieren estrechar su mano con las raíces de las que provienen.
Y su raíz, aquí, tiene por nombre: Gilda Jacomino, hermana de su abuela Gardenia, a quien había conocido en persona hacía seis años gracias a un viaje que ella hiciera hasta EE.UU. Hoy, cuando no para de hacer visitas, amigos, preguntas, Yara abre una nueva etapa de su vida, ahora que tendrá la oportunidad de venir regularmente como parte del staff de la aerolínea.
A las 4 de la tarde del propio día 31 recorre el parque Leoncio Vidal con colegas del departamento de comunicación de su empresa. Filman todo cuanto ven para preparar materiales que promocionen la ruta, que hablen de las bondades de la ciudad.
“Con un nombre como el mío no se puede perder la cubanía. El grito de Yara ¿te suena? Un hecho que representa el ímpetu de los cubanos por la libertad”, me dice.
“Mi abuela pasaba todo el tiempo contando sus vivencias en Cuba. Yo me sé todo eso como si lo hubiera vivido. Hablar español me resultó imprescindible”.
“Mi casa es un pedacito de este país. Tengo cuadros, souvenirs, y hasta un dominó con la bandera dibujada. Mi hermana quería aprender un instrumento y le dije: la flauta, somos los únicos que la usamos para la música popular, aprende la clásica pero no olvides el son montuno y el danzón. Y si te digo de los libros que tuve que esconder porque eran de temas diferentes de lo que pensaban mis padres. Yo nací allá, no veía la Revolución como ellos y tenía deseos de ver por mis propios ojos lo que pasaba en mi país”.
¿Qué crees de esta nueva era de aperturas?
“Que es fundamental. Hasta ahora son 12 categorías aprobadas para venir a Cuba menos el turismo, pero lo ideal es que pudieran venir todos los norteamericanos a recibir lo que ofrezca Cuba, deporte, arte, cultura… la gente debe ir no solo al hotel sino a mezclarse con el pueblo”.
Mientras, los titulares anuncian la concreción de un nuevo capítulo en el deshielo de las relaciones entre Cuba y EE.UU. con la apertura de los vuelos comerciales entre ambos países este miércoles 31 de agosto de 2016.
“Los estadounidenses están incómodos. Ven a todo el mundo viajar a Cuba y ellos no tanto”, dice Yara, que acaso disfruta lo que cree será una realidad para muchos en el futuro próximo.
Emotiva esta vusita. Espero sigan llegando aquellos que añoran este encuentro. Felicidades Yara!!!!!
realmente como ella ahi muchos!! es genial que visiten sus raices para que entiendan del todo como somos y el pedacito que les falta que es mezclarse con el cubano de a pie, que es tan plano, tan campechano, tan buena gente, descomplicado!!
Linda historia, ojala sigas nos sigas visitando
Eso es lo q quiero o queremos de lso artículos sobre diferenets lugares del país, q tengan fotos de ese lugar, no unas genéricas q le quitan cierta legitimidad o credibilidad al artículo.
Bien por ti periodista, sencillo y emotivo.
Me siento orgulloso de que mi hija Yara,haya podido ser embajadora de su generation cubano/americana y conocer parte de sus raises y familia ella siempre ha llevado a Cuba por Centro inculcado por sus Padres y abuelos.