“Los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetir sus errores”.
Paul Preston, historiador hispanista británico
Susan Rice, actual directora del Consejo de Asuntos Domésticos en la administración de Joe Biden, fue la segunda y última Asesora de Seguridad Nacional de Barack Obama entre el 2013 y el 2017. Aunque no tuvo participación pública ni en las negociaciones ni en la ejecución de lo pactado entre Raúl Castro y Obama el 17 de diciembre de 2014, estuvo involucrada en el proceso de toma de decisiones. De hecho, en sus memorias evocó que fue partidaria del compromiso más amplio que pudiera ser posible. Rice destacó la importancia de ese acuerdo en los siguientes términos: “El júbilo por este cambio histórico de política y su ejecución impecable fueron el punto culminante de mi mandato como asesora de seguridad nacional. También resultó ser un punto de inflexión anhelado. Después de año y medio de retos implacables y muy pocos triunfos claros, al fin conseguimos un éxito que resultó un portento de los siguientes que vendrían” 1 .
En la primera entrega de sus memorias, “A Promised Land” (“Una tierra prometida”, en su traducción al español), el expresidente Obama reconoció que en el seno de su administración cohabitaban asesores de dos generaciones distintas. Algunos, como Hillary Clinton, eran firmes partidarios de posiciones beligerantes típicas de la Guerra Fría; otros, como la propia Dra. Rice (quien fue su Embajadora ante la Organización de Naciones Unidas en el período de 2009-2013), o Ben Rhodes, el artífice de las negociaciones con el gobierno cubano, habían gravitado hacia su campaña electoral “precisamente porque yo estaba dispuesto a desafiar las presunciones que muchas veces calificábamos como el ‘Playbook de Washington’”; es decir, una forma tradicional de ver la seguridad nacional estadounidense. Entre esas formas citó varios ejemplos: “la política hacia el Medio Oriente, nuestra postura sobre Cuba, nuestra aversión a dialogar diplomáticamente con nuestros antagonistas”.
Esta perspectiva ayuda a entender mejor dos de los pasajes más controversiales que el presidente usó en su discurso del 22 de marzo de 2016, hace 5 años, desde el Gran Teatro de la Habana “Alicia Alonso”, transmitido en vivo por la televisión nacional cubana. El primero de estos pasajes fue:
“Conozco la historia, pero me niego a verme atrapado por ella.”
Y ya hacia el final reiteró ese concepto con todo un párrafo en el que expresó la misma idea:
“La historia de Estados Unidos y Cuba abarca revolución y conflicto; lucha y sacrificio; retribución y ahora reconciliación. Ha llegado el momento de que dejemos atrás el pasado. Ha llegado el momento de que juntos miremos hacia el futuro, un futuro de esperanza”.
Lo que quería decir —y lo repitió— es que se negaba a ver el tema de Cuba con la actitud de confrontación típica de la Guerra Fría. Fue una apelación a todos. El hecho de que lo dijera en La Habana no significaba que era una frase sólo para los cubanos que vivimos en la Isla.
La reacción discorde de muchos cubanos con respecto a esta frase se explica en gran medida porque la perspectiva prevaleciente entre los cubanos que vivimos en la Isla es que el conflicto con Estados Unidos no ha estado motivado por la Guerra Fría, sino por una larga historia de hostilidad estadounidense hacia la existencia de Cuba como nación independiente.
De ahí que muchos considerasen que esa referencia del presidente era una malintencionada apelación por desconocer la historia. Sin embargo, esas apreciaciones pasaron por alto las referencias que el propio mandatario hizo a su trayectoria personal y al hecho de que estaba consciente de que Estados Unidos había causado daño a la nación cubana.
En la reacción de desacuerdo con respecto a esas frases se ignoró lo que probablemente era el mensaje central del discurso, algo que ningún presidente anterior a 1959 había dicho:
“He dejado claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba. Lo que cambie dependerá del pueblo cubano. No vamos a imponerles nuestro sistema político ni económico. Reconocemos que cada país, cada pueblo, debe trazar su propio camino, y darle forma a su propio modelo”.
Esa posición fue reiterada en la “Directiva Presidencial de Política – Normalización entre los Estados Unidos y Cuba” que el presidente Obama emitió el 16 de octubre de 2016:
“Nosotros no buscaremos un cambio de régimen en Cuba. Continuaremos dejando claro que los Estados Unidos no puede imponer un modelo diferente en Cuba porque el futuro de Cuba depende del pueblo cubano”.
Por otra parte, desde que se inició en la política nacional, Barack Obama se ha opuesto al bloqueo económico y ha insistido en que debe ser levantado incondicionalmente. Así lo ratificó hasta el final de su mandato, en el último discurso sobre el Estado de la Unión, pronunciado el 13 de enero de 2016 ante una sesión conjunta del congreso.
Si la actitud del presidente Obama hacia Cuba fue audaz al decidir el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y visitar La Habana, igualmente lo fue la de Raúl Castro, quien aceptó iniciar el proceso de normalización sin que previamente se levantara el bloqueo.
Es probable que el entonces primer mandatario cubano se haya guiado por aquella advertencia de José Martí en su ensayo “Honduras y los Extranjeros”, publicado en Patria el 15 de diciembre de 1894, en el cual se refirió a “Nuestra América” pero también a la América que no es nuestra, “cuya enemistad no es cuerdo ni viable fomentar, y de la cual con el decoro firme y la sagaz independencia no es imposible, y es útil ser amigo”.
Aunque no logró todo lo que perseguía con respecto a Cuba, no hay duda de que la nueva política del presidente Obama abría un camino de acercamiento con nuestro país. En ese sentido emitió una serie de órdenes presidenciales que ampliaron las posibilidades de contactos económicos, aunque hay que reconocer que fueron insuficientes si se les compara con el tupido entramado de regulaciones que los impiden.
Lo que siguió a la apertura del 2014-2017 ya se sabe. Bajo la administración que lo sucedió, la mayor parte de lo pactado fue revertido y se adoptaron 240 sanciones o medidas coercitivas unilaterales, incluso después de desencadenarse la pandemia de la COVID-19. También se produjo algo que quizás tendrá repercusiones muy negativas: una transformación sustancial en el estado de opinión de los ciudadanos o residentes de origen cubano en el sur de la Florida, quienes pasaron de apoyar la política de Obama a aceptar y aplaudir la toma de nuevas sanciones y medidas agresivas.
A las alturas de fines del primer trimestre del 2021, con Joe Biden en el alto mando de la Casa Blanca, las relaciones entre ambos países están congeladas y no han cambiado ni un ápice a como las entregó el anterior mandatario, con varias especificaciones que vale la pena recordar: injustamente se volvió a incluir a Cuba en la lista de estados promotores del terrorismo; bajo pretexto de los llamados incidentes “sónicos”, se redujo el personal de las embajadas de ambos países y se cerró la sección consular estadounidense en La Habana, lo que afecta a familias cubanas y cubanoamericanas; se puso en vigor, por primera vez desde su existencia, el Título III de la Ley Helms-Burton; y se cancelaron todas las licencias generales que había emitido el presidente Obama como método para agujerear el bloqueo.
La administración Biden no ha ido más lejos que declarar que se están revisando las medidas tomadas por su predecesor, pero que esto no es una prioridad. En tanto, se ha agudizado el debate sobre la política hacia Cuba al interior del sistema político estadounidense.
¿Qué lecciones nos dejan estos acontecimientos? Voy a sugerir las siguientes en clave de hipótesis:
- La ventana de oportunidad que se abrió con el nuevo enfoque de Estados Unidos sobre Cuba bajo el mandato de Barack Obama fue muy breve como para que diera tiempo a modificar sustancialmente las relaciones. Dado los movimientos cíclicos y, en algunos casos, sísmicos, de la política doméstica estadounidense, cualquier oportunidad futura debe ser aprovechada por todos los actores interesados en normalizar las relaciones. Dados los obstáculos prevalecientes, ni siquiera un mandato presidencial de cuatro años pudiera resultar suficiente.
- En Cuba, particularmente en el entorno gubernamental, no hubo consenso en valorar el carácter y trascendencia de los pasos dados por el presidente Obama, incluyendo su visita. Para muchos fue un cambio de métodos, pero no de propósitos. Para otros fue una oportunidad que había que aprovechar.
- Tampoco ciertos sectores en Estados Unidos, en especial entre la emigración cubanoamericana, valoraron la envergadura de los pasos dados por el gobierno cubano.
- Hubo excesiva confianza en que el restablecimiento de relaciones diplomáticas “blindaría” los vínculos establecidos contra cualquier intento de reversión. Había que complementarlos con mayor encadenamiento económico, aunque debe reconocerse que dos años no serían suficientes. Lo más difícil de superar son las viejas mentalidades y los prejuicios, sobre todo después de 55 años de hostilidad prácticamente ininterrumpida.
- Aún teniendo en cuenta lo anterior, se puede concluir que no se aprovecharon de forma óptima las posibilidades ofertadas en el plano económico. En este punto vale aquello de que la economía tiene un peso decisivo sobre lo político. Unos vínculos económicos más robustos —entre otros— con sectores de la emigración, habrían fortalecido la relación.
- Hubo una subestimación del papel que pudiera jugar la emigración cubana y la importancia que tiene avanzar en la relación con ella, considerándola parte integrante de la nación. Esta emigración resultó ser muy volátil. En el 2016, mayorías sustanciales aprobaron la política de Obama y votaron por Hillary Clinton. Sin duda, a causa de la prevalencia del discurso anti-gobierno cubano durante los últimos cuatro años, esas mayorías han sido erosionadas sustancialmente. Tomará tiempo y trabajo, tanto desde Washington como desde La Habana, revertir esa tendencia.
Nota:
1 Véase: “Tough Love: My Story of the Things Worth Fighting For” (“Amor difícil: Mi historia sobre cosas por las que vale la pena luchar”), pág. 416.
No solo en el Gobierno de USA habian gente perteneciente a la epoca de la Guerra Fria. En el Gobierno cubano las hay todavía y bastantes.
Con los motores aun calientes del AF 0ne salio la reflexión “el hermano Obama” que ponía en la picota el discurso del presidente.
Osea la recepcion cubana al discurso no pudo ser mas al puro estilo de la Guerra Fria.
Y seguimos.
Totalmente de acuerdo. Y Alzugaray seguro que no se acuerda…cosas de la memoria
La politica de Obama hacia cuba debilito la posicion norteamericana a nivel regional y mundial.Tan es asi que el regimen cubano alienta la emigracion ilegal con la esperanza de caotizar las regiones fronterizas e introducir agentes de provocacion al interior de los Estados Unidos.Una de las mas conocidos es Carlos Lazo y la esposa del locutor Rafael Serrano.Por añadidura en la cuba actual no se observan mas libertades economicas,civiles o politicas,antes bien,todo lo contrario,vemos a un regimen atrincherado y envalentonado porque entiende que toda exigencia que haga al gobierno norteamericano tiene que ser satisfecha.Seria un error que la nueva administracion se colocase a si misma en un aposicion de extrema debilidad ante adversarios de mayor solera, y eso puede llegar a suceder si cede ante las presiones diplomaticas,la agitacion y la provocacion y a la influencia de sus agentes del PCC en la Camara o en los Estados Unidos.
ese punto de vista de cubanos,supuestamente intelectuales y patriotas,que todos los males de Cuba como nacion provienen de la interferencia de los EEUU ,creo es fatal para el Pais.Cuba es un paisito vecino de una gran potencia.Eso no se puede borrar y creo que ,tiene su aspecto positivi y negativo.Como todo.Pero que esa potencia sea EEUU y no china,rusia,etc,etc….es en verdad una gran suerte geografica.Los EEUU ,ademas de validar el derecho a la Independencia de Cuba,han tratado de tener una relacion constructiva,aun sabiendo el desbalance existe desde el nacimiento de la republica.Cuba hizo bastante desde la Independencia,habiendo partido desde cero practicamente,pero en verdad,no pudo mantener el estado optimo de un gobierno estable y con una democracia y estado de derecho firme.Para mas desgracia,por esas defectos,caimos en manos de un gobierno totalitario guiado por un sicopata egocentrico que nos convirtio en colonia mantenida y ocupada por la URSS y seguimos con esa continuidad,menos el coloniaje ,pues se esfumo la metropolis….pero el gobierno totalitario,sigue y de la soberania….pa cuando ?? En verdad debemos ser mas autocriticos………La pregunta seria : son en verdad los gobiernos de los EEUU los causantes de la tragedia cubana ?
Eh , Oro, no le veo hace mucho tiempo en Cubadebate. Y aquí ahora veo una posición totalmente de 180 grados. Qué le pasó?
No es la primera vez que cambia su discurso. Al parecer nada entre dos aguas. Unas veces está con Dios y otra con el diablo. Defínase, Sr. Oro. “Relación constructiva”? Permítame reírme. Hace casi dos siglos que están esperando que la fruta madura, por ley de la inercia, caiga al suelo para ellos recogerla. Y eso es lo que ha mantenido a Cuba vigilante y alerta. Y así seguirá aunque mantengamos relaciones amistosa y de colaboración con el imperialismo.
este no creo para nada que sea el verdadero Oro ya el lo dejo claro en Cubadebate, que el solo comentaba y escribia alli (y a veces en granma creo) y que personajillos a los que les molesta hacen cosas como estas, comentar con su nombre en otros sitios, con comentarios totalmente opuestos, para denigrar y confundir, y cuando el asi confuo vea algo del original lo tome por lo que vieo antes y lo ataque, incluso han colado alguno que otro comentario a esta maner en CD. sucios que son
dudo mucho que sea el verdadero Oro.
ya el dejo claro que algunos sucios personajes usan su nombre de esta manera.
yo lo he visto pasar en algun otro medio, incluso lo han colado en CD
les da tanta roña su actitud que llegan a eso