Autoridades de la provincia de Matanzas volvieron a denunciar este miércoles la venta de especies tóxicas de peces, tanto en la vía pública de la ciudad como desde las redes sociales.
Fue la Oficina Nacional de Inspección Estatal (ONIE) la que alertó sobre los graves daños que ese fenómeno puede provocar a la salud humana, de acuerdo con una nota publicada en Granma.
César Reyes Manso, director de la ONIE, advirtió en el periódico Girón no comprar ejemplares que no conozcan, dado que existen ciudadanos que venden especies “potencialmente tóxicas” de forma inescrupulosa, sin pensar en el daño que puedan ocasionar.
Según las regulaciones vigentes, dice Reyes Manso, se prohíbe la captura, el desembarque y la comercialización de especies marinas como el aguají, el cibi, el coronado, la cubera, el jurel gallego, la picúa y la tiñosa, algunas de ellas teniendo en cuenta sus pesos.
No obstante, el directivo señala que, lamentablemente, no existe fórmula para determinar si la especie es tóxica o no. “Incluso, cualquier tipo de pescado en el proceso posmortem tiene una bacteria en su intestino que lo descompone”, agregó.
En ese sentido, aconseja su conservación en hielo, en una temperatura entre cero y cinco grados, para mantenerlo fresco. “Hay personas que tienen el pescado el día entero en la mano, cogiendo sol, se descompone, y aunque no sea una especie tóxica, puede ocasionar diarrea y vómitos”, detalló.
La ley, alertó, penaliza a quienes comercializan estas especies, al tiempo que consideran la reincidencia en la actividad, o si cometieron la infracción dentro del mismo año.
De acuerdo con Reyes Manso, si se detecta una violación en una embarcación, el infractor podría permanecer sin acceso a la pesca hasta dos años, incluso con posibilidades de que se le retire la licencia de pesca. En caso de que fuera grave, sus dueños pudieran ser procesados por los tribunales.
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“En la actividad pesquera no andamos bien en el 2023”, según el ministro de la Industria Alimentaria, Manuel Sobrino Martínez. Estamos incumpliendo, con solo un 58% de lo previsto y con un 23% menos de lo logrado en 2022, precisó.
Entre las razones, el funcionario explicó que “tenemos más de 60 barcos parados en el país”.
“Un motor de un barco oscila entre los 25 000 y los 40 000 dólares, los suministradores habituales de esa tecnología no nos quieren vender o quieren que se les entregue el dinero por adelantado, y hemos tenido que decidir si comprar la leche en polvo o el trigo, o los motores; por lo que ha habido que esperar a otro momento para adquirir los motores”, dijo Sobrino Martínez en la Mesa Redonda del pasado miércoles.
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Según el ministro, la actividad pesquera necesita, como promedio, seis millones de dólares anuales.
“Hace cuatro años que no habíamos podido comprar artes de pesca, pero gracias a las medidas adoptadas llegaron al país dos millones de artes de pesca, por lo que esperamos una cierta recuperación en la actividad pesquera”, dijo.