El déficit de fertilizantes que sufre la agricultura cubana es crítico. El país, que en 2017 llegó a consumir alrededor de medio millón de toneladas (t) de fertilizantes para un índice de 90 kilogramos por hectáreas (kgs/ha), en 2021 —con lo importado y la producción doméstica— solo alcanzó un muy modesto 8 kgs/ha.
La producción nacional no cubre la demanda de fertilizantes. Tradicionalmente la Isla ha producido fertilizantes químicos, pero la acumulación de dificultades financieras para importar materias primas, y la cuestionable gestión de los recursos propios, ha resultado en un decrecimiento en los niveles de producción nacionales.
Las escaseces domésticas y la caída de las importaciones nacionales, también por razones financieras, han tornado complicado el escenario para la agricultura cubana.
Ante la insoluble carencia de fertilizantes químicos, el país ha dirigido esfuerzos y dinero a paliar la demanda de nutrientes de muchos de sus cultivos con la elaboración de bioproductos naturales.
Un intento no “de sustituir fertilizantes”, como reconocía a la ACN el Máster en Ciencias Dagoberto Rodríguez Lozano, director de Suelos y Fertilizantes del Ministerio de la Agricultura, “sino de nutrir las plantaciones hasta donde sea posible”.
Pues, los rendimientos agrícolas se enfrentan, adicionalmente, a la degradación de los suelos. Cuba posee una superficie de 11 millones de hectáreas; y de ellas, 6,4 millones son de uso agrícola. Pero, según ha alertado el Doctor en Ciencias, Luis Gómez Jorrín, jefe del Instituto de Suelos, el 70 por ciento de las tierras cultivables está afectado por al menos una limitación para producir, tales como la erosión, la baja fertilidad, el bajo contenido de materia orgánica, la compactación, o la salinidad.
En tal sentido, la alternativa de los biofertilizantes no constituye solo una opción ante la carencia de los necesarios productos químicos. Es, además, una apuesta vital para el manejo eficiente de nuestros muy maltrechos suelos.
Catálogo Audiovisual de Tecnologías Agroecológicas: Lombricultura
En pos del incremento en la elaboración de bioproductos, un ambicioso programa asumido por Labiofam incluye la instalación de tres complejos industriales en La Habana, Granma y Villa Clara, con el propósito de reanimar y fortalecer la actividad agropecuaria.
El costo total del proceso inversionista supera los 80 millones de dólares. Pero, aunque se ha trabajado en ellas por casi una década, los resultados continúan pendientes.
¿Qué ha pasado con la industria de Villa Clara?
En 2013 comenzó en las afueras de la ciudad de Santa Clara la construcción de la Planta de Biofertilizantes y Bioplaguicidas. Prevista para comenzar a producir en 2016, todavía no se halla en funcionamiento.
La inversión inicial en esta planta fue de 29 millones de pesos en moneda total, que con los años se convirtieron en 60 millones.
A partir del procesamiento exclusivo de materia prima cubana, la Planta podría aportar anualmente cerca de 1.000 toneladas de BioRat —un veneno para eliminar roedores y plagas— y 6 millones de litros de biofertilizantes y bioplaguicidas, por un valor superior a los 80 millones de pesos.
La fábrica santaclareña debía abastecer de estos productos a toda la región central del país; beneficiaría unas 600.000 hectáreas de cultivos y destinaría una parte a la exportación hacia el mercado latinoamericano y caribeño.
Por concepto de importaciones debía ahorrar al país las compras de abonos como la urea, con un costo en el mercado internacional que oscila entre 800 y 1.000 dólares por tonelada, sin incluir los gastos de transportación.
Aunque la fecha prevista para el arranque fue el ya lejano año 2016, según un reporte de Juventud Rebelde, en 2017 todavía se trabajaba en el montaje del bloque energético, la cimentación del bloque de producción y el de los silos de arroz, entre otros objetos de obra.
En 2019, de acuerdo con información registrada por el semanario provincial villaclareño Vanguardia, brigadas de la Empresas de Construcción y Montaje del territorio laboraban en la instalación de los sistemas de ventilación y climatización, y aún en parte del equipamiento.
Luego, en octubre de 2020, cuando el presidente cubano Miguel Díaz-Canel Bermúdez, junto al Consejo de Ministros, llegó en visita gubernamental a la provincia se revelaron números claros: el montaje industrial de la obra se encontraba al 51 %.
Todavía en junio de 2021, cuando el vicepresidente Salvador Valdés Mesa incluyó el proyecto en su recorrido de trabajo por la provincia, la fábrica se encontraba a un 85 % de la ejecución civil y a un 53 % en la instalación de sistemas esenciales como el de condensado, fermentación y tratamiento de agua.
Finalmente, al cierre del año pasado, la terminación civil de la obra marchaba al 86 % y la fase industrial había alcanzado un discreto 57 % de ejecución. La fecha de inauguración que se maneja en la actualidad, con un mínimo de condiciones, es el último trimestre de 2022.
Las plantas de La Habana y Granma también pendientes
Al igual que en la fábrica ubicada en la región central de la Isla, en La Habana y en Granma se ha trabajado en los últimos años en la instalación de este tipo de industrias.
Todas con una moderna tecnología china y de otros países, como Canadá, y con loables perspectivas no solo económicas, sino también para el cuidado del medio ambiente y el avance del país hacia una agricultura más ecológica, según afirmó a Granma el ingeniero Teobaldo Cruz Méndez, especialista principal de Inversiones de la Organización Superior de Dirección Empresarial Labiofam.
Pero también en todos los casos, con un destino marcado por problemas comunes a los procesos inversionistas del país: recurrentes dificultades financieras, demoras con la importación de equipos e irregularidades en la planificación y la contratación, entre otros.
La planta capitalina, concebida como un complejo industrial, desde 2015 concretó la inversión destinada a asumir la fabricación de bioproductos para abastecer al occidente del país. Más de un lustro después, en 2021, la obra se hallaba al 88,1 % de montaje industrial y al 99 % de terminación de la estructura civil, faltándole para su terminación tres sistemas fundamentales: la central general de distribución eléctrica, la planta de tratamiento de residuales y los sistemas contra incendios.
Su capacidad nominal de 5.800.000 litros de caldo fermentado, que representan 3.800.000 litros de productos terminados, de Bactivec, Griselesf y otros 12 surtidos de bioproductos, seguía aún sin explotarse.
Otro tanto ha sucedido con la industria granmense. Esta se construye en la ciudad de Bayamo desde 2017 y se reconoce como la más rezagada de todo el programa. Su inversión cercana a los 27 millones de pesos en moneda total, y los planes de culminación en un plazo máximo de tres años se mantienen en suspenso. Como también en suspenso han quedado sus aportes a la actividad agropecuaria en el oriente del país y a la exportación.
Ciertamente, estas nuevas plantas no son las únicas de su tipo en la Isla. Cuatro instalaciones funcionan desde los años 90 en los municipios Güira de Melena, Güines, Matanzas y Sancti Spíritus. La producción anual en Cuba asciende a 1180 t de biofertilizantes y 1200 t de bioplaguicidas, que cubren cerca del 26 % de la demanda total.
Mas, la producción total de las tres fábricas aún por culminar debería multiplicar hasta ocho veces la obtención de biofertilizantes, bioestimulantes y bioplaguicidas y cubrir casi toda la demanda interna; con la elaboración, entre otros productos, del Biobras 16, un bioestimulante para los cultivos, que solo en el arroz es capaz de incrementar hasta un 25 % su rendimiento.
En términos prácticos, Cuba podría asistir casi un millón y medio hectáreas de tierra con estas producciones adicionales. El país rebajaría una cifra considerable del peso de sus importaciones de productos químicos y podría comenzar a abrirse camino en el mercado internacional.
Pero, las nuevas instalaciones no echan a andar. Mientras, el futuro de los resultados agrícolas y de la comida sobre la mesa en Cuba sigue pendiendo del hilo invisible de los ciclos sin cerrar y los objetivos sin cumplir.
El Generalísimo, Máximo Gómez, nos retrató “EL CUBANO cuando no llega, se pasa” y aquí vale el aquello más vale un pajaro en mano que dos volando. Y entonces C…, terminen UNO.. BENDICIONES INFINITAS
Al comentario le falta enfocar de alguna manera las sanciones financieras de trump , unido al covid declive del turismo y para colmo una guerra q nos afecta de carambola. Sino existiera estas premisas otro serían los comentarios.