Fue un fin de semana terrible para Estados Unidos en términos de la COVID-19. El país sobrepasó los 120,000 muertos y alcanzó los 2, 310, 786 de casos confirmados. Diez estados no han logrado detener el crecimiento de la pandemia. Así las cosas, este lunes al presidente Donald Trump se le ocurrió repetir lo que había dicho en el rally de Oklahoma: hay que detener las pruebas de detección porque se iban a descubrir más casos que “nos dejan mal parados ante el mundo”.
En Florida el asunto no es mejor. Las autoridades sanitarias han revelado que ha sobrepasado las 100,000 víctimas. El condado Miami-Dade se lleva la peor parte con casi 3,000 nuevos casos registrados el domingo, aunque 568 menos que el día anterior, para un total de 26,239 desde que se comenzaron a contar a partir de marzo pasado. Los muertos llegan a 884. Esto ha llevado a las autoridades a incrementar las pruebas y a llamar a la población a que concurra a espacios públicos donde las hacen gratuitamente en pocos minutos.
Durante los últimos días Texas desarrolló cifras peores que Florida. Solo en la última semana registró 22,271 nuevos casos, para un total de 111,601. Según las autoridades, ello se debe a que los texanos han acudido en masa a bares, playas y ríos sin acatar la medidas de protección. Delante de Florida y Texas figuran Nueva York, California, New Jersey e Illinois.
Aun así, ninguna autoridad ha decidido frenar la reapertura de la vida económica y laboral de estos estados. Steve Adler, el alcalde de Austin, la capital de Texas, escribió una carta abierta a sus conciudadanos diciendo que si las cifras de contagio siguen subiendo, la ciudad se va a encontrar ante dos alternativas: “escoger entre volver a ordenar el encierro poblacional en sus casas o presenciar cómo los hospitales se van abarrotar y sufrir muchas muertes que pueden ser evitadas”.
En Miami, el alcalde de la ciudad, Francis Suárez, anunció en la mañana del lunes que a partir de ahora vuelve a ser obligatorio el uso de las máscaras y que se van a cerrar los restaurantes incumplidores de las medidas de prevención y seguridad. Pero tampoco habrá marcha atrás en la reapertura económica. “Será un reto” que “se hará cumplir”, enfatizó, lo cual implica que quienes no cumplan la orden serán multados. Y si se resisten, irán a la cárcel.
Lo anterior sucede después que el mismo alcalde fuera sorprendido el fin de semana en un restaurante de Miami compartiendo con dos amigos, pero sin respetar las medidas mínimas de seguridad. El miércoles de la semana pasada convocó una rueda de prensa rogando al público cumplir con el uso de las máscaras y el distanciamiento social. En una foto publicada por The Miami Herald, Suárez aparece risueño junto a dos amigos sin máscara.
En la rueda de prensa, Suárez agregó que el uso obligatorio de las máscaras abarca también a las municipalidades de Miami Beach, Hialeah, Miami Gardens, Doral, Pinecrest, North Miami Beach, West Miami, Miami Shores y Biscayne Park.
Hasta ahora no hay un estudio preciso sobre el impacto del coronavirus en la economía estadounidense. Apenas aproximados, casi todos orientados hacia la recuperación económica, algo que algunos sitúan entre uno y dos años como mínimo. Hoy lunes The New York Times publicó uno: concluye que el país va asistir a una avalancha de declaraciones de bancarrota empresariales que puede llegar a un trillón de dólares.
La mayoría de la empresas involucradas en este desastre económico son compañías que trabajan “al día”, incluyendo distribuidoras de alimentos, aerolíneas, cadenas de hoteles, etc. De momento, la empresa rent-a-car Hertz ya anunció que se declarará en bancarrota, y los abogados de la editora del Miami-Herald y otros once diarios ya están rodando por los pasillos de los tribunales.