Ayer viernes Donald Trump se apareció en Tampa para un acto de campaña cuando Florida se encuentra en el umbral del medio millón de casos de contagios de la COVID-19 y acaba de rebasar los 7.000 muertos.
Pero para el presidente, “Florida lo está haciendo bien y los felicito”. Al mismo tiempo que se congratulaba y felicitaba, los noticieros de televisión locales transmitían una rueda de prensa del gobernador Ron DeSantis en la que este mostraba su preocupación por las conclusiones de los especialistas: el estado es el epicentro de la pandemia y los pronósticos apuntan a un incremento de más casos y fallecidos.
“La realidad es que tenemos que hacer mucho más, y es una tarea de todos. Por mucho que quiera mantener las actividades comerciales, la gente tiene que respetar la distancia social, estar en sus casas lo más posible y no olvidar las máscaras”, dijo el gobernador.
Las palabras de DeSantis constituyen su primera manifestación de prudencia porque hasta ahora había insistido mucho en seguir las orientaciones de la Casa Blanca, siempre opuesta al cierre de las actividades económicas. Trump, por así decirlo, le torció la nariz a muchas de las medidas de protección decretadas por los estados, al punto de que hasta ahora solo ha utilizado un nasobuco en dos ocasiones. Y lo hizo después de que varios de sus colaboradores cercanos contrajeran la enfermedad.
La confirmación de que en su discurso en Tampa Trump se apartó de la realidad, llegó en la mañana de este sábado, cuando el Departamento de Salud de Florida publicó el parte del día anunciando que en la jornada anterior se registraron 9.642 casos nuevos, para un acumulado de 480.028. Fallecieron 179 pacientes.
Como si estas cifras no fueran suficientes, desde el viernes aumentaron las hospitalizaciones, aunque en proporción más baja que durante la semana anterior. Ahora suman un total de 26.972, contadas desde el inicio de la pandemia.
En resumen, la cifra de hospitalizados este sábado es de 8.005 personas con diagnóstico primario de coronavirus, dato ligeramente inferior a las 9.035 de hace una semana. De hecho, la velocidad de crecimiento de los ingresos durante el último mes ha disminuido. La cifra de hospitalizaciones constituye un indicio importante para el estudio del comportamiento de la pandemia, toda vez que indica la gravedad de la enfermedad. Cuanto más personas sean ingresadas, mayor es la gravedad de su estado de salud.
Dentro de todo esto, el condado Miami-Dade se lleva la gran tajada. Durante la última semana fueron ingresados 1.032 pacientes. Miami-Dade tiene un promedio del 18% de positividad en las pruebas, cuando lo recomendado por los especialistas es no más del 10%.
Este sábado el total de pacientes ingresados, nuevos y antiguos, ascienden a 1.945. Un detalle positivo es que, aunque lentas, las altas son superiores a los ingresos.
Esas cifras tienen preocupados a los médicos.