Aunque son ampliamente reconocidos dentro y fuera de la Isla por la probada calidad de sus productos e investigaciones, los científicos cubanos no suelen acaparar reflectores ni titulares de prensa. Su labor es mayormente anónima, pasa desapercibida para la mayoría de las personas.
Sin embargo, la pandemia de la Covid-19 ha venido a cambiar, como tantas otras cosas, esa realidad. En medio de la lucha contra una enfermedad que ha conquistado al mundo en pocos meses, con un feroz saldo de miles de vidas y millones en pérdidas económicas, la ciencia cubana ha saltado súbita y merecidamente a la luz pública, y sus medicamentos y centros de investigación han pasado a formar parte del acontecer cotidiano de quienes viven en la Isla.
Productos como el interferón Alfa 2B recombinante, el CIGB 258 y la Biomodulina T, y entidades como el grupo empresarial BioCubaFarma, el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y el Instituto Finlay, son mencionados sistemáticamente en los medios de comunicación, y sus directivos -devenidos a la vez en voceros de quienes permanecen trabajando en la sombra- se han convertido en figuras públicas en momentos en que los verdaderos aportes a favor de la vida ganan terreno frente a la habitual celebridad de lo frívolo.
Se trata de un work-in-progress que hasta hoy va permitiendo a la Isla mostrar indicadores favorables, e investigar y evaluar sobre la marcha la acción de diferentes medicamentos y terapias para su incorporación a los protocolos de tratamiento de la Covid-19
“Dentro de la gama de medicamentos en los cuales estamos trabajando para combatir la pandemia del nuevo coronavirus, existen algunos que son novedosos y que están teniendo un efecto muy importante en reducir los niveles de letalidad, y en disminuir también los pacientes que avanzan hacia la gravedad”, aseguró en respuesta a OnCuba el Dr. Eduardo Martínez, presidente de BioCubaFarma.
“De esos medicamentos nuevos, algunos incluso no los teníamos registrados todavía porque se estaban evaluando para otras enfermedades, y los hemos redirigido al tratamiento de la Covid-19 por su potencial –explicó–. No obstante, sí tenemos evidencia de su seguridad porque se han probado en decenas de pacientes, y por ello hemos acelerado todos estos procesos y estamos llevando a cabo las evaluaciones clínicas requeridas para, de acuerdo con los resultados, efectuar los registros que permitan producirlos a mayor escala para su uso expandido en Cuba y también a nivel internacional.”
“De hecho, en estos momentos ya existen negociaciones con empresas de diferentes partes del mundo con las que mantenemos relaciones, de Europa, de América Latina, que nos han estado pidiendo información sobre estos productos nuevos en los que hemos estado trabajando con resultados positivos, para su producción. Estamos en ese intercambio, y debido a que la situación de la pandemia no debe resolverse por completo hasta que no haya una vacuna preventiva, pensamos que estos medicamentos van a tener un uso en el futuro para esta enfermedad”, agregó el presidente de BioCubaFarma, un grupo empresarial que exporta unos 300 productos a más de 50 países.
Tres caminos para enfrentar la Covid-19
En sentido general, el protocolo de enfrentamiento cubano a la enfermedad causada por el coronavirus Sars-Cov-2, se focaliza en tres áreas: la prevención, el tratamiento a los enfermos (tanto los estables como los que manifiestan complicaciones y caen en estado grave o crítico), y el cuidado a los que se recuperaron de la enfermedad. Nos referiremos a las herramientas que están siendo usadas por la biotecnología cubana para la prevención.
Prevención
Una primera dirección está enfocada en los medicamentos que buscan prevenir que las personas vulnerables, una vez que se infecten, lleguen a una fase de gravedad o crítica.
Biomodulina T
Es un fármaco utilizado por más de 20 años en Cuba con el objetivo de estimular el sistema inmunológico ante posibles infecciones y que en la actualidad es producido en la Isla por el Centro Nacional de Biopreparados (BioCen).
La Biomodulina T es un inmunomodulador (su acción es sobre el sistema inmune). Es un producto natural, de procedencia bovina. Su efecto fundamental es estimular la producción de linfocitos T (células especializadas del sistema inmune que juegan un papel central como mediadores de la respuesta inmune celular dirigida principalmente contra agentes que se replican dentro de la célula como, por ejemplo, los virus. Deben su nombre a que maduran en una glándula muy importante del sistema inmune: el timo).
Este medicamento (inyectable) tiene un amplio aval en su uso para tratar infecciones respiratorias en el adulto mayor, en los que se han registrado mínimas reacciones adversas. Este producto ha demostrado su eficacia en retardar el proceso natural de deterioro del sistema inmune.
La directora general del BioCen, la Dra. Tamara Lobaina, refirió en conferencia de prensa que estas han sido las razones por las que se ha decidido utilizar este producto como parte de un protocolo de prevención en hogares de ancianos y otros centros de atención social. Hasta el momento ha sido aplicado a más de 5 mil personas mayores de 60 años de todo el país con “mínimas reacciones adversas” y, según Lobaina, ha mostrado resultados alentadores para frenar el contagio en los grupos aplicados, como lo evidencia su utilización para contener un evento de transmisión local en un hogar de ancianos de la ciudad de Santa Clara.
Biomodulina T- Vacuna
Además, el BioCen trabaja de conjunto con el Instituto Finlay en una combinación de este producto con una vacuna para reforzar la inmunidad de los pacientes. Al respecto, el director general del instituto, el Dr. Vicente Vérez, explicó que no se trata de una vacuna preventiva específica contra la Covid-19 –la que, en opinión de los especialistas, podría tardar hasta el próximo año—sino de una que busca potenciar el sistema inmune innato de las personas, que es el que combate al virus en esos primeros estadios de la infección.
Vérez dijo que se partió de una vacuna contra otra enfermedad ya existente desde los años 80 y que actualmente es probada en grupos de riesgo, entre ellos personas mayores de 60 años, que presentan un envejecimiento del sistema inmune, a los que se le aplica un protocolo para elevar sus defensas. Este protocolo incluye una combinación con la Biomodulina T “buscando un elemento sinérgico”, que persigue que las personas estén en mejores condiciones para enfrentar la Covid-19 una vez que se han contagiado.
El especialista comentó que, a parir de los conocimientos que ya se tienen sobre los efectos de la inmunidad innata con el SARS, que puede considerarse un primo del nuevo coronavirus, el Instituto Finlay cuenta con un programa de investigación y aplicación de vacunas, en colaboración con universidades y centros médicos de Holanda, “que se basa fundamentalmente en tratar de entender qué pasa con el virus en los tres primeros días de infección en las personas”.
“Nos interesa tratar de entender cómo los pacientes asintomáticos logran controlar la Covid-19, comparar su respuesta con la de otras personas que no responden igual, porque si se logra suministrar al resto de la población los elementos de inmunidad que tienen los asintomáticos, podría hacerse un aporte importante, ya no para evitar el contagio, pero sí para enfrentar el curso de la enfermedad”, aseveró.
Vérez detalló que la vacuna seleccionada “tiene un fuerte componente que estimula algunas de las ramas de la inmunidad innata que pensamos que son las que ahora están haciendo la diferencia, al menos en parte, entre los asintomáticos y los que evolucionan a la enfermedad de la Covid-19” y dijo que por este motivo, en coordinación con el Ministerio de Salud Pública (Minsap) y las autoridades regulatorias cubanas se decidió iniciar una aplicación para “entrenar la inmunidad innata” en poblaciones de riesgo municipios de La Habana. En particular se refirió a su prueba en trabajadores de Salud, “que por su trabajo están expuestos a una elevada carga viral”, y de los que “ya tenemos varios miles inmunizados”.
No obstante, aclaró que “no sabemos si esto funcione”, pero explicó que con esta prueba “estamos construyendo las evidencias que permitan definir la efectividad de la vacuna” a partir de su comparación con otras poblaciones que no hayan sido inmunizadas, y se mostró optimista acerca de los resultados.
Vacuna inmunopotenciadora del CIGB
La del Instituto Finlay no es la única vacuna para potenciar la inmunidad innata frente a la Covid-19 en la que trabaja la industria farmacéutica cubana. Otra, también con carácter inmunopotenciador, ha sido desarrollada por el GIGB y sus resultados son prometedores según las pruebas clínicas realizadas. Como la anterior, esta vacuna tiene como objetivo limitar el progreso del padecimiento hacia fases graves y críticas, en especial en los adultos mayores.
Productos de origen natural
Finalmente, en la dirección preventiva frente a la pandemia el Dr. Eduardo Martínez también se refirió al uso de productos de origen natural, como las tabletas de anamú, con una “probada capacidad para fortalecer el sistema inmunológico”, y comentó que se evalúa la incorporación del conocido PPG, “para complicaciones de trombosis en los enfermos, por su efecto antiagregante plaquetario para combatir los elementos trombóticos que incluso pueden llevar a la muerte a los pacientes”.
Con ello, el presidente de BioCubaFarma aseguró que se busca “abarcar los diferentes nichos de personas vulnerables” ante la Covid-19, y evitar así que cobre más vidas.
Pero este no es el único camino seguido por la ciencia cubana para enfrentar la pandemia. Sobre el resto, centrados en el tratamiento de los enfermos, tanto los estables como los críticos y graves, y en la recuperación de las personas que padecieron la enfermedad, nos estaremos refiriendo en un próximo trabajo.
Cuanto trabajo el de nuestros científicos además de todo el que tiene que ver con el protocolo de medicamentos para luchar contra este virus dichosos nosotros con este personal maravilloso gracias
muy interesante. orgullosos de nuestros científicos.