Más de 5 000 manifestantes de extrema derecha marcharon el sábado en Bucarest, la capital de Rumania, para rechazar las nuevas restricciones con que las autoridades piensan combatir un aumento alarmante de infecciones por la COVID-19.
Las infecciones diarias de la COVID-19 se han disparado de alrededor de 1 000 casos diarios hace un mes a 12 590 nuevos casos el sábado. Ese fue el número diario más alto de infecciones en Rumania desde que comenzó la pandemia. El aumento está poniendo a los hospitales del país bajo una gran presión a medida que las unidades de cuidados intensivos empiezan a colapsar.
La manifestación fue organizada por el partido de extrema derecha Alianza para la Unión de los Rumanos (AUR). Las nuevas restricciones, que se espera que entren en vigencia durante los próximos días, requerirán que las personas usen nasobucos en público y que las tiendas cierren a las 10:00 p.m. Los restaurantes permanecerán abiertos a la mitad de su capacidad, pero solo para personas con pases de COVID-19.
La protesta enfureció a algunos trabajadores médicos. Beatrice Mahler, directora del hospital del Instituto de Neumología Marius Nasta de Bucarest, dijo que los manifestantes “creen que su derecho a la ‘libertad’ está por encima de nuestro derecho a la salud. La situación en los hospitales es grave”, dijo.
La protesta se produjo un día después de que un incendio arrasara una unidad de cuidados intensivos en un hospital en la ciudad portuaria de Constanta. matando a siete pacientes de COVID-19. La causa del incendio aún no se conoce, pero el presidente Klaus Ioannis dijo que Rumania había “fallado en su misión fundamental de proteger a sus ciudadanos”.
La pandemia ha puesto de relieve las malas condiciones del sobrecargado sistema sanitario de Rumanía. El país de Europa del Este tiene el gasto más bajo en atención médica en las 27 naciones de la UE en relación con el PIB con un 5,2% en comparación con un promedio del bloque del 10%.
Rumania ha vacunado completamente solo al 33,5% de todos los adultos, lo que la convierte en la segunda nación de la UE menos vacunada después de Bulgaria.