Hasta mañana sábado se ha pospuesto en París la 21ra. Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, llamada en breve COP-21, en la que los gobiernos del mundo han tratado de lograr un acuerdo para limitar la emisión de gases de efecto invernadero y poner límite a la amenaza de cambio climático.
Unida a esta conferencia, también se han celebrado varias actividades y reuniones conexas, todas apoyando el objetivo de que se alcance un acuerdo justo que permita salvar a nuestro planeta Tierra de las afectaciones, presentes y futuras, que un cambio climático tendría sobre la vida de todos los seres humanos.
La ciencia ha hablado y ha puesto muy claro sobre el tapete que de continuar lanzándose a la atmósfera los contaminantes conocidos como gases de efecto invernadero, el Cambio Climático es inevitable que se produzca, y será precisamente por la acción de los seres humanos.
Es urgente la necesidad de reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero para limitar la temperatura promedio a nivel global a valores inferiores a 2 ºC. Si no se lograra, el incremento de la temperatura promedio mundial aumentaría hasta 4.8 ºC a fines de este siglo XXI, con una elevación del nivel del mar promedio de hasta 1 metro, lo que afectaría directamente a 1 habitante de cada 10 en el mundo.
A esto podemos sumarle el incremento de los fenómenos meteorológicos extremos, con sequías más fuertes y frecuentes, huracanes más intensos, y también lluvias más frecuentes e intensas, junto a una extensión de las zonas desérticas. Como puede verse, esto representa de por sí una grave amenaza para nuestro planeta Tierra.
El impacto del cambio climático provocado por la actividad humana, se siente ya en todo el mundo. Es un problema global con fuertes implicaciones y repercusiones en el medio ambiente, en las esferas económica, social y políticas; una amenaza a la salud y la biodiversidad que pueden ocasionar migraciones entre 50 y 150 millones de habitantes desde ahora hasta final del siglo, en busca de condiciones mínimas de vida, así como amenazar la paz y afectar especialmente a los países más pobremente desarrollados.
Responsabilidades comunes, pero diferenciadas
Ahora bien, mientras que todos los países son responsables, esas responsabilidades no son de ninguna manera iguales. No pueden compararse las grandes economías que son las que emiten mayor cantidad de gases de efecto invernadero a la atmósfera, como EE.UU., China, Europa occidental, entre otros, con los pequeños estados en vías de desarrollo que emiten poco, pero que necesitan asimismo desarrollarse para el bienestar de sus pueblos. La lucha contra el cambio climático no puede ser por tanto una restricción ni un obstáculo al desarrollo de esos países.
Un acuerdo de esta índole debe cubrir de manera balanceada las medidas de mitigación, adaptación, financiamiento, transferencia de tecnología, transparencia, fortalecimiento de las capacidades y el uso de la ciencia y la educación, a fin de facilitar el camino al desarrollo de los países menos desarrollados, con la contribución de los grandes responsables de la emisión de los gases causantes del cambio climático: los países desarrollados.
Esa es la única manera de que se logre un acuerdo que tenga en cuenta los principios de la igualdad y de responsabilidades comunes pero diferenciadas, y que también tome en cuenta las capacidades respectivas, como pilares fundamentales para, con una acción multilateral, enfocar el cambio climático en este acuerdo de París. Si se logra, podríamos catalogarlo como un acuerdo de verdad histórico.
La COP-21 en marcha
La COP-21 está en marcha. Hace unos días escuché a un senegalés decir que “la cumbre de París es la última oportunidad”, y creo que tiene toda la razón. Creo que también este sentir está en la mente de todos los representantes de gobiernos, los negociadores que deliberan en París.
Cierto que es difícil… pero no imposible. En realidad no estamos en los tiempos de Kyoto, pues se ha ganado en conciencia y se palpan ya los efectos del cambio climático como para preocupar a la mayor parte del planeta. Por eso es que nos sentimos optimistas. Es cierto que existe, por medio financiamiento, transferencia de tecnología, de capacidades, etcétera, ayuda al desarrollo de tecnologías limpias. Pero existe el peligro de que esas tecnologías no se extiendan a las zonas menos ricas del planeta, y que los modelos de desarrollo allí persistan en el uso de tecnologías con efectos contaminantes, sobre todo en cuanto a la emisión de carbono a la atmósfera.
Con todo, los compromisos contabilizados en la mayoría de los países el pasado octubre, antes de la conferencia, sobre la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero, arrojaban como resultado un límite de temperatura de sólo 2.7 ºC, lo cual es a todas luces insuficiente. De ahí que las negociaciones en París tengan que ser fuertes en este sentido.
Los gobiernos de los pequeños estados insulares están preocupados porque un límite de 2 ºC pudiera volver inhabitables sus naciones o volverlas completamente sumergidas; además existe el temor de que grandes ciudades costeras, como Nueva York, Londres o Ámsterdam puedan resultar muy afectadas por el incremento del nivel del mar.
Por eso algunos han intentado establecer un límite aún más ambicioso, de 1.5 ºC. Varios expertos han señalado hace sólo unos meses lo que significa en la práctica la diferencia entre 1.5 y 2.0 ºC. Por ejemplo, la mayoría de las especies terrestres y marinas pueden seguir mejor la velocidad del cambio climático con un tope de 1.5 ºC; la mitad de los arrecifes de coral se mantendrían, la elevación del nivel medio del mar estaría por debajo de 1 metro, no se derretiría todo el hielo ártico, los impactos de acidificación oceánica se mantendrían a niveles moderados y habría un mayor rango para la adaptación, especialmente en la agricultura.
Sin embargo, mientras se reconoce que mientras más se baje el límite, es mejor, ello implicaría un gran desafío.
El Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (UNEP), en una reciente evaluación, expresó que las trayectorias para ambos niveles serían similares en varios aspectos, pero para lograr el nivel de 1.5 ºC se necesitaría de acciones más tempranas y más fuertes. Esto puede que no resulte aceptable por todos los países en este momento, aunque la cifra tiene una tendencia a verse aceptada por las ventajas que la misma ofrece. Existe el consenso de que no tomar acción es muchísimo más costoso, en cualquier sentido, que tomarla de inmediato.
En todo esto subyace lo más importante: la voluntad política y la sabiduría de los gobiernos del planeta, que ante esta gran y cierta amenaza, deben despojarse de egoísmos y puntos de vista estrechos y asumir las responsabilidades que a cada cual les corresponda, para proteger a nuestra Casa Común.
Lograr un avance de cualquier índole hacia la solución definitiva del problema del Cambio Climático, sería un verdadero logro. La cumbre de París COP-21, es en verdad la última oportunidad.