Cuba busca el visto bueno de la Organización Mundial de la Salud (OMS) a sus tres vacunas contra la COVID-19, lo que podría significar un espaldarazo económico, científico y político para La Habana en su momento más delicado en décadas.
La reciente autorización para uso de emergencia en México de la fórmula Abdala supone un paso adelante en este sentido, pero una decisión de la OMS parece aún distante, a juzgar por el estadio en el que se encuentran los procesos de validación.
“El proceso está guiado por la ciencia y no la política y es necesariamente oneroso, pero el sistema funciona. Allá donde no se han realizado valoraciones e inspecciones siguiendo los requisitos y estándares internacionales, la OMS lleva a cabo todo el espectro de acciones”, indicaron a EFE fuentes de la OMS.
Según la última actualización de estado del proceso de evaluación de las vacunas contra la COVID-19 de este organismo multilateral, del 23 de diciembre, la OMS está “esperando información sobre la estrategia y el cronograma de envío” de documentación por parte de Cuba.
Este documento público indica también que aún no ha tenido lugar la reunión previa al envío de la información entre los productores cubanos y representantes de la OMS, y que aún no se ha aceptado la información para su revisión.
La OMS explicó a EFE que el proceso “suele tardar entre dos o tres meses en ser completado”, dependiendo de “la calidad y disponibilidad de los datos suministrados por los fabricantes, entre otros factores”.
No obstante, subraya que la revisión es un “proceso abierto sin fecha final”, es decir, que no tiene una duración determinada ni tiene por qué acabar con una autorización para el candidato vacunal.
La luz verde definitiva se concede “si, a la luz de los estándares de la OMS” los datos “demuestran una probabilidad razonable” de “la calidad, seguridad y efectividad de la vacuna” y de que los beneficios superan sus “posibles riesgos e incertidumbres”.
Las pautas de vacunación de Abdala, Soberana 02 y Soberana Plus tienen una efectividad superior al 90 %, según sus fabricantes, pero estos datos no han sido contrastados por instancias independientes externas.
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Actualmente diez vacunas contra la COVID-19 en todo el mundo han concluido con éxito este proceso de validación por parte de la OMS, entre ellas Pzifer/BioNTech, Moderna, AstraZeneca, Janssen, Sinovac y Novavax.
Cinco candidatos más están esperando la decisión definitiva de la OMS, otro realizó dos reuniones previas al envío de la documentación, uno más recién retiró su candidatura y las tres solicitudes restantes se encuentran en el primer estadio del proceso, entre ellas la cubana.
El presidente del grupo estatal de la industria biofarmacéutica de Cuba (BioCubaFarma), Eduardo Martínez Díaz, lo apuntó recientemente en Twitter cuando explicó que estaban “adaptando la documentación que se debe enviar a la OMS”. “El avance depende de nosotros”, afirmó.
Sus comentarios en la red social, donde enfatizó que las vacunas cubanas son “muy efectivas” y que otros países podrían emplearlas, seguían a varios días de críticas en los medios oficiales cubanos a la OMS porque las fórmulas nacionales no tuviesen aún autorización.
Buenas noticias
Las vacunas cubanas ha recibido buenas noticias en los últimos días. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) de México –cuyo consejo siguen otros países de la región– autorizó este miércoles para uso de emergencia la vacuna Abdala, tras obtener una “opinión técnica favorable”.
Además, este martes San Vicente y las Granadinas autorizó también el uso de Abdala y un día antes Vietnam suscribió un acuerdo con La Habana para percibir otros cinco millones de dosis de esa misma vacuna una vez que autorizase su uso de emergencia para menores.
Las fórmulas cubanas ya se estaban administrando en países aliados de La Habana como Venezuela, Irán y Nicaragua.
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Una decisión por parte de la OMS podría tener consecuencias muy positivas para Cuba en múltiples ámbitos. El más inmediato sería el reconocimiento de la labor de los equipos científicos que han trabajado en estas vacunas, las primeras desarrolladas en América Latina y las únicas de una economía en vías de desarrollo que no está en el G20 (China, India, Rusia).
La segunda sería económica, porque como explicó a EFE la OMS su aprobación es a menudo “requisito previo” para que organismos como UNICEF, la oficina regional de la OMS para las Américas (OMS/OPS) o el mecanismo multilateral Covax puedan adquirir esa vacuna. Muchos países podrían además decantarse por las fórmulas cubanas, al contar con el sello de la OMS.
Todo esto significaría ingresos de divisas para Cuba en un momento en el que el país atraviesa una grave crisis económica por la combinación de la pandemia, el endurecimiento de las sanciones estadounidenses y la mala gestión interna.
La difícil situación económica, con una fuerte inflación, largas colas y escasez, estuvo en la base de las masivas protestas espontáneas del pasado julio, las mayores en décadas en el país.