Basta sólo con transitar por las calles de las ciudades cubanas, o frecuentar diversos sitios, para darse cuenta de que por doquier abundan los adultos mayores, algo que por cierto, tiene un lado bueno y otro no tanto.
Según los estudiosos del tema, el país presenta un envejecimiento poblacional progresivo, con un incremento marcado en los últimos años; de ahí que se prevé que para el 2020 alrededor de 400 mil cubanos cumplirán las ocho décadas y se estima, además, que los muy ancianos alcanzarán el 25 por ciento de la población, convirtiéndose Cuba en el país más envejecido de América Latina, y uno de los más avejentados del mundo en el 2050.
Actualmente el grupo con seis décadas o más se calcula en dos millones, cifra que deberá incrementarse a 3,6 millones en 2035, lo que significaría una notable sobrecarga para la seguridad social , el sistema de salud cubanos, y la disponibilidad de fuerza de trabajo.
Si usamos un poco de imaginación, y nos asomáramos al futuro dentro de algunos años, seguramente veríamos que serían mucho más que ahora los adultos mayores, menos los jóvenes, y los niños estarían ausentes en esa realidad. La cuenta es sencilla.
Muchos reconocen que lo anterior se debe a sostenibles avances alcanzados, en el desarrollo social cubano, que propician que la expectativa de vida sea actualmente mayor para ambos sexos, a lo que se une un decrecimiento de la natalidad.
Ante esta última situación es oportuno preguntarse: ¿A qué se debe este fenómeno en la Cuba de hoy? ¿Por qué se retarda la descendencia? Varias pudieran ser las respuestas y los análisis; sin embargo, soy del criterio que a veces la decisión de tener los hijos es compartida por la pareja, y en otras sólo atañe a la mujer, que decide procrear de manera independiente, aunque el resultado es el mismo en los dos casos: la ausencia de nacimientos, con mayores consecuencias en el caso de las niñas, quienes a la vuelta de unos años garantizarían la descendencia.
Considero que de manera general, la juventud piensa que el asunto puede esperar para después, y la prioridad es para el desarrollo personal que le propiciará más adelante una situación económica favorable; otra de las causas es el alto costo de la vida, más aún cuando se sabe que la llegada de un niño trae consigo gastos adicionales y de envergadura a las familias; otra condicionante es la carencia de viviendas; con frecuencia vemos que en un hogar escasean los espacios ya que conviven varias generaciones, lo que frena en un por ciento considerable el desarrollo de la maternidad.