A punto de concluir 2022, en el V Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil, reconoció que no se alcanzaron “los niveles proyectados en la economía”. No es sorpresa. La prueba irrefutable, más allá de números y mediciones, radica en el sentir colectivo, que al cabo de un calendario más no percibe mejoría en la satisfacción de sus necesidades básicas. Más bien lo contrario.
Según fue informado de manera oficial por Gil, en 2022 no crecieron las exportaciones; los ingresos en divisas fueron inferiores a lo previsto; no se alcanzaron las cifras planificadas para el turismo; el déficit de combustibles y energía afectó de manera directa las producciones de los sectores primarios y secundarios; y en la circulación mercantil no fue posible estabilizar los precios ni controlar la inflación, porque no se incrementaron los niveles de oferta.
En materia económica ha trascurrido un año signado por realidades y acontecimientos sobre los que vale la pena volver a poner la mirada. Proponemos con este fin un repaso sobre algunas de las aristas más significativas de los últimos doce meses en Cuba.
La crisis energética apagó el sector productivo
El déficit de combustible y energía frenó la actividad productiva. Aunque aún se ignoran las estadísticas de la reducción anual, Gil confirmó la “ralentización de producciones de cemento, acero, agricultura, industria azucarera y otros renglones” por esta causa.
La producción energética fue un tema crítico en 2022. Se registraron los niveles más altos de déficit de generación de electricidad desde los 90, dentro del marco de una crisis que conjugó el deterioro de la infraestructura electroenergética y las dificultades con el suministro de combustibles.
En términos prácticos, la crisis afectó todos los renglones productivos, estatales y no estatales, de un modo u otro. La falta de capacidad de generación rebasó los 1100 MW diarios en agosto de 2022, y en noviembre los 1600 MW, mientras la demanda en horario pico rondaba los 3 mil MW. Por su parte, dificultades con la producción de hidrocarburos en Venezuela —principal proveedor— redujeron la llegada de combustibles desde esa nación a un promedio de 56 610 barriles diarios en el primer semestre de 2022, de los 115 mil que recibíamos en 2015.
En agosto, el presidente Miguel Díaz-Canel había anunciado “la recuperación de alrededor de 290 MW en termoeléctricas, más de 400 en nuevas tecnologías y otros 190 MW en generación distribuida”.
Noticias recientes dan cuenta de la sincronización de siete plantas flotantes turcas con una disponibilidad total de 400 MW de potencia, emplazadas en las bahías de Mariel, La Habana y Santiago de Cuba; y la instalación de doce nuevos grupos electrógenos comprados a Rusia, con una capacidad de generación de 89 MW.
La visita de Díaz-Canel a Argelia, Rusia, Turquía y China se centró en el sector energético, y tuvo entre sus resultados el compromiso de estos socios comerciales clave de contribuir a aliviar la crisis energética en la isla; en particular Argelia y Rusia, que acordaron proporcionar suministros regulares de petróleo, que se sumarán a los que llegan desde Venezuela.
A punto de concluir 2022, comienza a percibirse una recuperación de la capacidad de generación energética y una reducción de cortes de electricidad programados. Se ha reportado disminución del déficit diario hasta alcanzar niveles inferiores a los 200 MW por primera vez en el año.
Contra el muro de la deuda
En 2022 Cuba se mantuvo en un default de deuda; es decir, en un incumplimiento de sus compromisos crediticios externos, que comenzó en el segundo semestre de 2019.
Aunque en este año se tuvo noticia de la posposición de los pagos del servicio de la deuda con Rusia y China hasta 2027 —si bien se aplicarán intereses moratorios—, y la gira presidencial de noviembre de 2022 derivó en la suscripción de doce acuerdos (algunos de ellos vinculados a la reapertura de nuevos financiamientos), la credibilidad financiera de la isla se mantiene seriamente afectada.
Los efectos de la pérdida de credibilidad financiera —que solo puede recuperarse mediante la negociación y pago de la deuda— se evidencian en la dificultad para acceder a créditos nuevos, principal fuente para garantizar la importación de recursos y materias primas, tanto para producir alimentos como para generar energía.
Sin restablecer los flujos financieros externos tampoco puede emprenderse un plan antiinflacionario que permita el control de precios y contribuya a la estabilización macroeconómica a mediano plazo.
El presidente cubano declaró que los compromisos de las cuatro naciones sobre la reestructuración de la deuda de Cuba, así como la concesión de nuevos financiamientos para el comercio y las inversiones, constituyen un alivio.
Pero solo eso. Como ha subrayado José Luis Rodríguez, exministro de Economía y Planificación, si no se logra “pagar algo o algún acuerdo con los acreedores que no sea solamente posponer el pago”, no se reactivará “el financiamiento externo” y el país no contará con “financiamiento fresco”.
El turismo y las divisas que nunca llegaron
Se estima en 800 mil el número de turistas que se esperaba llegaran a Cuba en 2022 y no lo hicieron. Representa casi la tercera parte del total de 2,5 millones previstos.
Con el acceso a financiamiento externo reducido debido a los niveles de endeudamiento, este año la economía cubana contaba con la recuperación del turismo y los ingresos en divisas proporcionaría.
Sin embargo, aun cuando las cifras planificadas distaban de las obtenidas en la última década y, en particular, entre 2016 y 2019 —momento en que los indicadores de visitantes internacionales rebasaron los 4 millones anuales, con ingresos asociados superiores a los 2 mil millones de dólares—, los planes no se cumplieron.
De hecho, el ritmo de recuperación del sector se comportó más lento que en el resto de las Américas, donde se alcanzó un 60 % solo en el primer semestre del año, mientras en Cuba se registraba un modesto 26,6 % en relación con el mismo período en 2019.
La tasa de ocupación media del turismo internacional en Cuba entre enero y septiembre de 2022 fue de apenas un 14,2 %, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), muy por debajo de la registrada entre 2016 y 2020, cuando se situaba en torno al 50 %.
A pesar de los indicadores, este año las autoridades persistieron en la apuesta por el turismo como motor de la economía nacional. En servicios empresariales, actividades inmobiliarias y de alquiler se concentró el 24 % del total a invertir por el país, al margen de la necesidad urgente de inversiones en la producción de alimentos y la esfera energética. La inversión en agricultura fue nueve veces menor, con solo 2,6 % del total.
La más reciente actualización de la Cartera de Oportunidades de la Inversión Extranjera incluyó un total de 130 posibilidades de negocios relacionados con el turismo, los que ocupan el segundo lugar en número de oportunidades, solo superado por los 197 en producción de alimentos.
Los vaivenes del PIB
Cálculos preliminares proyectan un crecimiento del producto interno bruto (PIB) de solo un 2 %, la mitad de la cifra prevista, y que dista en 8 puntos porcentuales de lo alcanzado en 2019.
Voces autorizadas coinciden en que el crecimiento del indicador tiene una relación directa con el incremento de las importaciones y la inversión.
En palabras de José Luis Rodríguez1, para alcanzar un crecimiento del 1 % en el PIB en las condiciones de Cuba se requiere un aumento en las importaciones de entre el 2 % y el 3 %, y una Inversión Extranjera Directa de entre 2 mil millones y 2 500 millones de dólares anuales.
Mientras, el economista cubano Pedro Monreal ha subrayado que “un crecimiento estable de alrededor de 5 % anual necesitaría en Cuba una tasa de formación bruta de capital (inversión) de cerca del 25 % del PIB”. En 2021, la tasa fue de solo 16,3 %.
En las condiciones actuales, las importaciones no escapan a los límites impuestos por la falta de financiamiento propio debido a los bajos ingresos en divisas; a la carencia de financiamiento externo a causa del sostenido default de deuda; al mantenimiento de las sanciones financieras estadounidenses y al incremento de casi un 50 % de los precios en el mercado internacional en 2022.
A la vez, no se concreta el “salto” necesario en la Inversión Extranjera. Entre 2020 y 2021 se aprobaron en Cuba 47 nuevos negocios, de los cuales solo 25 se habían constituido en el primer semestre del año actual. Desde 2014 se han aprobado solo 285 negocios —de estos, 29 reinversiones—, con aportes financieros muy por debajo de lo necesario.
Los cálculos preliminares sobre el PIB en 2022 coinciden con los pronósticos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que redujeron el estimado de crecimiento de Cuba a 2 % este año. Para 2023, el ministro cubano de Economía anunció un crecimiento mínimo del PIB del 3 %. La proyección de la Cepal para Cuba en el indicador para 2023, sin embargo, es de solo 1,8 %.
Continuará…
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Nota:
1 José Luis Rodríguez: “Una primera mirada a la economía Cubana”. En: Revista Cuba: investigación económica. No. 1, Enero-Julio 2016. La Habana, Instituto Nacional de Investigaciones Económicas.