Economía sumergida: de las calles a la web

Revolico Home

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En el año 1996, las tiendas estatales cubanas ofertaban 30 huevos por más de cinco dólares. Ubicados, incluso, en los portales de las llamadas shoppings, los vendedores ambulantes ofrecían los mismos productos por un precio más bajo. Con un salario bastante precario, la mayoría de la población cubana intentaba evadir los precios oficiales y buscar alternativas de subsistencia en un mercado subterráneo que durante más de una década ha sabido ajustarse a los signos de cada tiempo.

Más de un quinquenio después, en 2002, una computadora Pentium IV podía comprarse en La Habana por 1.800 dólares. Otras máquinas menos sofisticadas oscilaban entre 500 y 900 USD, debido a la ausencia de estos equipos en las tiendas nacionales. En diciembre de 2001 había sido aprobada una resolución del Ministerio de Comercio Interior que prohibía “la venta de computadoras, equipos de impresión offset, mimeógrafos, fotocopiadoras y cualquier otro medio de impresión masiva, así como sus partes, piezas y accesorios, a las asociaciones, fundaciones, sociedades civiles no lucrativas y personas naturales”.

Justo en ese período “las cuentas de correo electrónico crecieron de unas 60.000 en 2000 a más de 100.000 en 2001”, según declaraciones de Melchor Gil, entonces viceministro de Informática y Comunicaciones, a Inter Press Service. Paralelamente, comenzaron a ofertarse en el mercado negro cuentas de Infomed e Internet plena, por 30 y 50 dólares al mes respectivamente.

“En el año 2005 conseguí una cuenta de Internet por 50 dólares”, comenta una usuaria. “En aquel momento yo tenía Infomed por mi abuelo; pero mi novio se acababa de ir para Estados Unidos y necesitaba chatear con él, buscar información para la universidad y como mandaba el dinero podíamos pagarlo. Todos los meses, el día 5, venía un muchacho a cobrar y nos daba la contraseña. Un día llamaron de ETECSA, nos dijeron que eso era ilegal y podíamos hasta perder el teléfono. Fue entonces cuando dejamos la cuenta”.

Cubísima Home
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Era la época dorada de las listas de distribución de información por correo electrónico. Centenares de personas, sobre todos jóvenes, se suscribían a servicios noticiosos, sitios de encuentro de pareja, clubes de fans y espacios de compra, venta e intercambio de productos o servicios. Justo por esa fecha, Hiram Centelles era un joven universitario que, junto a otro amigo, sentía “curiosidad por desarrollar un proyecto en Internet, hacer algo que fuera útil y que quisieran usar muchas personas”.

Si alguien quería comprar, vender o intercambiar algo enviaba un email a un servicio que luego lo reenviaba a miles de suscriptores. Como es de imaginar, existía una correlación entre la cantidad de usuarios de esas listas y la dificultad de uso de las mismas”, recuerda Centelles. Los clasificados eran a su vez redistribuidos por quienes tenían acceso a Internet o a la red nacional. La inconformidad con ese sistema de compra, venta e intercambio motivó el surgimiento de lo que actualmente se conoce como el Craiglist cubano: Revolico.

La centralización del comercio minorista por parte del Estado y la falta de abastecimiento con estándares de calidad/cantidad capaces de hacerle frente al consumidor nacional posibilitaron la consolidación y el rápido crecimiento de una opción de compra-venta que facilitaba a cualquier ciudadano, aunque no se dedicara a ello usualmente, convertirse en vendedor o comprador según lo necesitara.

“Revolico aprovechó la información de las listas de correos donde se reflejaban las necesidades de los usuarios y creó un sistema automático centralizado que combatía contra uno de los principales problemas que tenían las listas de distribución por email, la dispersión de los contenidos”, refiere el informático Alejandro Cuba.

“Si de pronto tenías algo que vender, podías ponerlo en Revolico y esperar a que te contactaran por teléfono. Aun cuando no tuvieras acceso a Internet, siempre había un amigo dispuesto a subir tu información porque era – y sigue siendo – realmente sencillo”, añade.

Aunque su acceso pronto fue bloqueado en algunos centros laborales y públicos en Cuba  debido, fundamentalmente, al carácter ilegal de este mercado; para sus creadores, Revolico “muchas veces ha representado el primer contacto con Internet de nuestros usuarios”.

Porlalivre
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En el año 2013, las prohibiciones para comprar equipos de computación han sido derogadas y el precio de los huevos oscila entre 1.50 a 2 pesos cubanos (CUP) cada unidad. Sin embargo, el mercado estatal cubano aún no consigue satisfacer la amplia demanda de productos y servicios de la población.

Las medidas implementadas desde 2007 y los Lineamientos de la Política Económica y Social del país aprobados en 2011 han logrado crecimientos discretos, a pesar de los incentivos al trabajo por cuenta propia.

Con una población de más de 11 millones de personas, Cuba cuenta actualmente con un 16 por ciento de penetración de Internet, según los datos más recientes de la Oficina Nacional de Estadísticas. Bajo estas condiciones, según Centelles “es normal que el esfuerzo que hay que hacer para lograr el acceso, solo lo justifique una necesidad básica, en este caso la necesidad de vender algo de segunda mano, encontrar a alguien que te preste un servicio o permutar tu casa”.

Hasta abril del presente año, en Revolico existían 137.975 anuncios en el rubro computadoras, más de 100.000 en compra y venta y 42.165 en viviendas.

“Estoy en la compra de dos casas, una para mi mamá y otra para mi hermano”, nos comenta un usuario. “Busqué en Internet y enseguida aparecieron un montón de opciones. Imagínate el trabajo que pasaría buscando esta información fuera de la red. Fue sencillo, buscar, escoger, llamar, pagar”, concluye.

Para Rolando, joven de 23 años, la búsqueda era más compleja aún. “Tenía Internet y quería montar una red en la casa para poderme conectar desde el móvil y las computadoras de mis padres. Tuve que convencerlos y fue difícil, pero al final accedieron”. “¿Dónde encontraste el aparato?”, le pregunto mientras señalo un hub azul con una antena que no puede ser adquirida en comercios minoristas ni importada según regulaciones aduanales. “¿Dónde va a ser? En Revolico”, responde.

En diciembre de 2011, Cuba aprobó las resoluciones 320 y 321 de la Aduana General de la República que regulaban la importación de bienes por parte de personas naturales, una medida que antecedió a la reforma migratoria; la cual derogó el permiso de salida y la carta de invitación como condiciones para salir del país.

El aumento de los viajes al extranjero por parte de ciudadanos residentes en la isla podría incrementar notablemente la cantidad de bienes comercializados en el mercado negro cubano, teniendo en cuenta los bajos precios de los mismos en el exterior y la posibilidad de evadir impuestos al no declararse cuentapropistas.

“Vengo cada año desde Miami y no traigo nada para mí ni para mi familia. Todas mis libras son para ropa, zapatos, memorias flash, comida y hasta medicamentos que vendemos ya sea en la casa o a través de los sitios web”, comenta una señora. Para su nieta, joven con acceso a Internet desde la Universidad, “Revolico se está quedando atrás. En Facebook ya hay páginas donde te traen la ropa a la medida y por encargo. Incluso puedes escoger tallas y colores”.

Para aquellos que no tienen acceso a la red existen distribuciones offline. “Cuando mi novio regresó  de viaje, vendimos algunas cosas a través de Revolico”, comenta una usuaria. “Una semana después de quitar el anuncio, varias personas seguían llamando por celular. Luego supimos que recibían una copia offline del sitio que se redistribuía mediante memorias flash y que, como no estaba actualizada en tiempo real, seguía mostrando nuestros anuncios”.

Bolsa de Permutas Home
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Existen iniciativas gubernamentales para facilitar la compra, venta e intercambio de productos y servicios mediante Internet. El sitio “Permutas en Cuba” y la versión digital de “Ofertas”, anunciada recientemente en el blog KokaKuba, son algunas de ellas. Al respecto, Centelles señala que “el desarrollo de soluciones similares (a Revolico) desde instituciones estatales es una reafirmación de que lo que hacemos es útil y necesario. El aumento de las opciones disponibles siempre redundará en beneficio del usuario final”.

En 2002, el economista retirado Rafael García, en una entrevista a IPS, recalcaba “mientras la demanda exista y el Estado ceda el espacio que le corresponde para satisfacerla, el mercado negro jugará su papel y la gente comprará lo que necesita de forma ilegal”. Debido a estos factores y a su flexibilidad y capacidad de renovación, la economía subterránea seguirá coexistiendo en los portales de los centros comerciales y en las personalizadas páginas de Facebook.

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