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Una semana atrás, el viernes 14 de marzo, a las 8:15 de la noche, Cuba volvió a quedarse totalmente a oscuras —y con ello los 9 millones de cubanos que, según las cifras oficiales, viven aún en la isla— por un nuevo colapso del sufrido Sistema Eléctrico Nacional (SEN).
Fue la cuarta desconexión general en seis meses, tras las experimentadas entre octubre y diciembre del año pasado, en medio de una larga crisis energética que golpea con fuerza a la economía, las familias y la vida cotidiana, y que no ha hecho más que agudizarse con el tiempo.
Esta vez, sin embargo, el motivo de la caída no fue una rotura en alguna de las plantas principales del país —como la Guiteras, de Matanzas, causante de dos de los tres colapsos anteriores— ni el azote de un huracán como Rafael, que dejó a la isla apagada a inicios de noviembre, o Ian, que lo hizo en septiembre de 2022.
Ahora, por el contrario, el problema de inicio se localizó en una instalación menor, al menos en teoría: la subestación del Diezmero, en La Habana, cuya avería provocó una “alta oscilación” en el SEN que, a su vez, condujo a su posterior caída no solo en la capital o el occidente cubano, sino en todo el país.
Lo anterior pone en evidencia lo ya sabido y advertido por expertos e, incluso, por las propias autoridades del sector: la fragilidad de un sistema lastrado por la antigüedad y el desgaste de sus plantas, el crónico déficit de combustible y la falta de financiamiento para hacer frente o, al menos, paliar su progresivo declive, y satisfacer, a la vez, la ascendente demanda eléctrica en el país.
Todo lo anterior —acentuado por el peso de las sanciones estadounidenses, pero también por errores estratégicos y planes muchas veces cortoplacistas— hace del funcionamiento actual del SEN una plomiza y repetitiva película de suspenso, un drama interminable cuyo final no se avizora, a pesar del discurso optimista de las autoridades y la labor constante y consagrada de los trabajadores del sector.
Y en este drama la peor parte la lleva, sin dudas, la población cubana, que padece la normalización de apagones de más de 20 horas seguidas —y, de a poco, también de las caídas del SEN—, en medio de la no menos profunda crisis económica, mientras el Gobierno juega la baza de los nuevos parques solares como solución apresurada y, al mismo tiempo, tardía, a la caída de la capacidad de generación.
La generación térmica
Aun con la inyección que deben suponer los más de 90 parques solares con tecnología y asesoría de China que planean instalarse en Cuba en los próximos tres años, la base de la generación de electricidad en la isla es —y debe seguir siéndolo— la térmica, es decir, las añejas y sobreexplotadas termoeléctricas.
Esta generación, sin embargo, viene en retroceso desde hace ya varios años, en los que ha perdido no solo varias unidades por distintas causas —entre ellas, bloques de Mariel, Nuevitas y la central de Tallapiedra, en La Habana— sino también parte de la capacidad de las que se mantienen activas, debido a su antigüedad. Entre ambas causas, son más de 1000 MW los que dejan de producirse en cada día.
A lo anterior se suman las frecuentes roturas y mantenimientos que mantienen desconectadas diariamente un importante grupo de unidades. Este jueves eran siete, entre ellas las de la termoeléctrica de Cienfuegos, dos de las más estables del país, pero fuera del SEN desde el año pasado y afectadas, por demás, por un incendio en enero, pese a lo cual se prevé su entrada en los próximos meses.
En condiciones normales, ambas podrían aportar unos 150 MW cada una, que hoy no se producen, como tampoco se cuenta con los más de 200 MW que generaría la unidad 2 de Felton, parada desde hace tres años y afectada también por un incendio ocurrido cuando se encontraba en mantenimiento. Poco antes, otro fuego había sacado de circulación a la unidad 7 de Mariel y estuvo a punto de hacerlo a la 6, la más joven del SEN, cuando apenas llevaba unos meses funcionando.
Justo la edad de las termoeléctricas es otro detalle, y no menor. A excepción de la unidad 6 de Mariel, y las dos unidades de Felton —con más de dos décadas de inauguradas— los demás bloques acumulan más de 30 y 40 años de explotación, al límite o por encima de lo que se considera vida útil para este tipo de instalaciones.
Por si fuera poco, según han reconocido las propias autoridades, desde 2018 ninguna termoeléctrica ha recibido un mantenimiento capital, debido a la falta de recursos y financiamiento. Ello ha obligado a posponer una y otra vez estas complejas tareas y a sobrecargar las máquinas, muchas de ellas también afectadas por la alta corrosividad del crudo cubano, que emplean para producir electricidad.
Sin ir más lejos, la Antonio Guiteras, el mayor bloque unitario de la isla, aunque se le han realizado “acciones correctivas”, lleva ya más de una década sin recibir un mantenimiento capital y su situación actual revela las consecuencias de esta dilación. Cuando no sufre una de sus repetidas averías, es capaz de generar por encima de los 200 MW, aún lejos de los cerca de 320 MW de potencia original.
Un reportaje del periódico Girón, a raíz de recientes reparaciones en esa unidad, confirma desde su propio título que “los oxidados huesos de la Guiteras ya no aguantan tanto”. Aunque centrado en la esforzada labor de los trabajadores, a pesar de las difíciles condiciones e insuficiente seguridad, no esquiva las imágenes de hierros agujereados, esquirlas que se desprenden y “pequeñas burbujas de óxido a punto de reventar”, en un revelador retrato de la planta y del propio SEN.

La generación distribuida y el combustible ausente
La compleja situación de las termoeléctricas cubanas, aunque agravada en los últimos años, no es nueva. Se trata de un fenómeno que ha ido escalando a la par de la propia crisis económica y que, ciertamente, tensa cada vez más al debilitado sistema eléctrico de la isla. Pero no es la única razón de su oscuro panorama actual.
La generación distribuida, compuesta por motores de fuel oil y diésel instalados por todo el país durante la llamada Revolución Energética, tampoco atraviesa su mejor momento. Ambos tipos de centrales conformaban a fines de 2022 más del 40 % de la capacidad de generación instalada, aunque ya en ese momento la tecnología disponible había caído significativamente con respecto a antes de la pandemia.
Desde entonces, aun cuando el Gobierno ha puesto en marcha acciones para su restablecimiento, las cifras han seguido en picada. En noviembre de 2023, de los más de 2000 MW de generación distribuida existentes, solo podían generarse unos 900. Y ya el pasado septiembre el ministro rebajó esa cifra a apenas 400 MW, al tiempo que admitió que desde 2021 no se cumplía el plan de reparaciones capitales.
Poco después, en diciembre, ante la Asamblea Nacional, Vicente de la O Levy reconoció que la disponibilidad de motores de fuel oil y diésel no llegaba al 40 %. Como en el caso de la térmica, la generación distribuida se ha visto lastrada por la falta de piezas, insumos y reparaciones —si bien a fines del pasado año se anunció un programa recuperativo para 2025— ante la imposibilidad estatal de pagarlas.
A lo anterior es necesario sumar, además, otra variable clave: el combustible. Su crónica ausencia en los años más recientes, incluido el actual, ha sido una espada de Damocles para el SEN y, en particular, para la generación eléctrica, sector que depende en gran medida de un producto que la isla debe importar mayoritariamente.
La falta de este recurso ha llegado a impedir que se generen cerca de 1000 MW en las jornadas más críticas, como sucedió, por ejemplo, el pasado 5 de marzo.
Según datos oficiales, Cuba requiere 8 millones de toneladas de combustibles al año, de las que sólo produce unos 3 millones, mientras el resto debe adquirirlas en el mercado internacional. Y aunque buena parte de las termoeléctricas consumen el pesado crudo nacional, algunas no, y tampoco lo hacen la generación distribuida, los emplazamientos de fuel oil de Mariel y Moa, y las venidas a menos patanas turcas.

Por si fuera poco, Venezuela, el principal suministrador de la isla por décadas, ha disminuido notablemente sus envíos. Aun con el repunte del pasado febrero hasta los 42 mil barriles diarios —tras apenas 10 mil en enero—, en 2024 el promedio llegó solo hasta los 32 mil, lejos de los 56 mil del año previo y más aún de los más de 90 mil que recibía en los años más florecientes de la colaboración bilateral.
A este vacío, que no ha podido suplirse con el respaldo de otros aliados, como México y Rusia, se añaden las dificultades para refinar en la isla, según han admitido las propias autoridades, así como los sempiternos problemas financieros, que retrasan pagos y descargas, y el real impacto de las sanciones de Washington, al que La Habana acusa de perseguir y torpedear sus compras de combustibles.
Además, las capacidades de almacenamiento se han visto mermadas por hechos como el incendio en la base de supertanqueros de Matanzas en 2022, cuyos daños aún no han podido ser repuestos.
Todo ello complica en extremo la logística para el procesamiento y la distribución del petróleo, al punto de acumularse buques por semanas y hasta meses en las aguas cubanas sin poder descargar, de acuerdo con expertos y medios independientes que siguen plataformas satelitales de rastreo.
Patanas turcas vs. parques solares
Cuba no solo sufre hoy una importante merma en la generación térmica y en la distribuida. También la móvil, compuesta por las socorridas centrales flotantes arrendadas a Turquía —las llamadas patanas turcas—, y que por varios años fue un soporte importante del SEN, se redujo de manera sensible a fines de 2024.
El número de patanas, que llegó a ser ocho en un momento —distribuidas entre el Mariel, La Habana y Santiago de Cuba y cuyo costo nunca se ha revelado oficialmente—, cayó hasta apenas dos en diciembre, según confirmó De la O Levy en las últimas sesiones parlamentarias. De acuerdo con lo dicho entonces por el ministro, las otras centrales debieron retirarse por “problemas de imposibilidad de pago”, lo que supuso una pérdida por encima de los 300 MW.
Cuba pierde otra patana turca y solo quedan dos para el fin de año
De no haber ocurrido otro cambio no informado, las dos patanas aún activas son las de Melones y Regla, ambas en La Habana, las que según la reseña oficial cuentan de conjunto con una potencia de 257 MW. No obstante, tampoco escapan de la falta de combustible, que las ha paralizado parcial o totalmente en semanas recientes.
Para contrarrestar el peliagudo escenario energético del país, el Gobierno ha apostado por la energía renovable y, en particular, por la solar fotovoltaica. No es un camino nuevo, pues el proclamado “cambio de la matriz energética” forma parte de las proyecciones gubernamentales desde hace años, pero ha sido la urgencia actual la que ha puesto finalmente en marcha un programa de considerables dimensiones.
Desde el pasado año se construyen a lo largo de la isla —y a paso redoblado— decenas de parques solares de 21,8 MW con tecnología y asesoría chinas. El proyecto, que se extiende hasta 2028, pretende instalar 92 de estos parques y producir más de 2000 MW para esa fecha. El grueso, sin embargo, debe estar listo este año, cuando se supone que estarán listos y ya generando más de 50.
De ellos, dos ya habían sincronizado completamente, otros dos generaban en fase de prueba y otros cuatro debían sumarse antes del cierre de marzo. En total, al finalizar el tercer mes del año las autoridades esperan tener en funcionamiento ocho de estos parques, los que deben aportar más de 170 MW, cifra superior a la de la mayoría de las unidades térmicas, aunque menor que la de las patanas perdidas.
En paralelo, otro proyecto, también con respaldo de China, espera aportar al SEN unos 120 MW al cierre de 2025 por la instalación de pequeños parques de 5 MW. De ellos, recién llegaron los insumos para los primeros siete. De lograrse este propósito, la energía solar estaría aportando más de 1120 MW nuevos este año, muy por encima de los 286 MW que había instalados el pasado septiembre.
No obstante, un programa energético de este tipo entraña también complejidades y desafíos que van desde su correcto montaje hasta su necesario mantenimiento y cuidado. Por demás, analistas como Jorge Piñón, del Instituto de Energía de la Universidad de Texas, han advertido que los paneles fotovoltaicos no bastan por sí solos y que se necesitan sistemas de almacenamiento para una cobertura integral.
Gobierno cubano insiste en la generación fotovoltaica ante a la crisis energética
¿Otra vuelta de tuerca?
Ante la evidente fragilidad del sistema eléctrico y la creciente demanda, las propias autoridades parecen tener claro que, aún con el impulso a las energías renovables —que deben alcanzar al menos un 24 % del total de la generación en 2030, según los planes gubernamentales—, las termoeléctricas y los motores de fuel y diésel repartidos por toda la isla seguirán siendo protagonistas. Para bien o para mal.
Por ello, al presentar ante el Parlamento en diciembre el programa para la recuperación del SEN, el ministro de Energía y Minas se refirió también a acciones para mejorar la disminuida capacidad de las generaciones térmica y distribuida. El objetivo declarado es recuperar 850 MW de disponibilidad en estas modalidades, una cantidad ambiciosa si se considera su estado actual.
Lograr la funcionalidad de más motores parados por piezas y otros insumos, y devolver al SEN importantes unidades como los dos bloques de Cienfuegos y Felton 2, serían pasos importantes, aunque para la unidad holguinera no parece haber todavía un horizonte definido. Disminuir la frecuencia de las averías y dar los mantenimientos capitales pendientes se antoja, mientras tanto, como una quimera.
La posibilidad de importar más combustible —aún con Donald Trump otra vez en la Casa Blanca— resulta también fundamental para, al menos, disminuir la extensión de los apagones. A ello, paradójicamente, pudieran contribuir las sanciones de la actual Administración estadounidense a Venezuela, pues, según analistas, parte del petróleo no vendido por Caracas por ese motivo pudiera terminar llegando a la isla.
Rusia, otro aliado clave y también proveedor de petróleo a la isla, apunta —una vez más— a la generación térmica. Moscú, que ya otorgó a Cuba un crédito de 60 millones de dólares para la compra de combustible junto a otros dos millones donados para la adquisición de piezas para el SEN, parece dispuesta a rescatar un anterior proyecto postergado hasta ahora. O, al menos, una versión.
China y Rusia confirman respaldo al Sistema Eléctrico, con los apagones sin dar tregua en Cuba
Aquel proyecto —un crédito de 1200 millones de euros, anunciado en 2015, para el montaje de cuatro unidades de 200 MW— no había llegado a ejecutarse por no haber dispuesto Cuba del 10 % anticipado que le correspondía pagar. Ahora, una década después, el embajador ruso en la isla, Víktor Koronelli, se refirió a otro para modernizar tres unidades de 100 MW y montar un nuevo bloque de 200 MW.
Aunque la escueta nota periodística no ofrece detalles sobre el proyecto ni explica si este último está relacionado con el crédito de 10 años atrás, las similitudes ya han puesto a sacar cuentas a analistas como Pedro Monreal, quien hizo notar en sus redes que el ahora informado es “considerablemente menor” que el de 2015.
Monreal desempolvó también una nota de la agencia rusa Interfax de noviembre pasado, que ya hacía referencia a la nueva unidad de 200 MW —que según Granma estaría respaldada por un crédito ruso—, así como a “asistencia técnica y piezas” para cuatro unidades de 100 MW de Santiago de Cuba, Mariel y Santa Cruz del Norte, y no tres, como informa ahora la prensa oficial de la isla.
Como colofón —y conclusión— el economista sostiene que “si a diferencia del programa de 2015 este nuevo proyecto lograse materializarse, se ampliaría la capacidad del sistema de aquí a unos años”, pero, acota, no sería suficiente para dar la necesaria vuelta de tuerca a la “situación precaria” de la generación termoeléctrica, la que, reafirma, es la “columna vertebral” del SEN.
Disminuir el uso de fuentes contaminantes y aumentar el uso de energías renovables, es un objetivo hasta de los países más desarrollados
y por tanto, no menos el nuestro, el problema está qué para que tenga un impacto positivo la instalación de estos parques, deben aumentar los sistemas de almacenamiento para dar cobertura durante la noche, lo previsto según lo que se ha publicado en nuestros medios es de poco mas de 200 MW, que representa apenas el 10 %, con ésto seguirán ocurriendo grandes afectaciones durante la noche, también es preocupante la seguridad del mismo ante hechos vandálicos y eventos meteorológicos debido a sus dimensiones.
PUES MIENTRAS EEUU SIGA CON SU GENOCIDA GUERRA ECONOMICA TOTAL CONTRA CUBA— , EL DRAMA NO TERMINARA , AGUIEN ME DICE QUE DEBE HACER CUBA—?? PIR FAVOR UN ILUMINADO? SI EL SOCIALISMO ES TAN INEFICIENTE PIRQUE NO LO DEJAN CAER SOLO?? PIRQUE HAY QUE AYUDAR PARA HUNDIRLO?? ALGUN GENIO ME EXPLICA ??
A ver aca se esta debatiéndo con seres pensantes normales, los GENIOS, ya tenemos comprobado que hay que tenerles mucho cuidado, mas cuando las decisiones abarcan TODO UN PAIS porque terminamos disecando la zienaga de Zapata, que nunca se logro, o comiendo platano microjet, que quien se acuerda de eso, o desbaratando la industria azucarera y todas las consecuencias economico sociales derivadas, y sin azucar no hay pais dijo un muy conocedor de la Cuba real.
Asi que bajemos la sobre calificacion y vamos a intentar buscar ENTRE TODO la siempre pospuesta para que la consigna de Prosperidad y Desarrollo se haga realidad aunque sea poco a poco.
No es un problema de Socialismo o Capitalismo, los paises hoy mas exitosos economicamente basan su economia en el capitalismo para generar riquezas y el Socialismo les funciona para distribuirlas, pero ojo, hay que generarlas, hay que producir primero y el “Capisol Cubano de partido unico” lo unico que produce son brillantes espectativas VERBALES que nunca se concretan.
Buen fin de semana para todos.
Excelente descripcion del momento actual del sistema electrico nacional (SEN) y ese cumulo de problemas acumulados, pobres tomas de decisiones desde el poder real a la hora de enfrentar aquella solucion temporal, convertida 20 años despues en desgracia permanente, que fue la llamada “revolucion energetica” que aposto por invertir e instalar la llamada “generacion distribuida” en vez de concretar un programa de inversiones para mantener y reconvertir las unidades termicas existentes, que hoy +20 años despues, pero en la misma extendida crisis de siempre, como bien usted señala.
“La base de la generación de electricidad en la isla es —y debe seguir siéndolo— la térmica,”
Pero me parece importante entender que significa, a presente y futuro, esta reseña de un expecialista del tema que usted remarca.
“Los paneles fotovoltaicos no bastan por sí solos y que se necesitan sistemas de almacenamiento para una cobertura integral.”
De los mas de 50 parques fotovoltaicos en construccion, una reseña periodistica señalaba que solo 4 tenian esa cobertura de almacenamiento que señala el experto, El presidente de la republica es ingeniero electrico por educacacion, el vicepresidente arquitecto asi que hemos de asumir por sus estudios tecnicos, aunque sus profesiones sean “dirigentes” por tantos años, que entiendan la diferencia que existe entre el ciclo de generacion y eficiencia de los paneles solares y los ciclos de carga que tiene el sistema electro energetico nacional de cualquier pais. Si la disponibilidad de energia solar esta sobre las 3 o 4 horas de Sol mas fuerte, sobre el mediodia, como ciclo de luminosisad del dia, la de carga del sistema electrico nacional viene presisamente cuando el sol se oculta, entonces, como resolvemos ese natural desfasaje, con sistemas de almacenamiento de esa energia extra, que es de lo que habla es especialista que no se tiene, para la energia extra que se produce en el pico del dia y que nos va a ser necesesaria en el pico de consumo con la llegada de la noche, pueda ser utilizada en el momento que sea necesario compenzar los picos de carga, sin ese elemento el sistema sigue estando cojo.