Este miércoles 22 de febrero el director general de la Unión Eléctrica de Cuba (UNE) reconoció —implícitamente— errores en la política de inversiones en el sector que dirige.
“Hay una alta concentración de generación en la zona occidental y una baja generación en la zona oriental. Eso hace que haya que estar transfiriendo grandes cantidades de energía”, explicó Alfredo López Valdés, quien antes de ser designado para su actual responsabilidad, había desempeñado la de titular del Ministerio de Energía y Minas (Minem).
Desde finales de enero el Sistema Eléctrico Nacional sufrió cinco desconexiones masivas —las tres últimas, en menos de una semana—. Esos cortes han afectado a las provincias del Centro y Oriente, sobre todo las ubicadas al este de Sancti Spíritus.
En su intervención televisiva López Valdés atribuyó el problema a los mantenimientos que tienen lugar en la central termoeléctrica de Felton. Su salida de servicio restó 250 megawatts de potencia, que las otras dos plantas de la zona (Renté y Nuevitas) no pudieron cubrir. La situación comenzará a resolverse en los primeros días de marzo, cuando la planta holguinera vuelva a sincronizar sus máquinas, anticipó.
La solución definitiva dependerá, sin embargo, del aumento de las capacidades de generación en el Centro y Oriente del país. Las líneas de alta tensión que enlazan Cuba tienen capacidad limitada para transferir electricidad. Forzarlas a tener un desempeño mayor ocasiona averías como la ocurrida la tarde del miércoles entre Matanzas y Cienfuegos.
Según el director general de la UNE, se estaría trabajando para ubicar en Santiago de Cuba una central de generación móvil. La decisión “ya se anunció oficialmente por nuestro Ministro”, agregó.
Apenas cinco días antes, el ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, había acudido a la Mesa Redonda para hablar de la situación eléctrica en el país y no había brindado indicios de que se planeara un inminente traslado de centrales móviles a la mitad oriental de la isla.
Así lo cita la página en Internet del programa: “Está previsto colocar alguna potencia en la zona oriental en un lugar donde haya base de combustible, suministros y se pueda atracar la patana y esté lista la subestación. Estos estudios ya están realizados y esto debe ocurrir en corto tiempo”.
Tampoco el 1° de febrero, cuando llegó a La Habana la mayor central flotante recibida hasta ahora, la prensa estatal o el Minem se referieron a su hipotético emplazamiento en el Oriente.
Tal decisión habría sido lógica: en La Habana y Mariel se concentran las siete centrales turcas en operación, con una capacidad conjunta de 633 megawatts. Además, la nueva planta tiene una potencia de 240 megawatts, casi la misma de la termoeléctrica de Felton. Su incorporación al subsistema oriental de energía hubiese sido especialmente oportuna.
Contrario a lo planteado después por López Valdés, en sus declaraciones en la Mesa Redonda, el Ministro defendió la pertinencia de fondear las plantas móviles en el Occidente: “… acá hay mayor población e industrias. Si las colocas más lejos, existe mucha más pérdida de energía al trasladarla”.
De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en las cinco provincias occidentales (Pinar del Río, Artemisa, La Habana, Mayabeque y Matanzas) y el municipio especial Isla de la Juventud —al cierre del 31 de diciembre de 2021— vivía el 39,6 % de la población cubana (4 396 489 personas). Solo al sumar las provincias del Centro, Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus, se supera por poco la mitad del censo nacional.
Las siete provincias al este de los ríos Jatibonico del Norte y del Sur, en las que reside el 45,8 % de los cubanos (5 086 101), cuentan apenas con cinco unidades de generación en condiciones de operar sin antes someterse a una reconstrucción, y una central fuel oil de gran porte en Moa. Mientras, el oeste es servido por ocho bloques térmicos, el emplazamiento fuel oil de Mariel, las plantas de Energas y las siete patanas turcas.
La vulnerabilidad de la red oriental se hace mayor por el estado de las industrias que actualmente sostienen el grueso de su demanda. El miércoles el director general de la UNE rebajó las expectativas de los clientes locales, aclarando que los apagones seguirán en el futuro cercano debido a que “Renté y Nuevitas tienen máquinas que aunque se les ha ido haciendo un trabajo no han tenido un mantenimiento capital. Aunque tienen una capacidad de generación no tienen estabilidad”.
Las desigualdades regionales son un problema de larga data en Cuba, agudizado en las últimas décadas. Entre los años 2000 y 2021 más de la mitad del presupuesto para inversiones y construcción se ejecutó en La Habana, a pesar de que su población representa menos de una quinta parte de la nacional.
Otras cuantías significativas se han destinado a la zona comprendida dentro de un radio de 100 kilómetros alrededor de la capital, que incluye a Artemisa y Matanzas.
El fenómeno resulta especialmente polémico en el ámbito de la energía. En 2022 el gobierno se esforzó por evitar que los apagones ocurrieran en la capital. Cuando debió planificarlos, los presentó como un gesto de “solidaridad” hacia el resto del país.
“Como capital de todos los cubanos estoy seguro que el pueblo habanero asumirá este sacrificio con mucha dignidad y respeto, con una actitud solidaria hacia los demás territorios”, reflexionó en julio del año pasado Luis Antonio Torres Iríbar, el primer secretario del Partido Comunista en La Habana.
Por demás, los cortes en la capital resultaron mucho menores que en el interior. El cronograma preveía apagones cada tres días, entre las diez de la mañana y las dos de la tarde, con el objetivo de “liberar” 100 megawatts, en un momento en que los déficits de generación a nivel de país oscilaban en torno a los 1 200 megawatts.
Aunque esa planificación fue superada por la realidad, y se produjeron más interrupciones que las previstas, los cortes eléctricos en La Habana siguieron siendo mucho menores. Atendiendo a su población y el consumo histórico de energía, la metrópoli debería haber sufrido un corte en de una quinta parte de los 1 000 megawatts que por esos meses se reportaban como déficit de generación.
Aunque la concentración industrial es mayor en el oeste de esta isla, larga y estrecha, probablemente este no sea el único motivo que define este “favoritismo regional”, sino también la intención de apaciguar, dentro de lo posible, la intranquilidad social. ¿Llegarán más centrales turcas al país? ¿Seguirán siendo emplazadas en Occidente?