Las desigualdades entre cubanos son cada vez más evidentes. Con solo mirar en las ciudades y pueblos queda claro quién dispone de mayor poder adquisitivo y quién apenas subsiste con los ingresos mensuales. También quién ya ni siquiera consigue sobrevivir sin la insuficiente ayuda estatal.
El avance de las reformas económicas y políticas -para algunos lentas, para el gobierno a su ritmo justo- genera escenarios en los cuales grandes grupos de ciudadanos se están quedando fuera de los beneficios de la apertura y por tanto disponen, a las claras, de menos dinero para comer, para vestirse, para satisfacer las más elementales condiciones de la vida humana.
En este contexto, un grupo creciente de intelectuales cubanos alertan sobre la importancia de promover un debate público para definir hasta dónde está dispuesta la sociedad cubana a admitir esas diferenciaciones. La discusión no es menor, porque supone pensar el país que quieren luego de protagonizar por más de cinco décadas el intento de construir una sociedad justa, con igualdad de oportunidades y recursos para todos.
A la discusión impulsada por el proyecto Cuba Posible se suma ahora el economista Julio Carranza, ex subdirector del Centro de Estudios de América (CEA) coautor libro Cuba: la reestructuración de la economía (una propuesta para el debate), publicado en 1995, el resultado ampliado de un informe presentado al gobierno en 1994, que fue evidentemente desestimado.
“En mi opinión, no existe un solo escenario de futuro inmediato en Cuba que no suponga un mayor nivel de diferenciación económica en comparación con el aspirado históricamente por la Revolución cubana”, asegura el Carranza, quien desea exista el “coraje político necesario” para admitir esa realidad.
“El problema, el desafío mayor, es cómo se debe concebir, en la teoría y en la práctica de la política, esa diferenciación inevitable, cuáles deben ser sus límites. Toda revolución en sus primeras etapas es maximalista, allí radica en gran medida su fuerza, después más tarde o más temprano las condiciones imponen límites, mayor racionalidad y ciertos “retrocesos”. Entonces el desafío es determinar qué preservar, cómo hacerlo, en qué dirección continuar, con qué horizontes”, opina.
Para Carranza la historia reciente muestra varias políticas que lejos de estimular el crecimiento económico promovieron una “igualación hacia abajo”, razón suficiente para no repetirlas en este camino exploratorio iniciado, que aún no se sabe a dónde conducirá. “Las inevitables diferencias de ingresos, deben asumirse como parte del modelo económico necesario e integrarse a lo común de la dinámica social, pero estas no deben ser extremas ni conducir a exclusiones y marginalidad”, apunta.
El economista expone varias condiciones que para él deberían mantenerse a pesar de los cambios en el sistema sociopolítico cubano, si se pretende seguir construyendo una sociedad justa. En su opinión sectores que suponen derechos sociales fundamentales (como educación, salud y seguridad social) deben mantener la distribución igualitaria, gratuita y universal que hasta hoy presentan.
“La propiedad privada sobre medios de producción, factor novedoso y necesario en la actual reforma económica debe tener límites extraeconómicos claros, que impidan el avance de la acumulación privada sobre el control de los medios fundamentales de producción (…) los cuales deben mantenerse bajo formas sociales de propiedad y de gestión”, dice el experto. Y agrega: “(…) la inversión extranjera, imprescindible por su aporte -en capitales, tecnologías y mercados- debe participar con las garantías y los niveles de rentabilidad adecuados, pero bajo regulaciones del Estado y de la sociedad que limiten impactos contrarios a los intereses del desarrollo nacional…”.
Con esos planteamientos, Carranza conecta con el consenso nacional hasta ahora expresado: una urgencia de reformas, pero sin pérdidas de soberanías ni medidas traumáticas, que conserven lo salvable, pero al mismo tiempo desaten de una vez los nudos que atan a la iniciativa individual y social. En resumen, hacer definible y concreto el slogan de “socialismo próspero y sustentable”.
“El socialismo no es una sociedad igualitaria, es la sociedad más igualitaria de la historia conocida… el mercado no puede ser suprimido por decreto”, asegura.
Convencido de que un modelo que procure mejor redistribución social de la riqueza es el deseable para su país, Carranza recuerda conceptos que ya hizo públicos en 1995, como parte del desarticulado equipo del CEA:
“Una defensa del “igualitarismo”, sin entender adecuadamente su significado, sus condicionantes históricas y sus limitaciones puede ser cómoda para determinadas posiciones políticas, pero no corresponde a ningún escenario posible en el futuro inmediato y mediato de Cuba. El desafío no es paralizar el cambio apelando a la defensa del “igualitarismo” a secas, o sea, un radicalismo fatuo que no conduce a nada. El desafío consiste en dinamizar el cambio reteniendo los mayores niveles de justicia social e igualdad posibles, sin concesiones a las concepciones de mercado y rentabilidad a todo costo social, tampoco a los reclamos de un nivel de igualdad económica posible quizás en los Evangelios o en las utopías de ciertos libros, pero no en la realidad y en los desafíos del país de hoy.”
Ya me he expresado al respecto muchas veces, incluso con lo ustedes publicado de J.Triana y ayer con lo de Carranza. También lo he hecho en Progreso Semanal, pero ante todo lo dije en Cuba hace tiempo. Cuba tenia o que detenerse en el tiempo, cosa imposible, o que comenzar a cambiar. Hay algunos maximalistas a ultranza que olvidan aquella cita de cuando el Periodo de Rectificación, cuando hablando de economía socialista y de socialismo, al caer el sabio Humberto Pérez en desgracia: “copiamos mal todo lo bueno y bien todo lo malo”. Busquen de quién es la cita, o pidan un discurso de la época conocido como “Lo hijos de papá”, y no sigan aferrados a lo mismo. Todo cambio, en una sociedad asentada por tanto tiempo en el igualitarismo asistencialista y el paternalismo, implica necesariamente la aparición de desigualdades entre ciudadanos. Más aún las asentuó el Periodo Especial y la forma de salir de él, incluyendo la legalización del dolar y las remesas.
Las desigualdades aumentan con las reformas de los Lineamientos del VI Congreso, con el cuentapropismo, etc. Sin embargo nada de ello, ni un debate que resulte en trasformaciones más profundas, riñen con políticas de real igualdad, asistencia social, justicia, etc.
Y a ese lastre sin solucionar que deberán enfrentar nuevas generaciones de cubanos con la diversidad más alzada, es a lo que me refiero cuando digo que la generación que va en retirada, pero que cuenta con el aval social, el mérito y la autoridad para hacerlo, le debe dar una solución más temprano que tarde. Y si me aprietan un poco, diría que “antes que sea tarde”.
Es un tema serio y profundo para pretender resumirlo aquí, y hasta en un tratado. Es competencia de los cubanos y toda solución debe pasar, ante todo, por la preservación de las soberanía nacional y la independencia del país; y, con toda serenidad, sin que estas ûltimas cuestiones sean el obstáculo-escusa para evadir tal debate y proceso nacional.
Eliminar las desigualdades fue una maniobra populista. Las desigualdades tienen que existir para incentivar a los individuos a superarse y esforzarse. Por todas partes y en todos los sistemas existen vivos dispuestos a vivir del erario publico. En Cuba la educacion es gratis pero no todos estan inclinados a estudiar y otros carecen de las capacidades. Unos cuantos en Cuba quieren vivir sin trabajar y muchos de quienes emigran a los Estados Unidos, tambien de los que nacieron alla, lo primero que preguntan es por las ayudas para no pegarla. Si la desigualdad es el resultados de la accion legal y honesta de cada individuo seria injusto repudiar al exitoso. Quien no se esfuerza pudiendo hacerlo no merece gran cosa de la sociedad. Rechazamos a los capitalistas como parasitos de la sociedad, que lo son a pesar de mover la economia, pero fomentamos muchos mas parasitos que nos han llevado al desastre.
Otro tema es que los ingresos de QUIENES TRABAJAN esten por debajo del nivel de subsistencia primaria, cosa que en Cuba se ha calculado pero permanece bien oculto conjuntamente con la cantidad de familias en tal situacion. En gran parte el bajo nivel de ingresos es resultado del voluntarismo y del mal manejo de la economia pero tambien por la carga representada por miles de parasitos que demandan sin aportar. Para ellos las desigualdades estaran bien justificadas. Nadie piense que con esa carga habra progreso. Salud y educacion gratis, de acuerdo. Alimentacion basica para no estar desnutridos y techo minimo para cubrirse, quien desee mas que se lo busque.
Nadie piense en desigualdades que se midan por parametros como pasar vacaciones en la playa, viajar como turista, tener internet y celular, television por cable y otras linduras.
Dice el economista que el socialismo es la sociedad más igualitaria de la historia conocida. En vez de hacer ese tipo de afirmaciones, por qué no se pregunta la razón de su fracaso. La definición de Socialismo ya la hizo Winston Churchill una vez y créanme que es la más certera. Hasta hay un cuento de Pepito que lo define muy bien también.