La zafra cubana 2022-2023 se prometió “modesta en producción de azúcar”, pero con “mayor eficiencia”. Sin embargo, los resultados oficiales han sido desalentadores. De las 455 198 toneladas que se previó producir, se lograron solo 350 mil. A pesar de que las metas para ese ciclo fueron las más bajas de la historia posterior a 1959, se alcanzó solo un 77 % de lo planificado.
Los resultados de la más reciente campaña constatan la tendencia al declive que se ha manifestado de forma marcada en el último lustro. En la actual campaña, esta curva descendiente ha encontrado su peor escenario.
Las últimas dos décadas
Nadie ignora que las últimas dos décadas no han dado los mejores rendimientos en términos de producción azucarera. Este hecho es sensible para la identidad nacional de un país donde, desde el siglo XIX y hasta los 90, el azúcar constituyó el principal rubro de la economía.
Las cifras más elevadas se registraron en los años 70, con un número récord de 8 millones de toneladas producidas. En sus mejores años, Cuba llegó a ostentar el 25 % de la producción global de azúcar.
Sin embargo, tras la reestructuración del sector azucarero en 2002, esta cifra se vio reducida drásticamente. No cabía esperar menos. El proceso implicó el cierre de 71 centrales de los 156 existentes entonces y reorientó la función de 25 de estos a la fabricación de derivados.
Nunca más se volvieron a planear ni a lograr las metas de antaño. Posterior a la reestructuración de la industria y hasta su caída drástica en 2022, la producción cubana de azúcar terminó representando menos del 1 % de la cuota mundial, con solo 1,1 y los 1,3 millones de toneladas anuales.
La excepción se vio en 2016-2017, cuando se alcanzaron 1,8 millones de toneladas (t). Desde entonces, la producción se ha mantenido en descenso y tuvo en la campaña previa (2021-2022) su primer registro por debajo del millón en la etapa posterior al año 1959.
En la zafra 2021-2022 se fabricaron, en números redondos, 480 mil t de azúcar. Se planificaron 911 mil t y, con ello, solo un 52 % de esa meta se materializó.
Un factor común destaca entre todas las campañas azucareras de la última década: el divorcio entre planes y resultados.
El presidente cubano definió como voluntarismo seguir “tratando de hacer una zafra que desde que la planificamos sabemos que es imposible cumplir” y cuyo resultado final es que “no se cumplen los planes de zafra; y cada zafra en los últimos años da menos producción de azúcar”.
Diversas causas confluyen en el deterioro de un indicador por el que fuimos reconocidos como nación, y que hoy muestra un desempeño pésimo. Entre las principales que pueden señalarse están el envejecido equipamiento industrial y los bajos rendimientos de la cosecha de caña.
Lo que ensombrece la producción
Las máximas autoridades del país han reconocido que la industria azucarera transita desde los 90 por un proceso ya largo de “involución tecnológica”. Reiteradas averías eléctricas y roturas de los centrales son la consecuencia directa del alto grado de obsolescencia y deterioro en el estado técnico de la maquinaria agroindustrial. El último eslabón de esta cadena son los bajos índices de eficiencia productiva.
A la carencia de equipos nuevos se ha sumado la falta de piezas de repuesto y recursos para el mantenimiento general, lo que ha contribuido a la ejecución de reparaciones cada vez menos completas y con menor, o casi ninguna, calidad. Las autoridades nacionales han asegurado que estamos en un momento en el que casi no se repara bien ningún central, y casi ninguno tiene balance de recursos.
Por otro lado, debido a la falta de insumos básicos de la agricultura cañera, también cada vez en Cuba se siembra menos caña y el rendimiento es más pobre.
Los fertilizantes y herbicidas que demandan los sembrados de caña, por ejemplo, se encuentran entre las importaciones afectadas por la limitada disponibilidad de divisas del país en un contexto de crisis económica y financiera que se extiende ya por casi un lustro. En la zafra precedente, estos cultivos solo pudieron cubrir un 37 % de las necesidades de ambos recursos.
Los programas para el desarrollo de alternativas, como biofertilizantes de producción doméstica, no son suficientes para contrarrestar el déficit de importaciones.
Tampoco se cultiva toda la caña que se planifica. En 2021, el grupo empresarial Azcuba reportó la siembra de solo el 69,4 % del área planificada. Del total de tierras cosechadas, el 42 % tuvo rendimiento inferior a 30 toneladas por hectárea (t/ha). El rendimiento promedio del país en los tiempos que corren es de 39,7 t/ha, cifra ampliamente superada por otras naciones productoras de azúcar que se disputan el mercado internacional, como Guatemala, Brasil y Costa Rica.
Sobre el proceso productivo general pesan también el déficit de combustibles y la inestabilidad de los medios de transporte (debido a piezas de repuesto que no llegan en tiempo a la isla). Ambos afectan tanto los cumplimientos de los planes de siembra como el suministro de la materia prima principal de los ingenios azucareros: la caña.
En el actual contexto de carencias económicas que vive Cuba, la agroindustria cañera ha llevado su parte. El capital humano, que está en el centro de todo proceso agrícola, no ha escapado al impacto. Factores laborales como la falta de disciplina, motivación y la escasez de mano de obra han llevado a deficiencias en el funcionamiento de las empresas agroindustriales.
De acuerdo con el ingeniero Ángel Luis Ríos, director general de Encadenamiento Productivo de Azcuba, “la carencia de fuerza calificada, sobre todo de jefes intermedios” ha incidido en la “falta de disciplina y rigor”. En sus palabras, “un grupo de roturas importantes ha estado asociado a malas operaciones” por parte del personal; y podrían haberse evitado.
Julio Andrés García, presidente del Grupo Azucarero Azcuba aseguró en un análisis de la zafra precedente, que “el primer problema” que se enfrentó fue de disciplina. En su criterio, con la caña disponible en la anterior campaña se podían entregar hasta “80 mil toneladas de caña (más) por día”, pero no se logró.
No hay producción, no hay azúcar
Los destinos de la producción de azúcar en Cuba son, en lo fundamental, la canasta familiar, el turismo, medicamentos, producciones industriales y la exportación. En tal sentido, el incumplimiento de las cifras concebidas impacta directamente en sectores clave que deberían estar bien abastecidos.
Como resultado del continuo descenso en las cifras, cada vez se cubre con mayor estrechez el consumo nacional (doméstico e industrial), y desde luego, también se han reducido las cantidades a exportar.
La población cubana percibe la carencia de azúcar como nunca antes. Según lo establecido por el Ministerio de Comercio Interior, la distribución de azúcar en la isla es de cuatro libras por persona cada mes. Ya no se expende en la red de mercados nacionales de forma liberada, por lo que las alternativas para su compra son particularmente limitadas. En el año 2022, el azúcar que debía recibir el sistema del comercio interior tuvo una afectación de cerca de 60 mil t, debido a los resultados de la zafra 2021-2022.
Solo para asegurar el consumo interno general, se requieren entre 400 mil y 600 mil t. En el actual año, el MINCIN tenía en plan la asignación de 310 mil t y, de ellas, 240 500 destinadas a la canasta normada. La zafra recién concluida logró un total de apenas 350 mil t.
En lo que va de 2023, este producto se ha ubicado entre los que han reportado atrasos en su entrega para la canasta familiar.
Paralelos a la afectación en el mercado interno, también los compromisos internacionales se han visto cortos. Sucedió en 2022, aunque la producción fue superior a la actual. Recordemos que la isla tiene un acuerdo para exportar 400 mil t anuales a China.
Lo cierto es que, como fue expresado por Homero Acosta, secretario de la Asamblea Nacional y del Consejo de Estado, esta “caída en la producción de azúcar y en la exportación […] ha tenido un impacto negativo en la economía cubana”. En particular porque este fenómeno se ha agudizado “en un momento en que el país enfrenta una difícil situación económica y necesita aumentar sus ingresos por exportaciones”.
En palabras de Acosta, este tema se ha tornado un motivo “de preocupación y críticas en el país”. La realidad nos muestra una nación que fue reconocida como un paraíso azucarero, y que hoy apenas cubre su demanda interna de este producto, no puede exportar, no cumple los planes, tiene cada vez menos caña. Parecen suficientes razones para preocuparse.
Y donde está Machado Ventura q en todas las zacras iba a decir q vamos a superar la anterior