El cuarto mes de 2025 llegó a su mitad y el escenario eléctrico de Cuba, aun con los nuevos parques solares instalados, sigue sin mostrar signos plausibles de mejoría.
Aunque la generación ha aumentado ligeramente respecto a los picos más agudos de la crisis y por algunas horas de la madrugada se ha podido capear el déficit, la demanda también ha ido en aumento y los apagones continúan extendiéndose por horas a lo largo de la isla.
Por demás, cada día se mantienen varias unidades térmicas desconectadas por averías o mantenimiento, mientras la falta de combustible —aun cuando su impacto fluctúa en los reportes oficiales— es una espada de Damocles para el endeble Sistema Eléctrico Nacional (SEN). Para no ir lejos, 94 centrales de generación distribuida estaban paradas este martes por ese motivo.
En este contexto deficitario, los nuevos parques eléctricos —el proyecto estrella del Gobierno para paliar a corto plazo la crisis energética en el país— poco han podido hacer hasta el momento y van pagando los platos rotos en la opinión pública. Al cierre de marzo eran 8 las nuevas instalaciones de 21,8 MW en funcionamiento y dos semanas después esa sigue siendo la cifra.
Las autoridades han prometido instalar otros 5 parques en abril y superar los 50 al cierre del año, con lo que la potencia conjunta excedería los 1000 MW. La potencia instalada hasta el momento solo llega a 174,4 MW, lo que significa que ese es el máximo de generación posible de los 8 que están en funcionamiento.
Tal capacidad, aunque superior a la de varias unidades térmicas con que cuenta la isla, es inferior a la de los bloques más potentes, como Guiteras o Felton 1; y también —en una cifra nada pequeña— a los MW que dejan de generarse cada día por las unidades fuera del SEN, las centrales detenidas por falta de combustible e, incluso, las limitaciones térmicas de las plantas sincronizadas.
Por tanto, no es difícil entender por qué hasta ahora —si bien la electricidad generada por estos parques ha contribuido a reducir las afectaciones— su efecto todavía no se nota, “ahogado” por el alto déficit que impera día tras día.
Así, los apagones siguen sin dar tregua y la mejora prometida por las autoridades “no se ve de inmediato”, admitía días atrás Lázaro Guerra, director general de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas (Minen). “Pero que en la medida que vayamos instalando más parques, tiene que verse la mejoría”, acotaba.
Parques solares vs. apagones: entre las ilusiones y la realidad (I)
Detrás de las cuentas
Los nuevos parques solares no son como las unidades térmicas y los motores de generación distribuida. No necesitan petróleo para producir electricidad, pero como su fuente energética es el sol, no generan de manera constante todo el tiempo.
Su producción eléctrica, según explicó Guerra, “no es tan lineal, porque su mayor impacto es en el horario diurno, en el horario en torno al mediodía”. De acuerdo con el directivo, es “de las 11:00 de la mañana a más o menos las 3:00 de la tarde” que estas instalaciones “están entregando prácticamente toda su potencia”, lo cual, aseguró, “va directamente a la reducción de la afectación al servicio”.
“De no tener esos parques trabajando, la afectación en ese horario sería incluso más alta de lo que es ahora”, apuntó. El déficit estimado por la UNE al mediodía ha rondado los 700 MW en las últimas jornadas, pero semanas atrás ha llegado a sobrepasar los 1000 MW, aun con los parques solares produciendo a buen ritmo.
Para que las nuevas instalaciones puedan contribuir con efectividad a eliminar los apagones a esa hora, deberían aportar mucho más. Es decir, crecer mucho más en número hasta sumar de conjunto una cantidad de MW presumiblemente superior a lo que ahora se reporta como déficit al mediodía.
Un incremento sustancial de los parques de 21,8 MW —un programa que contempla el montaje de 92 en varios años y de ellos al menos medio centenar en 2025— resulta una condición sine qua non para el añorado fin de los apagones. Pero a la par deben cumplirse otras condiciones.
Para empezar, los parques no solo deben estar instalados, sino que además deben generar lo mejor posible. En un país con un sol tan radiante como el de Cuba eso parece garantizado, pero aun así la generación puede variar por factores externos, climatológicos, y podría verse afectada por cuestiones técnicas derivadas de las instalaciones, su manejo, cuidado y mantenimiento.
El hecho de que, aun con solo 8 instalados, la producción de los parques no es constante lo muestran los propios partes de la UNE. En estos, si bien muchas veces las cifras de la generación total son similares, en general han fluctuado entre más 1000 y menos de 800 MWh, que es la cantidad de electricidad generada en todo el día y no debe confundirse con la potencia, que es la energía instantánea máxima que pueden entregar al SEN.
El otro elemento fundamental es que, como mencionamos, para eliminar o reducir los apagones —al menos los diurnos—, a la par de los parques solares debe crecer la generación de las demás fuentes, como la térmica y la distribuida. Y, para ello, es necesario ganar en capacidad con la incorporación de unidades fuera del sistema y minimizar las afectaciones por falta de combustible.
Justo hacia allí han apuntado las autoridades en sus más recientes explicaciones públicas, en las que se han referido a una estrategia para recuperar progresivamente unidades térmicas y grupos electrógenos, y han reiterado, para quitarle hierro a las expectativas populares sobre los nuevos parques, que “la energía solar fotovoltaica no es por sí sola la solución de las afectaciones”.
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Las noches, los planes y la última palabra
Si los parques solares montados poco pueden hacer por el momento frente al déficit diurno, su aporte por las noches todavía es nulo. La razón no es solo que en esas horas no hay sol, sino además que las nuevas instalaciones no cuentan con la capacidad para acumular energía. Al menos no todas las que se ejecutan.
“Estos parques no cuentan con sistemas de acumulación de baterías; significa que su energía se inyecta directamente al SEN durante el día”, confirmó recientemente Geider Mompié, director de la Empresa Eléctrica de la provincia de Granma.
Por su parte, el ministro de Energías y Minas, Vicente de la O Levy, explicó hace unos días en una entrevista que como parte de este proyecto “está previsto incorporar baterías para entregar energía, de 4 y 5 horas”, pero ello será un “segundo paso”, “cuando esté avanzado el proceso inversionista de energía solar fotovoltaica”.
Además, detalló que se montarían sistemas de acumulación para la “estabilización del sistema”, repartidos en 4 parques de 50 MW. Preguntado directamente sobre los planes para 2025, De la O detalló que este año debían instalarse “100 MW, de estos de estabilización; y 150 MW de entrega al sistema”, aunque sin abundar en el trabajo de esas baterías ni cómo sería su aporte al SEN.
Un poco más preciso fue el director provincial de Granma, según el cual como parte del programa “se adquirió también el 10 % en sistemas de acumulación a integrarse a las subestaciones de transmisión, como la ubicada en Trinidad, que alimenta a la provincia y donde se instalarán 50 MW de energía fotovoltaica”.
“Los bancos de batería no están diseñados para proporcionar energía durante largos períodos, sino para regular la frecuencia del sistema. Cuando la producción de un parque se interrumpa, ejemplo, por nubosidad, estos bancos de batería suministrarían la carga necesaria durante un máximo de 3 horas”, explicó.
Visto así, aun cuando los nuevos parques solares sigan creciendo hasta las cifras previstas y logren acumular algo de energía, no parece que su aporte vaya a ser significativo fuera de sus horas de máximo rendimiento. Por ello, las autoridades han insistido en que su valor fundamental, además de producir durante el día, es el ahorro de un combustible que luego podría emplearse para generar en las noches.
Falta de combustible y limitaciones térmicas minimizan el efecto de los parques solares
En general, como parte del plan gubernamental en marcha —en el que los nuevos parques solares son protagonistas—, el Minen proyecta incorporar 2000 MW a la generación nacional a partir de todas las fuentes entre 2025 y 2026 y cubrir desde la mitad de este año todas las afectaciones del día, según estimó el ministro en diciembre pasado.
“No quiere decir esto que se van a eliminar los apagones totalmente. Se trata de un proceso paulatino, costoso, un proceso inversionista del cual sí se ve la luz al final del camino”, consideraba De la O en su reciente entrevista, específicamente sobre los planes de crecer en unos 1000 MW este año en la energía fotovoltaica.
Mientras, el presidente Díaz-Canel aseguró días atrás, en diálogo con periodistas españoles, que con las inversiones que están ejecutándose “en pocos meses, en el horario del día, no debemos tener apagones”, y que con la continuidad de esos planes el próximo año el SEN “va a estar en un momento mejor”.
“Con la fuente fotovoltaica vamos a aguantar por el día”, dijo. “Y, por lo tanto, los bloques de generación distribuida se nos van a quedar más para apoyar la noche. Pero, además, vamos a tener de noche más capacidad disponible también en las termoeléctricas”, prometió.
Sin embargo, más allá de los planes y estrategias del Gobierno en medio de la prolongada crisis energética, la última palabra volverá a tenerla el tiempo.
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