Un sofá no es absurdo por sí mismo. Como todo en el mundo. Es absurdo o no según como sea visto por las personas, como sea utilizado (o no) por ellas.
Esperaba junto a una compañera de trabajo por el inicio de una reunión. La espera, como sucede con frecuencia, comenzaba a dilatarse más allá de la hora señalada. Estábamos de pie, así que decidimos sentarnos para no castigar las piernas innecesariamente. Y el sofá del lobby nos pareció sin lugar a dudas la mejor opción.
―Ahí no se puede ―nos espetó la recepcionista de la institución a la que habíamos sido convocados.
―¿Por qué? ―le pregunté sorprendido.
―Esa es la indicación.
―Pero si está vacío…
―Precisamente por eso, porque no está permitido sentarse.
―¿Pero no es un sofá? ―cada vez entendía menos a la recepcionista, que a su vez me miraba como a un bicho raro.
―Sí, pero si dejamos que todo el mundo se siente en él, entonces se va a romper enseguida.
―Para eso mejor lo quitan ―la cara me hervía de la incomodidad.
―No se ponga así, compañero. Ya le digo: es lo que está indicado.
―¿Y quién se lo indicó?
―El director. Si de casualidad pasa por aquí y los ve sentados, seguro que después me regaña.
―Pues lo voy a esperar entonces. O mejor, llámelo a su oficina y dígale que quiero hablar con él, para que me explique.
La recepcionista se demacró en un instante. Toda la beligerancia de su mirada se trocó repentinamente en una súplica.
―Mira, Eric ―intervino entonces mi compañera― mejor nos vamos para fuera que te va a subir la presión. No vale la pena que nos fajemos por un sofá.
La preocupación de su voz me hizo reaccionar. Me paré de golpe, con el disgusto atravesado en la garganta. La recepcionista respiró aliviada, casi agradecida.
―No, no vale la pena fajarse por un sofá―dije ya en la puerta―. Pero bien que debería, ¿no?
Desde su rincón del lobby, el sofá vacío me devolvió la silenciosa carcajada del absurdo.
Lo absurdo es que no te hayas sentado. Si no vale la pena pelear por tu derecho a sentarte en un sofá no creo tengas deseos para pelear por cosas más serias.
jajajajja sino fuera verdad, pensaria que es un chiste lo que ud cuenta , un sofa que no es para sentarse porque se va a romper ,increíble eso solo sucede en este hermoso pais ,donde nos toco nacer
El absurdo recorre la isla como maldicion impenetrable. La gente se resigna, acostumbrada a la sin razon. Es el cancer que lo corroe todo. La pesada paralisis hundira a la nacion mas temprano que tarde. Y eso tambien lo aceptaran.
Conozco un ejemplo similar. Hace unos años (creo que ahora ya no es así) en el lobby del Poligráfico Granma el sofá también era sagrado, no se podía mancillar con nalgas reposonas
Se mira pero no se toca. Como todo en Cuba. Deberías haber hecho uso de la potestad periodística depositada en ti y meterle terror a la recepcionista, y al director de paso, amenazándoles con sacarlos en el periódico en una ampliación de 40 por 40. Al final lo hiciste, más que bien. Pero coincido con Rey. Deberías haberte sentado. Aunque fuese por joder un rato. En lo que te recibían, o te daban audiencia, o vista pública, que en Cuba se trastocan los órdenes. Por menos se han iniciado las guerras civiles.
yo me hubiera sentado a esperar que llegara el director
Lo mismo ocurria hace mas de 35 años cuando estudiaba en el Pre, la mesa caliente donde se debian poner los alimentos para servir en el comedor se usaba sin ponerla a funcionar bajo la misma explicacion, si la ponian a funcionar se rompia. A veces luchar contra esas cosas es como arar en el mar, me parece que es el objetivo final, enseñar que el absurdo te acompaña y te cambia a ti , no lo puedes cambiar.
basta de relatos y llame las cosas por su nombre, … mencione el lugar de los hechos y senale con el dedo.
Es verdad Camilo, siempre estamos “relatando” y tirando indirectas, quizás esa es la única forma que tenemos de hacer periodismo, en otro caso ni siquiera se publicaría.
Me ocurrió lo mismo en la empresa donde trabajaba en Cuba, pusieron un sofá nuevo y los empleados no podíamos sentarnos porque era para uso de las visitas o de adorno.
desgraciadamente el país está lleno de gente descerebrada, seguro que el que dictaminó que ahí nadie debía sentarse, es decir, el supuesto “director”, tiene su oficina con un sofá mejor y con buen aire acondicionado, así es muy fácil hacerle más dura la vida a los demás, esas personas así merecen ir directo , sin escala AL INFIERNO. De personas malas de corazón y sin neuronas en el cerebro por demás, está llenándose el país cada día más, me pregunto a dónde vamos a parar????????? Pero yo no me quedo con eso por dentro, busco a quién tenga que buscar y hago hasta lo imposible para que esa medida absurda sea eliminada de inmediato y pondría si se pudiera a trabajar de pié, sin ni siquiera una silla ni un ventilador , a ese jefe inepto y de mala entraña.