A inicios de noviembre el doctor Humberto Rivera Almaguer, jefe del Programa de Zoonosis en la provincia de Holguín, advirtió que “se ha observado un incremento de la morbilidad y la letalidad por Leptospirosis en el territorio, ocasionado por el incremento de las lluvias y el contacto con las aguas residuales, esencialmente en lugares pecuarios”. Según el también funcionario del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología: “en relación con el comportamiento de la Leptospirosis y la necesidad de consolidar las principales acciones de prevención y control […] necesitamos que la población conozca cuáles son las medidas para evitar contraer la enfermedad”.
No es la primera vez, en los últimos meses, que una noticia como esta ocupa portadas en los medios cubanos. Hace menos de un mes, la agencia Prensa Latina informaba que las autoridades sanitarias de Ciego de Ávila mantienen “la vigilancia y control de la Leptospirosis”. Al respecto, el Dr. José Luis López, subdirector del Centro de Higiene, Epidemiología y Microbiología en esa provincia, resaltó entre los grupos de riesgo a “los trabajadores agrícolas y pecuarios, médicos veterinarios, obreros de Servicios Comunales, así como la población que reside en zonas de inundaciones”. El funcionario enfatizó que “más del 90% de las personas con peligro de adquirir la enfermedad ya recibieron la primera dosis de la vacuna contra la Leptospirosis en ese territorio y el 70% tiene el ciclo completo”.
Unos meses antes, el 20 de julio, la Agencia Cubana de Noticias anunciaba una “alerta epidemiológica” por esta enfermedad en la central provincia de Camagüey, lo que en aquel momento se sumaba al dengue y la COVID-19 entre los motivos de preocupación. En la referida nota se especificaba que la Leptospirosis “experimenta un alza durante la temporada de lluvias en las regiones tropicales y subtropicales”. Como se ve, desde el verano este ha sido un problema de salud que ha ocupado y preocupado al personal y las autoridades sanitarias, en medio de la tensa situación epidemiológica de la isla, que apenas está saliendo de la pandemia y ha tenido que hacer frente a las endemias (enfermedades que afectan a un país o una región en fechas fijas, como el caso que nos ocupa).
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Pero, ¿qué es la Leptospirosis y por qué aumenta en la época de lluvias? ¿Por qué hay sectores más expuestos que otros? ¿Cuáles son sus síntomas fundamentales y cómo se hace el diagnóstico? ¿Qué eficacia tiene la vacuna con que se cuenta y qué medidas terapéuticas se utilizan para hacerle frente al padecimiento?
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), agencia regional adscrita a la Organización Mundial de la Salud (OMS), la leptospirosis es “una enfermedad zoonótica —que se trasmite de los animales al ser humano— de potencial epidémico, principalmente después de lluvias fuertes”. La causa una bacteria llamada Leptospira, que tiene más de 200 variedades serológicas (agentes infecciosos). La enfermedad puede presentarse con una amplia variedad de manifestaciones clínicas, desde su forma leve a la grave y a veces fatal, que cursa con insuficiencia renal, hepática y el fallo de múltiples órganos y sistemas del cuerpo.
Esta bacteria puede encontrarse en aguas dulces, que han sido contaminadas por la orina de animales como roedores, perros, cerdos, caballos, entre otros. Los seres humanos se enferman si la consumen indirectamente o si entran en contacto con ella a través de alguna lesión en la piel o las mucosas, de ahí que algunas personas que realizan sus labores diarias en granjas estén más expuestas a la enfermedad, especialmente si no utilizan los medios de protección adecuados. También se puede contraer la Leptospirosis en actividades recreativas como nadar o pescar; o por tener mascotas no vacunadas y contacto con ganado doméstico —algunas personas, aun sin las condiciones higiénicas adecuadas, crían cerdos, caballos, etc.—, y por la exposición en el hogar a la orina de roedores infectados.
Entre los síntomas fundamentales de la enfermedad están: la fiebre con escalofríos, el dolor de cabeza, dolores musculares intensos, sobre todo en las piernas; síntomas digestivos, como nauseas, vómitos, diarreas e “ictericia” (coloración amarilla de la piel y las mucosas). En ocasiones, aparece enrojecimiento de la conjuntiva (la parte blanca del ojo), inflamación de los ganglios linfáticos, el bazo y el hígado, que se acompaña de dolor en el abdomen. El diagnóstico se basa en los antecedentes epidemiológicos, la presencia de los síntomas y estudios de laboratorio específicos.
El tratamiento incluye la quimioprofilaxis con Doxiciclina para personas muy expuestas y siempre bajo supervisión médica; así como medidas generales que van desde la hidratación, el tratamiento de la fiebre y el uso de antibióticos, generalmente de la familia de las penicilinas. Los casos graves de la enfermedad requieren ingreso en las unidades de terapia intensiva. Las medidas preventivas, por otro lado, estarían encaminadas a evitar el contacto con aguas contaminadas por la orina de animales enfermos, como explicamos antes, para lo cual es importante utilizar ropa y zapatos protectores. En caso de no contar con guantes para el manejo de las excretas de los animales se podrían utilizar bolsas plásticas en las manos, aunque no es lo ideal.
En nuestro país se cuenta, desde finales del siglo pasado, con la vacuna vax-SPIRAL, de producción nacional. Tiene una eficacia del 78.1%, similar a otras que existen en el mundo, y posee un estándar de seguridad adecuado. Las reacciones adversas más frecuentes, que aparecen tras la inoculación, son el malestar general, el enrojecimiento de la zona donde fue aplicada, entre otras reacciones comunes.
Por otro lado, es importante señalar que este no es solo un problema de salud de Cuba, sino que afecta a los países de todo el cinturón tropical y subtropical, en esta época del año. Un breve recorrido por distintas publicaciones en dicha región muestran reportes de casos en Puerto Rico, donde en octubre se identificaron 9 casos sospechosos de Leptospirosis.
Por su parte, en Nicaragua, tras el paso del huracán Julia, el gobierno y las autoridades sanitarias tomaron medidas para disminuir el riesgo de contraer esta y otras enfermedades, según informó el epidemiólogo Leonel Argüello, lo que fue ratificado por la vicepresidenta de ese país. También en Honduras hay presencia de la enfermedad; un artículo publicado el 18 de octubre por un medio local informaba sobre 146 casos registrados en lo que iba de año por la Secretaría de Salud, de los cuales se habían confirmado 36.
Incluso, en regiones tan lejanas desde el punto de vista geográfico como Filipinas y la India se dieron recientemente reportes de Leptospirosis. Específicamente, la ciudad filipina de Zamoanga había reportado más de 20 casos y 10 muertes; mientras que en el distrito indio de Pollachi falleció por esta causa una mujer de 23 años, que estaba en el segundo trimestre de su embarazo, según informaron fuentes del Departamento de Salud local.
Como se ve, la lluvia es “la principal aliada” de la Leptospirosis porque favorece su trasmisión. Aunque hay grupos poblacionales específicos que tienen un riesgo mayor de enfermarse, —a los que van dirigidos las campañas de vacunación—, todos estamos expuestos. Esta enfermedad es, además, una de las primeras 35 causas de muerte en Cuba. Según el Anuario Nacional de Salud del año 2020, en el 2019 fallecieron en Cuba por este motivo 58 personas, cifra que se elevó a 70 al año siguiente, lo que nos da una idea de la importancia de este cuadro.