Antes de que despunte el día, una muchedumbre ya se congrega en el parque Emiliano Zapata, en 5ta Avenida entre 24 y 26, en el elegante barrio de Miramar, y no es para practicar taichí.
¿La causa común? Obtener información, una visa o una “tarjeta de compras” en la embajada de Panamá, el mercado más grande y barato de Latinoamérica, y practicar turismo de compras, una operación que cuenta con el aval de los dos gobiernos implicados, en medio de un agravamiento de las sanciones estadounidenses contra la Isla.
“Yo tengo el pasaje para el 8 de noviembre”, dice una mujer gruesa y emperifollada, venida de Santiago de Cuba. “Tú te imaginas que tú compres el pasaje y no te den esa cosa” (la tarjeta de turismo), interviene una segunda mujer, en medio del gentío que se agolpa hasta el límite de lo permitido por los guardias de seguridad: el contén de la calle 24.
“Más acá no se puede estar. Forma parte de la zona diplomática”, aclara con cortesía uno de ellos, con un walkie talkie en mano que no cesa de vomitar frases en clave.
Sobre las 8 de la mañana, el vocero de la embajada sale del recinto. Explica los requisitos y promete una cuota de cuarenta personas para trámites. Muchos dominan la información, publicada por los medios oficiales cubanos, pero otros están en el mayor despiste y echan a rodar especulaciones.
Alguien levanta la mano para preguntar por su situación particular, pero el funcionario le da la espalda. No responde caso a caso y lo remite a los murales colgados en la corteza de unos pinos al final del parque, por la Avenida 7ma.
Hablando como los locos
“Quiero saber si mi esposa puede viajar conmigo. Soy artesano y ella es mi empleada”, explica ante el desplante y a manera de consuelo un joven con camiseta desmangada y ambos brazos tatuados con caligrafía gótica.
“Deberían poner toda la información. Hay gente que quiere que el cubano esté como loco”, calza una muchacha con audífonos e igual de desorientada. “Esto no es una visa para que te elijan si vas a viajar o no vas a viajar”, explica otra joven con el pelo azafranado. “Aquí no te investigan”, concluye para calmar la ansiedad de la chica de los audífonos que teme un “no” consular.
En una estocada sorpresiva para muchos, el pasado lunes 29 de octubre entró en vigor en Panamá el decreto 613. De tal edicto, salió la llamada tarjeta de turismo por treinta días. Tiene un costo de 20 CUC y está a disposición de todos los cubanos que posean un carné de cuentapropista; o un certificado de artesano; o que hayan viajado anteriormente a territorio istmeño o a un tercer país.
“¿No importa los países que uno haya ido? Yo fui a Angola, pero no sé si ese país cuenta para esto. Preguntaré cuando salga el funcionario”, comenta una especialista en salud mental, quien estuvo hace un par de años contratada en la nación africana, con la cual Cuba tejió una historia militar y civil muy intensa durante los años 70 y 80. Una colaboración que incluso pervivió sin la ayuda de Moscú.
De tal historia habla con orgullo un veterano de ese gesta, mostrando unas manos callosas y una memoria que retiene la bazofia que comía en medio de la selva. “Cerebro de mono”, dice ante la incredulidad de todos. Ha viajado varias veces a la vecina Haití en busca de insumos para su negocio de chapistería. Es un hombre robusto cercano a los 70 años. Ahora quiere probar suerte en Panamá. “Dicen que todo es más barato y surtido”, afirma mientras espera, con impaciencia, ser llamado para obtener su cupón de visado. El ex militar volará por Copa Airlines, con un pasaje que evaporó cerca de 500 CUC de sus ahorros.
Panamá comenzó a otorgar a cubanos tarjeta de turismo por 30 días
“¿Eso está caro ahí?”, inquiere una señora que acudió a la embajada para acompañar a su hija. Vienen de Güira de Melena, un pueblo a unos 50 kilómetros de la capital. “El pasaje es solo ir un momento. Eso no es un problema. Se puede sacar fácil. Afuera de Copa hay unos muchachos que se ponen a sacarlo por oferta. Lo tienen a 424 USD. Se pueden sacar más baratos, pero de aquí a cuatro o cinco meses”, expone el artesano, quien, de pronto, suelta más dudas.
“Pero ven acá, yo voy para la zona franca y tengo entendido que cierra el día 15”. “Sí, pero de diciembre”, despeja el veterano de guerra. “Ah, en diciembre… Y en Copa te dicen: ¿pero tú quieres ir el Día de las Madres?, porque es feriado. Creo que no saben mucho, porque además está el viernes negro y después el día de las madres, en diciembre, así que es una tanda de rebajas lo que promete”, supone el amante de la estética medievalista.
“¿Y cuándo cae el viernes negro?”, averigua una joven con un pulóver de los Rolling Stones que se suma al diálogo cruzado. “Creo que siempre es a fines de noviembre para mover el comercio antes fin de año”, diserta el artesano. “El viernes negro está en muchos países del mundo, donde no funciona es aquí”, precisa.
“Aquí todos los días son negros”, remata la advenediza y todos ríen con el chiste.
Negocio redondo y exportación de capitales
Durante su visita oficial en la Isla para la 36 Feria Internacional de La Habana, el presidente panameño, Juan Carlos Varela, afirmó que la flexibilización de la política migratoria con Cuba busca promover a Panamá como un destino de compras, especialmente la Zona Libre de Colón.
La coyuntura es propicia. La expedita vía Miami, a solo 45 minutos de vuelo de La Habana, ha sido puesta en un costoso laberinto para los cubanos por el parón de Trump a las dinámicas bilaterales con Cuba.
Varela, ingeniero y hombre de negocios, ha detenido la mirada en los “más de 600,000 ciudadanos de Cuba que son pequeños empresarios” y en sus declaraciones en la bolsa comercial habanera dio a entender la total aprobación del gobierno cubano a la nueva iniciativa para estimular los contactos.
Más temprano, en marzo, durante un foro empresarial en Dubai, Varela echó mano a las estadísticas con el fin de preparar el camino. Dijo entonces que Panamá había recibido el pasado año a más de 10,000 personas procedentes de Cuba.
Desde 2015, el acuerdo migratorio bilateral habilitó al consulado istmeño en La Habana a conceder 1,000 visas mensuales, pero “hay que tener un conecto o un socio que te diga cuándo salen por Internet para tu cazarle la pelea a una cita”, expresó uno de los afortunados a la salida de esa legación en La Habana, mostrando el pasaporte estampado con una visa por cinco años.
La afluencia de los nuevos e inesperados clientes ha generado una pronta respuesta en Panamá, que ha articulado una infraestructura oportunista. Igual sucede en otros destinos donde acuden miles de cubanos por mercaderías, como México y Guyana; también Rusia, aunque en menor escala.
La página D-Cuba.com y su correspondiente canal en la plataforma YouTube, por ejemplo, brindan una minuciosa información y mapeo para el viajero llegado de la isla al país canalero. Hospedajes, reservaciones, comida y transporte, ubicación de artículos, comunicación telefónica y mensajería, vías seguras y contactos para embalajes son algunos de los servicios que se brindan, muchos de ellos con sus correspondientes tarifas.
Recientemente, el gerente de la concurrida Zona Libre de Colón, Manuel Grimaldo, detalló el impacto económico que generan los ciudadanos de la isla que viajan hasta territorio panameño con fines comerciales –más de 15,000, según sus cifras– y confirmó que las compras de cubanos en este enclave ascendieron a 100 millones de dólares en 2017.
En paralelo y según un informe divulgado en Miami en octubre por la consultora The Havana Consulting Group, los emprendedores cubanos habrían sacado en 2017 de la Isla alrededor de 2,390 millones de dólares, en tanto el capital extranjero invertido en la zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM) asciende hasta el momento a 1,663 millones de dólares.
La entidad estadounidense calculó que poco más de mil millones se invirtieron en compra de mercancías, mientras que unos 366 millones fueron destinados a bienes raíces y otros negocios.
Fuego en las redes
Ante esas y otras estadísticas, las redes están echando chispas. La noticia de la visa panameña de turismo para cuentapropistas y viajeros cubanos encendió, entre otros, a Cubadebate.
Enzarzados en inflamadas y hasta simpáticas discusiones, los lectores del sitio postean y dialogan entre sí mediante discursos dictados lo mismo por la pasión que por el raciocinio.
“¡Qué bueno y qué pena! Mientras otro país aprecia los deseos de invertir y de trabajar del cubano, el nuestro permite que ocurra esta monumental fuga de capital”, escribió alguien bajo la firma de Economist.
“¿Cuantos millones pierde la economía cubana por la ceguera de los decisores? ¿No podrían CIMEX, TRD, etc., con precios más razonables captar esas divisas que fluyen a la economía panameña?” se preguntó Liborio Bobo de Abela, un nombre tomado de dos personajes de la historieta política republicana de antes de 1959 que simbolizaban al pueblo cubano en su martirio e inocencia.
“La cuestión, compañeros, es que para que suceda esto, los tanques pensantes deben transformar la economía en cuanto a su funcionamiento, erradicar la doble moneda y cambiar las leyes para que sean más propicias al desarrollo de las personas. Todo esto implica una reforma profunda en la economía, lo cual nuestros dirigentes no quieren ni aceptar. Simplemente se recrudecen las sanciones para el sector cuenta propia, no se permite la importación y no hay redes mayoristas”, opinó un lector que se firma Carlos.
Por su parte, el Moro estimó que “Cuba no tiene la moneda necesaria muchas veces ni para comprar artículos de primera necesidad, y cuando la tiene es bloqueada por los bancos por el bloqueo” y sugirió que el gobierno permita la importación comercial de cuentapropistas y cooperativas. “Así el Estado cobra su impuesto como todo los países del mundo y controla más este tipo de propiedad al conocer que está importando y cuánto tiene en sus controles; y así no le corren gato por liebre cuando hacen la declaración de impuesto”.
Presidentes de Cuba y Panamá apuestan por mayor intercambio comercial
Una economía en apuros
Más allá de las estrategias gubernamentales de gardeo al sector privado, el flujo de caja del Estado no parece estar pasando por un buen momento. Al inaugurar la Fihav 2018, el ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Rodrigo Malmierca, reiteró “la firme determinación de Cuba de honrar sus obligaciones” y explicó que “limitaciones financieras coyunturales han impedido que empresas cubanas tengan al día los pagos corrientes con sus proveedores”.
Entre los motivos externos que afectan a la cadena de pagos, Malmierca enumeró el bloqueo estadounidense, en vigor desde 1962, además del cambio climático, con sequías y huracanes, que ha impactado al país caribeño.
Según fuentes diplomáticas, Cuba ha continuado pagando los intereses de su deuda externa con naciones del Club de París. El pasado año solventó aproximadamente 60 millones de dólares y casi 70 millones este año de los vencimientos datados para el 31 de octubre.
Algunos analistas han leído en la actual gira presidencial a Rusia y China, además de Vietnam y otras naciones filosocialistas asiáticas, la búsqueda de consenso y respaldo de ambas potencias a la intensificación de la reforma en la Isla, abocada a su tramo más delicado que es la unificación monetaria.
El proceso tendría que hacerse sobre ascuas, en medio de una Latinoamérica virtualmente cautiva por la derecha, una Venezuela recesiva y atacada y un Estados Unidos que requinta las tuercas de las sanciones, amenazando incluso con extender la guerra comercial si finalmente decide luz verde para el hasta ahora latente capítulo III de la Ley Helms-Burton.
Buscar alternativas
Muchos cubanos que antes brincaban el charco con visas de hasta cinco años, otorgadas por la administración Obama, ahora intentan abrirse paso por el flanco panameño, cambiando de Norte.
Una arrendadora de cuartos para turistas dice que pretende adquirir un minibar y una lavadora en la zona franca, entre otros artículos necesarios para su negocio, “ahora que se corre la voz de que lo van a poner más exigente”.
Otra emprendedora, esta vez en materia de peluquería, alerta al grupo sobre la existencia de firmas fantasmas en Panamá que han embaucado a más de uno, robando todas las mercancías.
Cerca de las 4 de la tarde aún quedan muchos en el parque que como estas mujeres aspiran a obtener el nuevo visado, pero la burocracia consular se toma su tiempo y apenas ha procesado a una docena de casos de los cuarenta prometidos al inicio de la jornada.
“Si yo pudiera, reembolsaba ahora mismo el pasaje”, dice angustiado un joven venido de Villa Clara, a unos 300 kilómetros al este de La Habana, que hace dos días duerme “por ahí” y que tiene pasaje para el 7 de noviembre. Su madre viajaba cada seis meses a Miami, pero “eso se acabó”. “Aquí hay mala vibra”, reflexiona, con una mirada que ha ido perdiendo el brillo que exhibía en la mañana.
“Hay personas que vuelan pronto, pero si no resuelven hoy, pueden ir a su casa porque son de La Habana. Yo no tengo donde quedarme”, se lamenta bajo la fronda de los laureles centenarios del parque. La noche no tardará mucho en llegar.
Quisiera saber si por fin están dando las tarjetas de turismo o no,pues leí mucho pero no me dicen si se las dieron a las personas que estaban en el consulado panameño en la habana,gracias