Así como lo prometió estaba Manuel López Oliva con los pinceles pintando su obra sobre los soportes más extravagantes: jarrones, lámparas, búcaros, platos, cucharas, trozos de cartón…Una cola interminable de personas se hizo frente a la mesa que el artista habilitó en el lobby del Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana.
Desenfadado, paciente y contándonos simpáticas historias, estaba López Oliva con la mano cansada de tanto dibujarnos máscaras. Porque según él todos llevamos una en la vida y por eso gusta tanto de reproducir, desde su imaginario, esas máscaras que imagina en el rostro de cada persona que encuentra.
Era imposible que acabara hoy; pero Manuel nunca dice no. Y prefirió llevarse los objetos que no pudo terminar a su estudio en la calle Paula de La Habana Vieja, para que todos los que estábamos allí pudiéramos tener una pintura suya.
A nosotros nos dio el tiempo. Y fotografiamos el jarrón que Manuel le regaló a OnCuba para que ustedes puedan tenerlo también. Es un regalo para todos nuestros lectores. Ojalá les guste. A mí me encantó.