La innegable realidad del “eterno verano” en Cuba ha sido un componente importante de la estrategia de captación de turismo en la Isla; que, sin duda, cuenta con las condiciones necesarias para erigirse como destino privilegiado en el área del Caribe. Sin embargo, algunos de nuestros visitantes se marchan insatisfechos cuando solo alcanzan a descubrir y disfrutar del predecible sol y las hermosas playas, o vuelven conformes luego del prometido y económico bronceado que nuestro país les prometió.
Datos oficiales y públicos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) y reportes anuales de la Organización Mundial de Turismo (OMT) reflejan que las llegadas tienden a crecer al tiempo que los ingresos por turista decrecen, lo cual, si bien no es un problema exclusivo del turismo cubano, en este caso adquiere ribetes especiales por las necesidades urgentes de financiación y de obtener capital fresco para enfrentar la inversión doméstica y los compromisos internacionales.
Muchos factores están incidiendo en la reducción de los ingresos por turismo, algunos de ellos vinculados a la crisis mundial y las afectaciones a las carteras de los principales emisores. No obstante, una simple mirada a la situación interna del sector lleva a considerar otros derroteros.
Si la lógica de la rentabilidad económica indica que lo importante resulta atraer más turistas pero también que gasten más, entonces hay que preguntarse: ¿Se les están ofreciendo las opciones adecuadas para lograrlo? La respuesta es no, cuando más de una vez escuchamos que las ofertas recreativas y culturales dentro y fuera de los hoteles son insuficientes o de dudosa calidad, además de la existencia de una deplorable relación calidad-precio en las ofertas gastronómicas y otros servicios, ciudades sucias y calles rotas.
La política respecto a la inversión extranjera para el sector turístico tiene retos adicionales, pues deberá considerar la fuerte competencia de otros polos del área geográfica y ofrecer incentivos diferenciados y atractivos para incidir en la prioridad del destino Cuba.
La experiencia acumulada desde el flujo de los noventa hasta acá evidencia que el destino Sol y Playa bajo la modalidad Todo Incluido ha sido la más utilizada y puede continuar siendo una opción de venta, en particular para los turistas nacionales, pero deberá ponerse en marcha una buena campaña internacional para captar viajeros en otras modalidades como son de Salud, de Ciudad, de Cultura y de Naturaleza.
En Turismo de Salud, por ejemplo, el efecto de arrastre hacia otros sectores de la economía –estratégicos y con ventajas comparativas sólidas– puede lograr, sin grandes o nuevas inversiones, ingresos considerables. Se trata de utilizar el acervo científico y el capital humano que existe en este sector del país para atraer turistas de varios segmentos de ingresos, incluso de los más altos.
El envejecimiento poblacional puede ser aprovechado por los que diseñan la estrategia de desarrollo del sector. Según estadísticas de la OMT, en los últimos años tiende a aumentar el número de turistas por encima de los 60 años y cada vez son más los que se preocupan por que sus vacaciones no se conviertan en un riesgo potencial, en especial si pertenecen a la denominada “tercera edad”. A ello se suma que las complejas condiciones medioambientales como el cambio climático, el agujero de la capa de ozono y sus repercusiones negativas para la salud, además del efecto cancerígeno de los rayos ultravioleta, son informaciones recurrentes en los medios masivos de todas partes del mundo, cuestión que atenta contra la modalidad de Sol y Playa. De esta manera, promover un turismo de naturaleza, cultura, historia y además saludable, sostenible y sustentable puede ser un buen negocio.
Además del sol y las playas, Cuba tiene una historia política, económica y cultural que muchos quieren ver con sus propios ojos. Mostrar lo que somos de manera inteligente, creativa y atractiva no tiene por qué ser una meta de largo plazo.
La necesidad de que el turismo en Cuba diversifique y enriquezca sus modos es una realidad reconocida, incluso, en las presentaciones del Ministro del Turismo. En varias Ferias del sector se ha señalado la importancia de transformar y crear nuevos productos; pero la realidad es que la mayoría de las ofertas se encuentran en las opciones de Sol y Playa, y de las otras se comercializan pocas y con estrategias de marketing menos atractivas.
Estudios internacionales especializados en el sector reflejan indicadores económicos comparados para varios países del Caribe, en los cuales, los hoteles cubanos aparecen entre los de menores márgenes de ganancias y con las más bajas tasas de ocupación, entonces, vale la pena priorizar otras formas de hacer y ganar.
La idea de diseñar propuestas más sencillas que demanden menos capital inicial y con mayor uso de nuestra dotación natural de factores y las ventajas comparativas en ciertos sectores dinámicos como la salud, puede ser viable, oportuna y económicamente ventajosa.
No se trata, por supuesto, de olvidar la infraestructura hotelera que ya existe, todo lo contrario: hay que perfeccionarla y dotarla de los recursos y atributos que permitan captar turismo de calidad y dentro de los más altos estándares internacionales, pero en justo equilibrio con el entorno, posibilidades y prioridades.
Por su parte, la participación de la inversión extranjera debe ser estimulada bajo formas novedosas de operación que incluyan al pequeño y medio capital y se le vincule al desarrollo local.
Existen numerosas alternativas y experiencias internacionales que pueden ser consideradas como modalidades para la construcción, arrendamiento, operación, subcontratación y financiación a través de participación de bancos de inversión, representaciones comerciales, casas financieras e, incluso, fondos de retiros y pensiones que, poco a poco, pueden constituirse en opciones viables.
La economía –no es un secreto para nadie– es un sistema, no podemos aspirar a un sector turístico competitivo y eficiente desvinculado del resto de la economía nacional, por tanto, elevar la calidad y los resultados del sector pasa por perfeccionar el modelo económico cubano, es parte de todo lo que debe ser cambiado en lo jurídico-legal, monetario-financiero y, naturalmente, en la mentalidad de cada diseñador y decisor de políticas.
Promover un turismo de calidad, sostenible y sustentable cuyos beneficios lleguen a cada uno de los cubanos –incluso a los que no podemos pagarnos hacer turismo– es otra de las necesidades urgentes en medio de las transformaciones del modelo económico cubano.
Por: Carola Salas Couce
Dra. en Ciencias Económicas
Universidad de La Habana
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