A los 86 años de edad, este miércoles falleció en La Habana María de las Mercedes Ibarra Ibáñez, defensora hasta sus últimos días del legado de su bisabuelo, el periodista y patriota Juan Gualberto Gómez.
De acuerdo con Granma, que la define como “aliada incondicional de los medios de comunicación”, Ibarra Ibáñez es la última de su estirpe y fue “una promotora incansable del legado histórico antiiperialista de su bisabuelo”.
En una nota, el medio de prensa apunta que a pesar de su avanzada edad, “su voz criolla y fuerte no dejó apagar la vida y la obra de su bisabuelo”.
El pasado 12 de julio, durante el acto nacional por el aniversario 170 del nacimiento del periodista y patriota, Mercedes señaló que “los cubanos tenemos que estar siempre unidos, como querían y por lo que lucharon Martí y Juan Gualberto”.
“Fue una fiesta escucharla, con una energía de estirpe mambisa que te contagiada con sus bromas, su risa y, cuando tocaba, su berrinche. Y la cabeza clarita, clarita, en un cuerpo de 86 años que ya se resistía a acompañarla, pero al cual ella se le imponía”, escribió en su muro de Facebook el periodista Francisco Rodríguez Cruz.
“Para ella era un paseo irse habitualmente con la Upec (Unión de Periodistas de Cuba) en los aniversarios vinculados al patriota que inspira a los periodistas cubanos”, añadió Rodrñíguez Cruz.
Juan Gualberto (Ingenio Vellocino, Matanzas, 1854-La Habana, 1933) dedicó gran parte de su vida al servicio de Cuba y lo hizo no solo como conspirador revolucionario en la colonia —algo que le costó ser deportado y encarcelado— y como congresista ya en la República. También como periodista.
Tinta añeja: Juan Gualberto Gómez, periodismo al servicio de Cuba
Inició sus labores como periodista en la década de 1870 en Francia. A París había ido a estudiar para ser carruajero, pero para poder costear su estancia terminaría convirtiéndose en corresponsal de diarios de Suiza y Bélgica, en los que pulió el oficio.
De regreso en Cuba, y ya vinculado a Martí y la organización de la llamada “Guerra Chiquita”, en 1879 fundaría su primer periódico: La Fraternidad.
Desde sus páginas abogaría por la igualdad y la integración entre los hombres más allá de su raza, y por abolir los prejuicios y discriminaciones basados en el color de la piel, un empeño al que dedicó muchos de sus textos y por el que ganó celebridad como polemista.
Años más tarde crearía otros periódicos, como La Igualdad y La República Cubana, y colaboraría con diversas publicaciones dentro y fuera de la Isla, entre los que se cuentan La Tribuna, El Progreso, El Pueblo, El Fígaro y Bohemia.