Optimizar los resultados económicos de cara al desarrollo de la nación exige la aplicación de una estructura jurídica coherente con el proceso inversionista que enfrentará la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM).
Según Narciso Cobo Roura, vicepresidente de la Corte Cubana de Arbitraje Comercial Internacional, perfilar el entorno jurídico y llevarlo a niveles superiores es un imperativo en el contexto de la actualización del modelo económico cubano y se correspondería con la próxima revisión de la ley 77, que regula el proceso de inversión extranjera en el país.
Para Cobo, las zonas especiales de desarrollo, aun con el antecedente de las zonas francas, son nuevas en el país, y los Lineamientos del Partido se proyectan con más fuerza en esa dirección. En consecuencia, asegura que la ZEDM constituye la primera experiencia de este tipo.
¿Qué diferencias percibe entre las conocidas zonas francas y la ZEDM?
Mariel es la primera zona real de desarrollo que creamos en el país. Tenemos el antecedente de las denominadas zonas francas, pero la ZEDM tiene una mayor flexibilidad, de cara a una nueva realidad, una proyección novedosa, con otras posibilidades, con mucho potencial y mayores bondades.
Las zonas francas tenían un concesionario, generalmente una persona jurídica cubana, contaban con operadores y funcionaban, a mi juicio, con limitaciones. Esta otra zona especial, la ZEDM, tiene la posibilidad de trabajar con una diversidad de concesionarios, que pueden ser personas naturales o jurídicas extranjeras o personas jurídicas nacionales.
Hay una apertura en el caso de los usuarios, que pueden ser personas jurídicas o naturales extranjeras, como cubanas. En este último caso con residencia en territorio nacional.
La cantidad y diversidad de actores que pueden operar al interior de una zona especial es considerablemente mayor, lo que amplía y enriquece el régimen de relaciones.
Existen, además, otros criterios de flexibilidad. En este caso, la propia Oficina de la Zona, que se crea para su administración, puede aprobar inversiones extranjeras dentro de esta, y solo en determinados casos se reserva al Consejo de Ministros su aprobación. Con este fin tendrá la facultad de evaluar, con el apoyo de una comisión, las propuestas de inversión, aunque deberá someter al Gobierno aquellas relacionadas con los recursos naturales, los desarrollos inmobiliarios o que supongan la transferencia de propiedad estatal, entre otras. Todo ello sujeto a plazos fijados para dar respuesta.
Desde el punto de vista jurídico la ZEDM operará con mayor flexibilidad…
Por supuesto que sugiere otra dinámica. A las garantías jurídicas que posee se suman una serie de regímenes especiales, como los que se establecen en el campo de las relaciones laborales, tributarias o aduanales, que son elementos facilitadores de la inversión. Y deben propiciar que ese enclave sea capaz de atraer de manera más efectiva al inversionista extranjero.
¿Cree necesaria la próxima revisión de la Ley 77 sobre la inversión extranjera en Cuba?
La Ley 77 siempre ha funcionado, ha sido buena, pero requiere una puesta al día. No creo que esté obsoleta, pero la experiencia posibilita un nuevo mecanismo, con otro grado de afinamiento, para ponerla a tono con las nuevas realidades. Se pretende un escenario más facilitador, de manera que se propicie una comunicación más abierta y transparente con el inversionista extranjero que tradicionalmente ha encontrado determinados mecanismos burocráticos que frenan las negociaciones.
Considero que todo lo que tienda a transparentar y a abreviar estas negociaciones, y a hacerlas mas efectivas, es positivo. Espero que la nueva ley se mueva en esa dirección.
¿En qué medida la complementación entre la apertura de la ZEDM y la ampliación del canal de Panamá tributarán al desarrollo del comercio en la región?
En el plano económico, los expertos plantean que la ampliación del canal de Panamá supondrá que una parte importante de las cargas que van de la costa oeste a la costa este en Estados Unidos, por ejemplo, se transfieran de alguna manera a la vía marítima, lo que implica un volumen de carga considerablemente mayor.
A esto hay que sumarle el hecho que esos buques economizan enormemente la transportación: el ahorro es importante. Estos elementos llevan a pensar que habrá un creciente flujo de cargas por esa vía en los próximos años.
Por otra parte, esos barcos no pueden atracar en cualquier puerto, solo en aquellos con determinadas exigencias. Dentro de esos pocos puertos estaría el del Mariel, el cual tendría una posibilidad de insertarse en esa cadena, a partir de esta nueva época de transportación marítima. Marcaría, pienso, un antes y un después. Definitivamente nos daría la oportunidad de posicionarnos en un lugar importante.
¿Cómo valora la labor de arbitraje comercial en Cuba y el mundo?
El arbitraje es una vía muy efectiva para resolver los conflictos en el comercio, y en Cuba se ha ido ganando una cultura en este sentido. Las empresas están mejor preparadas en este campo. Los contratos están contemplando, con mayor cuidado, las formas en que se resolverán los conflictos. Esto conduce a valorar verdaderamente cuáles son los espacios más idóneos. Dentro de estos criterios de selección, la corte cubana de arbitraje ha sido bastante privilegiada, lo que entraña un reconocimiento de la independencia e imparcialidad de sus árbitros y de lo que ha sido un trabajo sostenido durante muchos años.
Está integrada hoy por un grupo de expertos que cuentan con mucho reconocimiento en el medio académico y profesional. Todo ello refuerza la credibilidad de la Corte y del propio país.
Nosotros hemos visto cambiar el comercio de manera traumática en diferentes momentos, y las circunstancias actuales para Cuba no han dejado de ser muy complicadas.
No obstante, creo que estamos ante nuevas posibilidades: la cartera de negocios es más amplia, con una mayor diversidad de países como clientes y proveedores y se dan pasos muy serios en cuanto al perfeccionamiento del comercio exterior. Sin confundir deseos por realidades, se puede avanzar.
Por: Sundred Suzarte Medina