Las festividades navideñas se hacen sentir en todo el mundo, y Cuba, con las particularidades de su contexto, no se queda fuera. Nuestro “invierno” puede parecer, para otros habitantes del hemisferio norte, apenas un verano menos caluroso.
En estos días las postales de la Cuba cotidiana se llenan de escenas de gorros rojos, Papanoeles en trineo y abrigados como corresponde, muñecos de nieve inflables y arbolitos plásticos de diversos tamaños, con guirnaldas, bombillas de cristal y luces de colores.
La Navidad en la isla es mucho más un motivio de festividad que una celebración religiosa. La Nochebuena, además de reunir a la familia para cenar, puede convertirse en una fiesta entre rones, baile y música; una especie de previa de los festejos de fin de año.
No es una palma real nuestro arbolito, sino un pino; tampoco lo “plantamos” imaginariamente en la arena aunque nos sobran las playas. Cerca de su “tronco”, en la parte inferior, el pesebre que representa el nacimiento del niño Jesús suele ser protagonista, y en su punta brilla, bien alta y dorada, la estrella de Belén.
“Paganismo” caribeño
Cierto espíritu pagano emparenta la Navidad cubana con los orígenes de la festividad, que datan de antes del siglo III.
Los antecedentes los encontramos en la Saturnalia romana, un festival dedicado al dios Saturno, de la agricultura y la cosecha. Eran fiestas multitudinarias y descontroladas, con banquetes públicos, música e intercambio de regalos. Llegaban a durar semanas entre finales de noviembre y todo diciembre.
Para intentar convertir a los romanos al cristianismo, la iglesia se apropió de la celebración. Para ello, hizo coincidir el nacimiento del niño Jesús con el solsticio de invierno.
“La elección del 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús no tiene nada que ver con la Biblia, sino que fue una elección bastante consciente y explícita de usar el solsticio de invierno para simbolizar el papel de Cristo como la luz del mundo”, le explicó a BBC Mundo Diarmaid MacCulloch, profesor de historia de la Iglesia de la Universidad de Oxford.
“Las costumbres de fiesta y desgobierno de las saturnales en la misma época del año migraron naturalmente a la práctica cristiana, ya que en el siglo IV el cristianismo se estaba volviendo más prominente en la sociedad romana. Iban a aceptarse mejor las nuevas creencias si no chocaban con sus antiguas costumbres no cristianas”, agregó.
Finalmente, en el año 320 el Papa Julio I instauró el 25 de diciembre la Navidad.
Variaciones y sincretismo
El Estado puede ser laico, pero la nuestra es una sociedad, sin dudas, espiritualizada, en cuyo cuadro religioso coexisten más de seis expresiones religiosas importantes, con sus variaciones y sincretizaciones.
Muchos, aun no siendo practicantes de ninguna de ellas, se nutren culturalmente y transitan entre dos o más de estas expresiones, como parte de la vena espiritual que también nos caracteriza y compone la expresión de nuestra identidad.
Así, y movidos por las fiestas que en este fin de año se celebran en toda Cuba, se llamen navideñas, o no, y por la diversidad que como sociedad nos caracteriza, conversamos con algunas personas que nos explican qué es para ellos la Navidad, cómo ven y cómo viven esta época del año.
Mariam García, 32 años, musulmana
Los musulmanes no celebramos las fiestas de navidad ni fin de año, como tampoco celebramos ninguna otra fecha señalada como lo son el Día del Amor, el Día de la Madre o del Padre, etc. El Islam o, mejor dicho, los seguidores de esta religión nos regimos por El Corán —nuestro libro sagrado que Allah (Dios en árabe) reveló a nuestro querido profeta Mohamed (la paz sea con él) mediante el ángel Gabriel— y por la Sunnah (actos, tradición del profeta Mohamed, recogidos en una colección de dichos, enseñanzas y aprobaciones del profeta Mohamed y algunos de sus compañeros). En ninguna de estas dos fuentes se habla de la aprobación de este tipo de celebraciones, sean navideñas o no. Los musulmanes sólo celebramos en el año dos fechas importantes, llamadas Eid, que son el Eid al Fitr (Fiesta del fin de ayuno) y el Eid al Adha (Fiesta del Sacrificio), aparte de otras actividades (bodas, los viernes, reuniones o visitas de familiares, etc). El Islam es una religión monoteísta; los musulmanes creemos en un solo Dios, en lo que también cree cristianismo y el judaísmo, aunque en esas religiones hay ciertas diferencias de concepto.
Para nosotros, los musulmanes, las festividades de Navidad son celebraciones paganas y no tienen nada que ver con la creencia nuestra sobre el nacimiento de Jesús (la paz sea con él), profeta importante en el Islam en el que creemos, pero no como hijo de Dios, sino como su mensajero. Aunque parte de nuestros principios consiste en no celebrar o felicitar a otros por otras celebraciones religiosas, debemos respetar estos actos, porque el Islam también nos enseña a ser amables con las personas que practican otras creencias, ayudarlos, darles un buen consejo, socializar.
En mi caso, cuando mi familia celebra estas festividades navideñas, aunque no comparta con ellos el mismo significado, los respeto, igual que ellos me respetan a mí, y a veces me quedo con ellos en la cena familiar y aprovechamos para reunirnos todos y compartir en familia. Lo hacemos y estamos juntos como si fuera cualquier otro día del año, con la intención de socializar, de ayudarnos y de aprovechar los momentos en familia.
Daylén Rodríguez, 36 años, atea
Aunque soy atea, desde pequeña adopté los rituales navideños de mi familia y hoy en día los mantengo. Por eso en mi casa siempre celebramos la Nochebuena. Solíamos ir también a la Misa del Gallo en grupo (cuando era más organizado) y también a la Catedral de La Habana a ver el Nacimiento de Jesús. Dejamos de ir a la Misa del Gallo cuando empezó la pandemia de la COVID-19; desde entonces no lo hemos hecho nuevamente, pero ese era un ritual de todos los años para nuestra familia, sin falta. Cuando se acerca la Navidad ponemos también el arbolito y adornamos la casa con lucecitas. El Nacimiento es algo que no falta nunca en la decoración del árbol de la casa de mi abuela.
El 31 también solemos comernos las doce uvas, pero este año creo que no habrá. (Risas).
Dayron Soto Cebrián (Awo Orumila Iwory Rote), 36 años, babalawo
La religión yoruba no tiene ningún ritual específico para celebrar la Navidad. Algunas personas que practican le dan de comer a la tierra para cerrar el año y agradecer por la prosperidad y porque no han tenido pérdidas familiares. Algunos religiosos dan tambores a sus santos por cumplimentación o en agradecimiento por el año que termina. Nosotros los babalawos nos reunimos el 31 de diciembre en la Asociación Yoruba de Cuba y en un ritual secreto determinamos la Letra del Año.
El día 4 de diciembre se celebra y se le rinde moforibale al osha Shangó, que es el rey del fuego, del trueno, del tambor, de las mujeres y de la religión yoruba y el día 17 es el de San Lázaro, que es el santo que tiene que ver con las enfermedades de la piel, venéreas, en fin, todas las enfermedades, es muy milagroso. Son varios los rituales que realizamos en estas fechas, muchos de ellos secretos. También, como babalawos, realizamos limpiezas a nuestros ahijados para que inicien el año con buenas vibras.
Aunque mi religión no tenga ningún ritual por la Navidad, en mi caso, por ejemplo, comparto con familiares ese día. A veces nuestra casa religiosa de babalawos se reúne, compartimos y celebramos el día de Nochebuena, pero no de la misma forma que lo hacen los cristianos. Cuando la fecha coincide con alguna consagración de Ifá o la de un santo, la celebramos ahí, en nuestra casa religiosa.
Me río muchísimo cada vez que leo algo relacionado con los “musulmanes” cubanos… No se lo creen ni ellos, aunque sin duda al que se le ocurrió la idea es un bicho…