Con el reinicio de las operaciones regulares este domingo en el Aeropuerto Internacional José Martí, de La Habana, Cuba abrió su principal puerta de entrada al país tras meses de cierres y restricciones por la pandemia de coronavirus. Desde las semanas previas ya habían comenzado a operar otros aeródromos cubanos, como los de Varadero, Holguín y Santiago de Cuba, con lo que el flujo de viajeros internacionales se ha multiplicado a lo largo de la Isla.
Esta reapertura resulta necesaria para reactivar la golpeada economía cubana ―y en particular a un sector clave como el turismo― y reconectar con el país a los nacionales en el exterior ―emigrados o residentes―, con la inyección monetaria que ello representa. Pero, al mismo tiempo, entraña un alto riesgo epidemiológico para una nación que, aun con sus altas y sus bajas, exhibe hasta hoy un indiscutible éxito en el control de la COVID-19.
Ante este peligroso escenario, ganan relevancia los protocolos sanitarios establecidos en la Isla para las personas que llegan del extranjero, un tema sobre el que autoridades y medios de prensa han ofrecido una variada información en los últimos días, pero sobre el que persisten inquietudes e interrogantes que trata de responder una entrevista al Dr. Carmelo Trujillo, jefe del Departamento de Control Sanitario Internacional del Ministerio de Salud Pública (Minsap), publicada este miércoles en el portal oficial Cubadebate.
En ella, el Dr. Trujillo explica que estos protocolos no son nuevos, sino que existe ya una experiencia en su aplicación, y han sido diseñados para actuar sobre “toda persona que arriba por un punto de entrada internacional y que va a interactuar con nuestra población”, ya sean turistas, estudiantes extranjeros, colaboradores cubanos en el exterior u otros residentes en el país que vuelven a su comunidad o cubanos no residentes que vienen de visita a la Isla.
Su objetivo, precisa, es “detectar a tiempo cualquier persona enferma que pudiera portar una enfermedad transmisible y complejizar el cuadro actual de salud del país” y, teniendo en cuenta el actual contexto epidemiológico internacional, se han adaptado para el caso específico de la COVID-19 y se han enriquecido para las condiciones de la nueva normalidad que viven la mayoría de las provincias cubanas.
Tres líneas de vigilancia en los aeropuertos
El directivo del Minsap aseguró que los aeropuertos cubanos cuentan con tres líneas de vigilancia epidemiológica, implementadas desde la pandemia de la influenza A H1N1 en 2009, las cuales “elevan el nivel de control sanitario sobre los viajeros internacionales que arriban al país por este tipo de punto de entrada”.
La primera de estas líneas de vigilancia “está diseñada para realizar el despacho de entrada de las aeronaves” y en ella “un médico o un especialista en higiene y epidemiología realiza el despacho de la aeronave una vez que arriba a la rampa o puente móvil”.
“Este es el primer contacto con la tripulación que viene en el avión, precisamente para el análisis de documentos y la conformación de la declaración general de la aeronave”, señaló Trujillo, quien señaló que en esta declaración “se reflejan todos los datos generales de la aeronave”, entre ellos el modelo, cantidad de pasajeros a bordo, número y condición de las personas a bordo y si ocurrió algún incidente en el viaje. En Cuba, agregó, “se le da suma importancia al estado de salud de los tripulantes y pasajeros durante la travesía” y a la comunicación a los tripulantes “de las nuevas medidas contenidas en los protocolos de actuación de las autoridades sanitarias a nivel de frontera, relacionadas con la pandemia de la COVID-19”.
“Ahora, en la nueva normalidad, se integran algunos elementos importantes que es necesario conocer con antelación, como si viene alguien a bordo de la aeronave con enfermedad respiratoria aguda, o algún síntoma respiratorio, si hay algún reporte de alguien que haya presentado fiebre, entre otros”, detalló, y dijo que de no reportarse ninguna incidencia entonces se autoriza el desembarco de los pasajeros, la tripulación, el equipaje y la carga del avión.
La segunda línea de vigilancia se activa una vez que los pasajeros ingresan en la terminal aérea y llegan al salón de inmigración. Allí, según precisó el directivo, todos los pasajeros pasan frente a un escáner de temperatura que, sin tocar a los viajeros, “permite identificar con prontitud a las personas con la temperatura corporal elevada” y en la actual situación “se han reforzado con personal de salud las acciones de vigilancia epidemiológica a través del método de observación, buscando signos y síntomas de todos los pasajeros que puedan ser sugestivos de tener COVID-19, y cualquier otra enfermedad transmisible”.
También en este punto se revisa y se recoge la declaración de sanidad del viajero, contenida en el modelo 8233-02 del Ministerio de Salud Pública, el cual se debe entregar durante la travesía para que las personas llenen los datos que en él se le solicitan.
Al respecto, Trujillo insistió en “la responsabilidad que tienen todos los viajeros internacionales de hacer un correcto llenado de todos los datos que en este modelo se le piden” y añadió que en el documento “se advierte al pasajero que cualquier dato tergiversado o que no corresponda con la realidad, puede ser objeto de la aplicación de una medida o requerimiento desde el punto de vista sanitario, los cuales están establecidos en la legislación sanitaria vigente en la República de Cuba”.
La muestra de PCR y la tarjeta de advertencia
De acuerdo con el jefe del Departamento de Control Sanitario Internacional del Minsap, la declaración de sanidad recogida en la segunda línea de vigilancia “es un complemento del registro del viajero para la toma de muestra de PCR” y funciona “como un instrumento también identificativo para el control sanitario internacional” pues en ella “se refleja en una de las esquinas, el número de muestra que el pasajero tendrá una vez que se le tome y que se envía al laboratorio, con el propósito de evitar confusión de las muestras”.
A la par, a los viajeros se les entrega una tarjeta de advertencia, en la que “se informa al pasajero que se debe presentar antes de las 48 horas de arribo al país, ante su médico de familia o el área de salud donde reside y declarar su condición de viajero, para iniciar los controles sanitarios establecidos y el seguimiento en su área de salud”. Ello también aplica para los cubanos no residentes y extranjeros que se hospedan en casas de familiares o de alquiler.
Cuba apela a la autorresponsabilidad de los viajeros para mantener control sobre la COVID-19
En el caso de los turistas que van hacia hoteles, estos son seguidos por los equipos de salud de las instalaciones turísticas del país, los cuales son los encargados de mantener la vigilancia epidemiológica, estar al tanto de los resultados de los PCR, aislar y realizar las primeras atenciones a los posibles positivos, y “detectar oportunamente situaciones de salud que los viajeros internacionales puedan traer de los países de origen o de los países por donde transitaron antes de ingresar a Cuba”.
Una vez que se les toma la muestra de PCR, los viajeros se dirigen hacia las cabinas de inmigración “donde se realizan los chequeos correspondientes” y, tras la primera línea de aduana, se encaminan hacia la tercera línea de vigilancia donde se les vuelve a tomar la temperatura, esta vez con un termómetro digital. Solo entonces, pasan al área donde recogen su equipaje y realizan el resto de los procedimientos aduanales, aclaró Trujillo, quien, no obstante, explicó que el programa cubano de control sanitario internacional también toma en cuenta factores como el origen del viajero, la condición migratoria del mismo, ya sea cubano o extranjero, “y que particulariza el actuar según el riesgo epidemiológico que representa para el país”.
También por mar
Sobre los puertos internacionales, marinas y terminales de cruceros, el directivo confirmó que también “se ha estructurado un protocolo de actuación de tres líneas de vigilancia similar al de los aeropuertos internacionales” y puntualizó que “todos los tripulantes de embarcaciones mercantiles y de recreo que arriben al país y vayan a tener una estadía superior a las 24 horas, deberán hacerse una prueba PCR si están interesados en bajar a tierra” y “estar sujetos a aislamiento hasta que llegue el resultado” del esta prueba. Solo entonces “podrán realizar todas las acciones que vinieron a hacer”.
En cuanto a las líneas de vigilancia, en el caso de los puertos la primera se halla en el despacho de entrada de las embarcaciones en el que “se hacen una serie de acciones relacionadas con la documentación que tiene que presentar la tripulación”, se inspeccionan los barcos, se comprueba si la tripulación y los pasajeros que vienen a bordo tienen un estado de salud óptimo.
“El medio de transporte tiene que cumplir con determinadas condiciones sanitarias establecidas para evitar la introducción al país de personas enfermas, vectores u hospederos de enfermedades que hoy son exóticas para Cuba. Tiene además que cumplir con las medidas higiénicas preestablecidas a bordo que garanticen el buen estado de salud de la tripulación y los tripulantes”, apuntó el especialista.
Luego, la segunda línea de vigilancia “no es más que la vigilancia epidemiológica de la embarcación durante su estadía en el país”, señaló Trujillo, quien dijo que la misma “se caracteriza por un seguimiento del medio de transporte mientras esté atracado en Cuba” y que “las acciones que se realicen estarán en dependencia de la estadía y serán dirigidas por un equipo de salud integrado por médicos enfermeros y técnicos/licenciados en higiene y epidemiología” encargado de “velar por la aplicación de todas las medidas diseñadas para mantener una buena higiene y vida a bordo” y funcionar “como punto focal para detectar a tiempo cualquier problema con la tripulación”.
Por último, la tercera línea de vigilancia “se activa cuando los tripulantes o pasajeros van a descender de la embarcación” y en ella “se realiza un control de la temperatura, a través de escáner de temperatura o termómetro, en dependencia de las condiciones físicas y tecnológicas que presente cada uno de los puntos de entrada; una observación epidemiológica a los tripulantes que desciendan a tierra y se llena la declaración de sanidad del viajero donde la persona certifica su estado de salud”. Además, como acción adicional se toma también la temperatura al regreso a la embarcación.
Cuba reporta una veintena de contagios con coronavirus en buque mercante
En cuanto a las marinas y terminales de cruceros, estas también cuentan con un protocolo específico “muy bien diseñado”, según Trujillo. Las primeras “tienen esquemas muy parecidos a los de los puertos internacionales”, afirmó, aunque dijo que tienen “la particularidad de que la observación epidemiológica es diaria, lo cual significa que el protocolo correspondiente a la tercera línea de vigilancia se aplica cada vez que el tripulante o pasajero de la embarcación de recreo vaya a descender a tierra” y que “adicionalmente, se le hace un chequeo cada vez que se vaya a incorporar a la embarcación”.
En las terminales de crucero, por su parte, no se pueden realizar las pruebas PCR, pues la mayoría de estas embarcaciones que arriban a la Isla lo hacen solo por pocas horas. Por tal motivo, “se trabaja con las líneas de cruceros para que ofrezcan una garantía documental de que todo tripulante y pasajero que venga a bordo de una de sus naves, se haya realizado una prueba PCR y tenga un buen estado de salud. A partir de esta información las autoridades sanitarias cubanas podrían hacer una evaluación del estado de salud de esa embarcación y de todo el que viene a bordo de la misma”, especificó.
Además, todas las personas que desciendan a tierra “deberán pasar la tercera línea de vigilancia, donde se les hacen controles y chequeos necesarios” y se aplica “el método de la observación buscando síntomas en cada uno de los tripulantes o pasajeros y la toma de temperatura”.
En las comunidades
Tal como advierte la tarjeta que se entrega en los aeropuertos, todos los viajeros que arriban a Cuba están en la obligación de presentarse antes de las 48 horas del arribo en el área de salud del lugar donde residen o se hospedan, y “declarar su condición de viajero, para iniciar todas las acciones que están relacionadas con el control sanitario internacional y la vigilancia epidemiológica”.
Trujillo señaló que, de acuerdo con lo establecido en los protocolos cubanos, “cada persona que ingrese a la comunidad debe estar en aislamiento en su vivienda durante 10 días hasta que llegue el resultado del segundo PCR, que se realiza al quinto día en la comunidad, coordinado con el área de salud”.
“Cuando llegue ese resultado, que debe demorar entre 24 y 48 horas, ya la persona debe llevar en el país entre 7 y 9 días. Por lo tanto, la vigilancia epidemiológica establecida en Cuba para la COVID-19 es de 10 días de duración”, explicó el directivo, quien “subrayó la importancia de que la persona se mantenga en aislamiento y cumpliendo con todas las medidas adicionales que se han establecido en nuestros protocolos, como el uso de los medios de protección, el distanciamiento social y el mínimo contacto con sus familiares”.
Solo con el resultado del segundo PCR negativo, se puede tener una movilidad normal dentro del país, reiteró el especialista, al tiempo que enfatizó en que “todo viajero internacional está en la obligación de presentarse inmediatamente en cualquier institución de salud si presentara síntomas de alguna enfermedad transmisible”.
Este protocolo no solo se aplica a los cubanos residentes que regresan a la Isla, sino también a los extranjeros residentes en el país y a los cubanos no residentes, “pero que van para la casa de su familia, una casa de renta, o sea en la comunidad”. Además, es válido más allá de la COVID-19 pues, según detalló Trujillo, el viajero “puede venir de una región del mundo donde existen determinadas enfermedades, que en Cuba están sujetas a control internacional o son exóticas para el país” por lo que, independientemente de la pandemia, “el sistema de salud cubano las vigila atentamente, para que no se conviertan en un problema de salud en el territorio nacional”.
Cuba cobrará tasa sanitaria a todos los que lleguen al país a partir de diciembre
La tasa sanitaria
Finalmente, el jefe del Departamento de Control Sanitario Internacional del Minsap se refirió a la tasa sanitaria anunciada días atrás, y que comenzará a cobrarse a todos los viajeros que lleguen a Cuba a partir del 1ro de diciembre. Al respecto, reconoció la existencia de inquietudes y cuestionamientos sobre la misma, entre ellas la de que, “si Cuba en su Constitución da garantías de un sistema de salud universal y gratuito, por qué se van a cobrar los PCR”.
En respuesta dijo que con dicha tasa “no se está cobrando el PCR” y su implementación “no está relacionada con la atención médica que pueda recibir un cubano”.
“Las tasas sanitarias están diseñadas para regular los costos que implican para cualquier estado del mundo aplicar medidas de protección a su población y de control sanitario para sus puntos de entrada”, apuntó Trujillo, quien afirmó que su aplicación “ha sido muy bien analizada al detalle desde todos los puntos de vista, y no viola en nada lo que está establecido para los cubanos en la Constitución”.
La tasa, que tiene un valor de 30 dólares estadounidenses (USD) y se cobrará dentro del precio del pasaje ―según lo informado en su momento por las autoridades cubanas―, “se implementó para regular los costos de las medidas sanitarias que la pandemia nos ha obligado a imponer a nivel de frontera”, las que, dijo “representan una erogación por parte del estado cubano para poderlas implementar”.
La aplicación de la tasa “supone una protección para la población cubana, pero también para toda persona cubana o extranjera que arribe al país” y, al mismo tiempo, “evita a largo plazo una erogación de grandes cargas financieras para poder enfrentar un evento de salud pública que sería mucho más costoso”, concluyó el directivo.