Mariblanca Sabas Alomá recientemente había participado, en representación de su país natal, en el “Octavo Congreso Panamericano del Niño”. Reportera del periódico Avance y de las revistas Bohemia y Niños, era una de las voces más importantes del feminismo en Cuba.
Fue una de las organizadoras de los Congresos Feministas de 1923 y 1925, perteneció al Club Femenino de Cuba y al Grupo Minorista; participó en la creación de la Universidad Popular José Martí, se integró al Movimiento de Veteranos y Patriotas, la Liga Antimperialista y la Liga Anticlerical. También estuvo entre los fundadores de la primera Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en 1938. Además del periodismo, cultivaba la poesía.
Aurelio Fernández Concheso, embajador de Cuba en Washington, conocedor de la valía de Mariblanca Sabas Alomá, le gestionó una entrevista con Eleanor Roosevelt, escritora, activista y política, esposa del presidente Franklin Delano Roosevelt.
Después de esperar unos minutos, acompañada de Consuelo Batista, secretaria de la embajada de Cuba en Estados Unidos, se reunió en la Casa Blanca con la Primera Dama:
(…) a las cinco de la tarde en punto, somos conducidas a los regios jardines, donde Eleanor Roosevelt, que ha querido darle un carácter íntimo y personal a nuestra visita, se adelanta a recibirnos con las manos extendidas y con la más cordial y agradable de sus sonrisas en los labios. Nos saluda por nuestros propios nombres, y, con exquisita gentileza, nos toma del brazo y nos conduce a un delicioso sitio en que se encuentra preparada la mesa del té. Ella misma nos lo sirve, con una finura de maneras que completa en ella una admirable mezcla de sencillez y de aristocracia, de mujer al propio tiempo muy distinguida y muy popular”.
Así contaba a sus lectores de Bohemia, en la edición del 31 de mayo de 1942, detalles de la entrevista que duró una hora.
En el encuentro, confesó la periodista, cambiaron los roles, porque Eleanor hizo muchas preguntas acerca de las costumbres, la cultura y la situación económica de Cuba; en particular le interesó el efecto negativo que tendría sobre los niños el conflicto mundial. Este tema fue explicado con amplitud por Mariblanca, informada de las medidas propuestas a la “Junta Nacional de Defensa Civil” por el “Consejo de Defensa del Niño”.
“Muy interesada en este asunto, toma nota de algunos de sus extremos, como los que se refieren, por ejemplo, a la confección de un censo de población infantil, a los métodos pedagógicos para el control del pánico, al traslado y evacuación de los menores y a la confección de un Mapa de población infantil, señalando por grados las zonas de mayor o menor peligro”.
Mariblanca enfatizó en las pérdidas económicas que sufría Cuba por el hundimiento de varios barcos cargados de azúcar, torpedeados por submarinos alemanes, en la afectación al tráfico marítimo de pasajeros, que estaba casi suspendido. Ya en un ambiente de más confianza, quien fue colaboradora de Rubén Martínez Villena, Fernando Ortiz y Juan Marinello, le habló de “la tragedia social que tradicionalmente ha representado para Cuba la inversión de grandes capitales extranjeros, principalmente norteamericanos, en nuestro país”.
Y, según la periodista, Eleanor comentó: “Entre nosotros ha sucedido poco más o menos lo mismo. Créame usted, Miss Mariblanca: El país de usted no es el único que ha sufrido la extorsión de la política imperialista de los grandes capitalistas.”
Eleanor era sobrina del ex presidente Theodore Roosevelt, quien participó en 1898 en la guerra hispano-cubana, como oficial del ejército estadounidense interventor en ese conflicto. De acuerdo con su testimonio a Mariblanca, Roosevelt fue quien le contó, cuando era niña, historias de los próceres cubanos. Bohemia, el 7 de junio de 1942, amplió los pormenores de la entrevista. Eleanor anunció que visitaría Cuba; una promesa que cumplió en 1944.
Primera dama irreverente
Eleanor Roosevelt (1884-1962) sobresalió por su activismo como feminista, participó en la Liga de las Mujeres Votantes, en la Liga de Mujeres de la Unión de Comercio y en la División de Mujeres del Partido Demócrata. También se destacó por la defensa de los Derechos Humanos, en especial durante los debates en las Naciones Unidas, en 1948, cuando fue aprobada la Declaración Universal.
Profesora, empresaria, periodista, diplomática y notable conferencista, por su desempeño político y social es considerada como una de las mujeres más influyentes del siglo XX. Su columna “Mi día”, en 1940, se reproducía en 79 diarios.
En Cuba muchos seguían sus charlas radiofónicas, trabajos periodísticos y práctica política. Gustavo Urrutia, columnista del Diario de la Marina, en un artículo sobre la discriminación racial, publicado el 1ro. de febrero de 1936, expresaba: “La señora de Roosevelt no es Primera Dama por el mero hecho de ser la esposa del Presidente: su profundo interés humano —dice la revista Oportunity— la ha conducido, no obstante las censuras, a utilizar la influencia de su posición para contribuir a extirpar de la vida norteamericana la injusticia social que torna en miserable la vida de tantos conciudadanos suyos. Demás está decir (…) que Mrs. Roosevelt está medularmente interesada en los problemas de la minoría negra.”
No escapaba en su visión el expansionismo practicado por su país y lo criticaba. En un discurso que pronunció en la Casa Blanca, divulgado también en Cuba por el Diario de la Marina, dijo: “Debemos abandonar de una vez y para siempre esa idea nacida a la sombra de la Doctrina Monroe, de considerarnos los hermanos mayores en América. En su lugar, debemos impulsar el sentimiento de verdadera y sincera cooperación, abandonando la otra del derecho que nos habíamos irrogado de “dictar” a los pueblos latinoamericanos”.
Opiniones como esas no cayeron en saco roto. Es sabido que estuvo bajo vigilancia del FBI por órdenes de su director J. Edgar Hoover. Aunque ganó la simpatía popular más allá de las fronteras estadounidenses. De ahí perfiles tan pletóricos de elogios como el escrito por Berta Arocena de Martínez Márquez, periodista y luchadora feminista cubana, divulgado el 19 de diciembre de 1940, en la revista Bohemia.
Cuando publicó su autobiografía Esta es mi historia, en 1937, los medios de comunicación de la isla caribeña dieron amplia divulgación al suceso editorial. Así que, cuando llegó a La Habana el 27 de marzo de 1944 fue muy bien acogida.
Mi día
Al revisar una muestra de esta columna periodística pude constatar la presencia del tema Cuba y los cubanos en la obra de Eleanor Roosevelt. El miércoles 20 de marzo de 1944 visitó una institución religiosa en Washington que cuidaba a más de 200 indigentes, donde había una cubana de 82 años que cantó y bailó para agradecer la visita.
En abril de ese año fue a un concierto celebrado en el Edificio Panamericano, en Washington; allí disfrutó las interpretaciones de Jorge Bolet, joven pianista cubano, teniente del Ejército estadounidense.
El 13 de septiembre de 1946 publicó: “Después de mi charla, me llevaron de regreso a mi apartamento en Nueva York, donde un grupo grande de señoras cubanas, que han estado haciendo una visita de buena voluntad a este país, vinieron a hablarme de una nueva asociación de mujeres que se ha formado en Cuba. Se dedican a ayudar a los desfavorecidos en su país y desarrollar una política de buena vecindad hacia los Estados Unidos y las otras Américas”.
Juan David, el destacado artista de la plástica, Premio Nacional de Periodismo Juan Gualberto Gómez, autor de unas 5 000 caricaturas personales y aproximadamente 15 mil dibujos políticos y de sátira social conoció en Nueva York a Eleanor. Cuenta el cronista Ciro Bianchi la siguiente anécdota:
“Dijo Juan David un día a la viuda del presidente Roosevelt: ‘Señora, quisiera hacerle una caricatura‘. Y la vieja dama, con conciencia de su fealdad y afilado sentido del humor, repuso: ‘Basta con hacer mi retrato‘”.
En Guantánamo y La Habana
A principios de marzo de 1944 recorrió varias islas del Caribe. Desde Jamaica, Eleanor narraba sus impresiones sobre Cuba en un artículo que publicó el 9 de marzo de 1944. Fue una visita relámpago. Estuvo en la base naval de Guantánamo para intercambiar con soldados y oficiales, allí acantonados. La guerra continuaba y este centro, por su ubicación geográfica, era un lugar estratégico:
“Salimos de Miami temprano el lunes por la mañana y afortunadamente tuvimos un hermoso día para el vuelo a Guantánamo. El mar era azul y verde debajo de nosotros con pocas nubes blancas que proyectaban sus sombras en el agua. Parecía como si se hubiera detenido el tiempo, antes de que estuviéramos volando sobre la tierra otra vez y Cuba, con sus colinas, valles y ríos, yacía debajo de nosotros.
Estaba interesada en ver muchas casitas que salpicaban las colinas, y no pude evitar preguntarme cómo la gente se ganaba la vida o cómo llegaba a los centros de población.
Parecía que solo habían pequeños senderos que subían y bajaban las colinas. Había manchas verdes alrededor o cerca de las casas. Me dijeron que la mayoría de estas personas tienen pequeños jardines, gallinas tal vez, y cultivan un poco de café y cítricos. No parece una existencia muy extravagante.
Guantánamo está rodeado de colinas y, por supuesto, es una base muy acabada. La única gran dificultad para los hombres en esta área es estar sin sus familias o imposibilitados de irse a casa de permiso, cuando ven aviones entrando y saliendo todos los días. La guerra, en lugar de acercarse, está retrocediendo.
(…)
Puedes encontrar medias de seda a $5 por par, perfume y ropa interior femenina, y muchos otros regalos en el intercambio del correo militar.
Los chicos aquí consumen grandes cantidades de helados, refrescos y dulces, como lo hacen en casa. En general, la salud parece excelente. El hospital de Guantánamo tenía pocos pacientes. A última hora de la tarde despegamos y nos dirigimos a Jamaica”.
El 27 de marzo de 1944 llegó a La Habana. En el Campo Batista fue recibida por el coronel Leigh Wade, jefe de la base área y otros militares. De noche asistió a una cena que en su honor brindó, en el Palacio Presidencial, el mandatario de la República Fulgencio Batista, a quien conoció personalmente en Estados Unidos.
Durante el banquete habló de la situación internacional, sobre todo de la conflagración mundial, de la importancia de las mujeres en la retaguardia, en particular como trabajadoras en las fábricas productoras de armamento. Sobre este tema insistió en un encuentro con periodistas efectuado en el Country Club.
Aprovechó la breve visita para recorrer instalaciones militares, donde le explicaron el funcionamiento de algunas armas y el centro hospitalario, allí se recuperaban soldados estadounidenses heridos en Europa y Asia. De La Habana marchó pronto para continuar aquel periplo por el Caribe y América del Sur.
Fuentes:
Bohemia
Diario de la Marina
Ecured
www.habanaradio.cu
www.cubadebate.cu
www.lavanguardia.com
www.historiahoy.com.ar
www.erpapers.columbian.gwu.edu/my-day
Buen artículo que revela aspectos interesantes de las relación entre Cuba y Estados Unidos, alejándose de los estereotipos
Gracias. Saludos cordiales.
Impresionante tu pluma como siempre